La historia del tenista salteño que ya compitió en 35 países

Matías Castro recorrió con el deporte más de 40 países y una de los continentes que más visitó fue Africa. “Estaba jugado”, dijo sobre el brote de ébola.

19 Dic 2014
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En 1993, a los siete años, empuñó por primera vez una raqueta y empezó a enamorarse del tenis. Fue a los 15 cuando decidió partir hacia Resistencia, a la Academia de Rubén Ré (formador de Leo Mayer y Agustín Velotti), ya que en Salta “se manejaba un tenis más social”, según cuenta. Matías Castro (1.176º del ranking) no es una maravilla. Se hizo profesional en el 2007 y nunca consiguió superar la barrera de los 900 mejores. “No soy un tocado. Soy un apasionado del tenis y me encanta. El objetivo que me propuse es dar lo mejor de mí cada día, mejorar en todos los aspectos y llegar a los torneos grandes, que es lo que busca todo jugador que lucha en futures”, dijo el salteño de 27 años en una entrevista con la edición digital del diario Olé.

Para el periodista que escribió la nota, German Martina, “hay una cuestión más particular en su historia”: Castro aprovecha cada semana para competir y recorre el globo como nadie: pisando una innumerable cantidad de lugares en el planeta. “Gracias al tenis jugué en más de 30 países (35) y conocí unos 48. Cuando tengo tiempo me escapo un rato a visitar algún otro”, confiesa este trotamundos.

A diferencia del máximo nivel, que cuenta sólo con un ATP en Africa (Casablanca), los futures ofrecen múltiples opciones. Y Matías ahí fue. A descubrir naciones como Kenia, Uganda, entre otras. Esta temporada fue a Gabón, de las más cercanas a toda la zona afectada por el temido virus ébola. “En los clubes y por el centro no se comentaba nada del tema. Es más, los organizadores decían que la TV hablaba de más. No me atemorizó porque ya había hablado antes con médicos y fui cuidadoso: trataba de estar limpio todo el tiempo y con el menor contacto con gente; una de las vías de contagio es mediante la transpiración”, narra. Pese a que asegura haber estado tranquilo, reconoce: “Me lavaba las manos todo el día, tenía miedo que algún afectado me saludara y me contagiara. Y rezaba. La verdad que estaba jugado. Cuando me fui de Gabón me quedé más tranquilo”, comenta Castro, a quien sólo le queda Oceanía como único continente por competir.

Pese al ébola, Matías lamenta la manera de vivir en muchas zonas africanas. Y sentencia: “En partes de Burundi, Kenia y Ruanda viven muy mal y se pueden agarrar enfermedades peores. Son desordenados y nada pulcros. Si vas a una villa de la Argentina te parece más limpia”.

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