EL ALMA, POR CINCO MINUTOS DE CÁMARA

24 Jun 2016
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Romina. Personaje del autor Daniel Medina . E ilustrado por un servidor- osea, la dibujé yo-

Basta un simple anuncio de casting, para que miles del persona(je)s a lo largo y ancho del país, formen interminables filas -durante días, inclusive - para tener la oportunidad de audicionar.

Pararse frente a un grupo de desconocidos -que apuntan con cámaras-, y despojándose cualquier valor ético y moral que se les haya inculcado cuando niños. HABLAR.

Exagerar hasta el infinito cualquier hazaña, inventarse un sórdido pasado, exponer una lista de gente famosa con la que se "estuvo involucrado", presentar una larga lista de metas altruistas, que podrían cumplir en caso de ganar -mismas, que se van diluyendo al pasar los días-, y un enorme ETCÉTERA de las más descabelladas estrategias, "para entrar". Para estar, cual ratas en un laberinto, en la caja boba.

En años anteriores, era muy común que estos programas se llenasen de aspirantes: a actores, modelos, cantantes o conductores de televisión. En mayor o menor medida, los participantes veían "la casa", como una oportunidad para hacer despegar sus carreras.

Hoy en día, las cosas son muy diferentes. Debido, quizás. Al impacto de las redes sociales.

El objetivo, ya no es tener una carrera en el medio. El único fin que parece perseguirse es, "estar en la casa".
No importa lo que se deba hacer -ni con quien-. No importa el mañana, y mucho menos el año que viene. SOLO IMPORTA EL AHORA. Y ahora, hay que estar en televisión. 
Para ganar millones, de seguidores en twitter.

A esta altura, cada uno de estos "castings" tiene la misma veracidad que un encuentro de lucha libre. Cada movimiento, cada golpe, cada escándalo que encandila a miles de televidentes son engendros de los productores. Y sí, también los personajes de la casa. Lo siento mucho, por quienes estuvieron a sol y lluvia, en esa eterna fila para audicionar. Papa Noel son los padres. Y cada uno de los que están en el programa, fue seleccionado con meses de anticipación. 

Es innegable el hecho de que estos programas son vistos, por MUCHAS personas. Y provocan tal fanatismo, que -además de hacer perder la fe en la especie humana- nos lleva a reflexionar:

¿Por qué mirar a un grupo de extraños durante todo el día, hacer nada?

Las respuestas que surgen a esta pregunta son muchísimas. Pero hay una que llamó especialmente mi atención:

"EN ALGÚN MOMENTO, ALGUIEN SE VUELVE LOCO, Y LA CASA SE CONVIERTE EN UNA CARNICERÍA"

Una frase bastante fuerte, ¿cierto?. Pero que explica muy bien por qué tantas almas quedan encandiladas, cual polillas, frente a sus aparatos. 

EL MORBO. El ver, segundo a segundo, y esperar. Esperar a que PASE ALGO. Y no precisamente algo bueno.

El escritor y periodista salteño, Daniel medina. Nos ofrece a través de su cuento "Reality Show" -que forma parte de la antología "Oparricidios"-, una mirada en primera persona de lo que todo este circo mediático puede causar, en alguien que no esta muy bien de la cabeza. Expone mediante el "personaje mascota" -el rarito, el que es presentado como fenómeno de circo, para que todos se burlen- lo que podría pasar en cualquier momento. Lo que tanta gente ansía. Y esto es evidente, con solo ver el impacto nulo que tiene una "conversación a corazón abierto", entre dos participantes. En contraste con la EXPLOSIÓN que causan los escándalos, y si incluyen violencia, MEJOR. 

Atravesamos la era digital, una era muy rara. Donde se valora a las personas mediante la cantidad de: "pulgares arriba" ,"estrellas", y "corazones", que reciben en las redes sociales.

Y donde estas personas, insatisfechas. Buscan traspasar la pantalla del teléfono y llegar al televisor. 

Por cinco minutos.
Que se hable de ellos.
Por cinco minutos.
Por protagonizar una pelea, un desnudo, un acto sexual.
Por "pasar a la historia de la televisión", gracias a haber hecho una ESTUPIDEZ.
Así es, una ESTUPIDEZ. En mayúsculas, negrita y subrayado.  

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