Padres de ayer y de hoy

15 Jun 2017
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archivo saltabebé revista

Los padres de antes imponían su autoridad, eran rígidos y hablaban muy poco. Los nuevos papás se caracterizan por tener un diálogo fluido con los chicos y ser más flexibles a la hora de poner límites. Hoy ellos cambian pañales, lavan platos y salen a pasear orgullosos con sus portabebés. Ayer era impensado que la figura paterna participara de las tareas domésticas y se viera tan involucrada en la crianza de los hijos.

Durante el siglo XX se fueron plasmando transformaciones sociales muy importantes, especialmente con el  acceso de la mujer a lugares que antes le estaban vedados. Esto tiene que ver a su vez con los cambios ligados a la actividad laboral. A medida que la mujer iba ganando cada vez más espacio y protagonismo, iban apareciendo variaciones en la dinámica del hogar.

Los cambios sociales  necesariamente repercuten en la estructura familiar. Lo que antes se conocía como una familia tipo, hoy puede ser una especie en extinción.  Actualmente  hay distintas configuraciones de familia, cada una con roles quizás distribuidos de otra manera. Esto tiene sus luces y sombras, ventajas y desventajas, pero ha tenido que ver con una equiparación o mayor simetría entre el hombre y la mujer en la vida social.

Lo que llamamos “machismo” muchas veces es sostenido por la misma mujer. Es ella la que asume determinadas posiciones y los hombres se valen de eso. El machismo es retórico, está más presente en el discurso que en la vida cotidiana. A veces el que dice ser “el más macho de todos” termina siendo el que más lava los platos.

Algunos autores plantean que hay una declinación del hombre en la sociedad postmoderna; otros lo llaman la feminización del mundo.  Si lo analizamos puntualmente encontraremos claros oscuros. Hay cuestiones que son muy positivas, por ejemplo que un padre se pueda implicar más afectivamente con sus hijos, participar en el hogar sosteniendo a la familia no sólo desde lo económico,  sino desde la presencia, el afecto o el compartir diferentes momentos. Esto sin dudas es positivo y tiene que ver con que la sociedad actual ha permitido al hombre una mayor sensibilidad, lo que  en otras épocas no estaba bien visto. Lo que resulta negativo  es que se pueda perder la figura de autoridad que es absolutamente necesaria en la función del padre para la construcción de personalidades saludables en los niños. Para que un papá pueda  poner límites de forma adecuada, debe sentirse seguro y cómodo en su rol de padre.

Otra cuestión a tener en cuenta es el dinero como factor de poder en las relaciones. Si la mujer sostiene económicamente el hogar se pueden presentar situaciones de desvalorización hacia el hombre o bien puede pasar que sea el mismo  quien se sienta en inferioridad de condiciones.

Si hablamos de momentos compartidos, decimos que la calidad de tiempo no se debe medir en horas. Pero “cuando estamos juntos” debemos “estar juntos”. Estar pendientes del celular o la computadora a toda hora representa una interferencia en la relación con los chicos.

Cada uno a su modo y con los elementos que tiene a mano intenta ser el mejor papá para sus hijos. Con errores y aciertos se va construyendo un vínculo que perdurará en el tiempo y dejará huellas imborrables.

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Con el asesoramiento de Martín Teruel. Licenciado en Psicología

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