LA PUERTA. Por Walter Barba.

21 Oct 2017
1

Ilustracion, by Lucien Raven.

La puerta

Pablo se despertó con un fuerte dolor de cabeza. El caniche, que no paraba de ladrarle a la alarma del celular, comenzó a corretear de acá para allá cuando sonó el timbre de la casa. El bicho era insoportable. El timbre volvió a sonar, una y otra vez.  Pablo se agarró de los pelos y se mandó una aspirina. Levantó una pelota del suelo, se la mostró al perro y la tiró hacia el comedor.

El timbre ya lo volvía loco.

—¡¡Ya va!! —gritó al levantarse- ¡Dejá de tocar, pelotudo!

Pablo ya sabía quién era el boludo en la puerta: Damián, su mejor amigo. El único tarado que nunca para de apretar el botoncito.

Abrió las cortinas de la cocina, puso a calentar la pava y agarró las llaves. Miró por el agujero de la puerta y abrió:

— Qué pesado estamos, eh...—extendió la mano.

Damián, exaltado, entró corriendo a tomar agua.

—La plaza...—dio un trago—... ¿Visteloquehayenlaplaza?

— ¿Qué? Hablá despacio, boludo.

Se acabó el vaso de un trago, respiró un poco y habló:

  • Hay una puerta, en la plaza.

— ¿Y?  ¿Qué querés que le haga?

— Recién salí de mi casa y pasé por ahí, la que está acá, a dos cuadras —señaló con el dedo por la ventana—. Había un montón de gente justo donde están los juegos, ahí en el medio, y me acerqué a chusmear un poco, a ver qué pasaba y...—el silbido de la pava lo interrumpió.

— ¿Querés té o café? —dijo Pablo.

—...me mandé —lo ignoró—. Había una puerta, parada, como si estuviera amurada al aire, no sé cómo explicarte. Pero estaba ahí.

Pablo echó dos cucharadas de azúcar en su taza.

—Primero intentaron tirarla, pero no se movía. Trajeron varias herramientas, la serrucharon y ni siquiera se rajó un poquito, no pudieron hacerle ni un agujero, nada. No sé de qué mierda estará hecha, pero le dieron con todo y no se rompió, tendría que estar destruida, al menos un poco ¿No te parece? —lo miró fijo y siguió hablando—. El tema es que ya nos parecía una locura, pero todo se fue al carajo cuando llegó el viejo.

— ¿Qué viejo? —Pablo dejó la taza en la mesada y frunció el ceño

— No sé, un viejo cualquiera. La cuestión es que él abrió la puerta, miró de lado a lado y la cruzó… pero no salió. Fue como si  se hubiera transportado. No sé qué tiene esa puerta, pero el viejo no pasó para el otro lado: desapareció. ¿¡Entendes eso!? Vine corriendo lo más rápido que pude, todos salieron cagando de ahí.

— Dale… no seas boludo —Pablo se reía.

Damián se quedó callado, las manos le temblaban: la cosa iba en serio. Pablo saltó de la silla y corrió a ponerse las zapatillas. Damián ya lo esperaba afuera.

Llegaron a la plaza y no había nadie. Caminaron hasta la puerta, la tocaron un poco, incluso la patearon y después la abrieron. Parecía una puerta normal, podía verse de lado a lado, como si miraran  a través de una ventana. Pablo se agachó a buscar una piedra: no se animaba a meter el brazo. Tiró una, cinco, diez: ninguna salió.

Damián respiró hondo y, con los ojos cerrados, corrió hacia la puerta. Pablo, en el último segundo, saltó sobre él y lo agarró de la camisa, tirándolo al piso.

— ¿Qué carajo haces, pelotudo?

— ¿No querés saber qué hay del otro lado?

Forcejearon un rato, se tiraron un par de trompadas, pero Pablo no pensaba soltarlo. Siguieron revolcándose por el suelo, hasta que una voz los detuvo:

— ¡Quietos, policía!

Pablo se quedó duro. Ambos se levantaron. El policía, lentamente, comenzó a acercarse. Damián giró la cabeza, le guiñó el ojo a su amigo y sonrió. Respiró profundo, corrió hacia la puerta y desapareció. El policía, cagado hasta las patas, sacó el arma y apuntó. Pablo cerró los ojos, tragó saliva y atravesó la puerta.

Pablo se despertó con un terrible dolor de cabeza. La alarma hacía corretear al caniche de acá para allá. El timbre sonaba y sonaba. Intuyó que sería Damián, su mejor amigo: el único tarado que nunca para de apretar el botoncito.


En palabras del escritor, Walter Barba:

 Soy Walter. Para que me conozcan, brevemente, les puedo decir que vivo en Buenos Aires, tengo 23 años y en este momento estudio la Licenciatura en Historia. Pero como nada de esto hace realmente al tema que nos compete en esta publicación, pasemos a lo nuestro: el Terror.

En lo que respecta a esta gran temática soy un fan de las películas, series y libros de terror. No voy a mentir y decir que siempre me gustaron: la verdad es que de chico era bastante miedoso. Bastante. Disfruto mucho del cine de terror antiguo. Tengo una fascinación por el cine mudo. Películas como “Nosferatu” estrenada en 1922, y “Häxan” también del mismo año; podrían decirse que son de mis más preferidas. Sin embargo podría estar acá nombrando películas hasta pasado mañana. Ya viniendo un poco más a estos tiempos, el conocidísimo clásico “El exorcista” me voló la cabeza en su momento y hoy en día sigue siendo de mis predilectas. Hoy en día prefiero el terror más psicológico, el que puede descubrirse perfectamente en la película “Los inocentes” estrenada en el año 1961. De todas maneras tengo sentimientos encontrados en lo que respecta a las nuevas películas de terror. No logro conciliar una buena relación con ellas. Por esto es que quedé sorprendido con la tan aclamada “It” de Andy Muschietti. Si bien no la etiquetaría en terror puro, me sorprendió de muy buena manera.

De más está decir que todas las películas que nombré están, de manera indirecta o directa, basadas en libros. Y esto es porque la literatura no puede quedar de lado JAMÁS en este gran terreno del horror. Los clásicos de este género son una fuente de aprendizaje inagotable: Poe, Lovecraft, Maupassant, Hoffmann, Stoker, entre tantos otros.

En fin, entre tantos grandiosos nombres, hasta me da vergüenza hablar de mi cuento, que más bien se inclina a la ciencia ficción. Supongo que uno trata de tomar las buenas lecciones de los maestros y creo que eso es lo que intento, muy humildemente, de realizar en esta pequeña historia.

En fin, todo aquel que guste de la literatura es más que bienvenido en mis redes sociales. De pasada pueden echarle un vistazo a mi canal de YouTube DeArte, en donde serán muy amablemente recibidos entre los más de 6.000 suscriptores que por el momento posee el canal.

Ilustración por Lucien Raven.

FRANKENSTEIN - RESUMEN

EL EXTRAÑO CASO DEL DR JEKYLL Y MR HYDE - RESUMEN

5 NOVELAS DE TERROR

De Arte recomienda: 5 cuentos de terror

Comentarios