Video: ¿cómo fue el secuestro de Macri que recordó hoy en Conferencia de Prensa?

Sucedió hace 27 años cuando el actual Presidente era vicepresidente de SOCMA y el hijo del poderoso empresario Franco Macri. Hoy dijo que los últimos meses y ese episodio fueron los "más difíciles" de su vida.

03 Sep 2018
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Mauricio Macri, en noviembre de 1991, reconoce el lugar donde estuvo secuestrado, en un sótano de la avenida Garay. CLARÍN

El actual presidente de Argentina, Mauricio Macri fue secuestrado en 1991 el 24 de agosto y liberado 12 días después. Hoy aseguró, en conferencia de prensa y luego de una semana agitada en donde se devaluó la moneda argentina, el dólar creció y se evaluó un profundo cambio de Gabinete, que estos cinco meses habían sido “los más difíciles de su vida”, luego del secuestro.



El entonces vicepresidente de SOCMA e hijo de un poderoso empresario como lo es Franco Macri, fue sorprendido y capturado el 24 de agosto de 1991 por delincuentes que le exigirían un importante rescate a su padre.

El secuestro fue a las 1.15 de la madrugada del 24 de agosto de 1991 y fue liberado el 5 de setiembre de ese mismo año, luego de 12 días. “Esa noche, mientras caminaba a paso sereno y algo distraído hacia la puerta de su casa, en Tagle 2804, una piña en la cara lo sorprendió. Uno de los tres delincuentes lo tomó del cuello y lo empujó hacia el interior de una camioneta Volkswagen blanca en la que lo esperaba un féretro. Macri fue maniatado con alambre y cinta adhesiva, desvestido, encapuchado y obligado a meterse en el ataúd donde –según él mismo relató- no podía ni respirar”.

“Me interceptaron, me sacaron la ropa y me metieron dentro de un ataúd, ahí empezó todo”, recordó Macri.


La camioneta arrancó y dos de los delincuentes se sentaron sobre el cajón. Luego, fue llevado a una habitación oscura de 3×3 metros apodada "la caja" y construida en el sótano de una casona de Garay 2882. Allí, permaneció en cautiverio 12 días, con un inodoro químico, encadenado y escaso contacto con sus secuestradores. Solo uno de ellos -quien se autoapodó "Mario"- lo trataba bien y le hablaba por un hueco de 20 centímetros que había en el techo y por el que también le pasaban comida.

"Mario se asomaba por el hueco por donde me pasaban la comida con un hilo y charlaba conmigo a las dos de la mañana, me contaba que era hincha de Boca. Yo le conté que mi sueño era ser presidente de Boca. Cuando mi padre pagó el rescate, fue mi peor momento porque no sabía si me iban a matar y debatían qué iban a hacer conmigo. Y Mario venía y me decía: 'Tranquilo que yo te estoy defendiendo'", dice  Infobae.



En el expediente figuran detalles de la habitación en la que estuvo días a la espera de su rescate. "La caja" tenía una cadena soldada a un perfil de hierro. Sobre el piso, había una alfombra persa. En las paredes, dos luces empotradas con cables a la vista, un televisor, una cama, una pileta de baño contra la pared, una mesa y una silla. Allí también estuvo encerrado cuatro meses el empresario Sergio Meller, quien fue secuestrado por la misma banda hasta que su familia pagó 4.000.000 de dólares por su rescate.

Macri comía lo que sus secuestradores le pasaban por el hueco del techo en una bolsa de nylon que tiraban por un tubo. Generalmente, era comida comprada en una rotisería de Parque Patricios. Durante esos días, se enfermó y debió ser medicado con antibióticos. Vivió entre la incertidumbre y el miedo a la muerte el peor manejo psicológico empleado por sus captores. Pasados los días, hasta lo obligaron a grabar un mensaje mientras negociaban el rescate con su padre, sin permitirle nunca cruzar una sola palabra con él.

Ninguno de los secuestradores le daba información sobre el curso de las tratativas, pero lo obligaban a leer los requisitos de la liberación, para luego reproducirle el audio por teléfono a Franco Macri: "Habla Mauricio Macri, con mi padre por favor".

“La mediatización del caso, incomodaba a los secuestradores quienes el sexto día perdieron la paciencia. Como no obtenían el dinero que deseaban, algunos querían liberarlo sin cobrar el rescate mientras que otros no pensaban soltarlo sin al menos unos millones de dólares”, indica Infobae.

Hasta que llegó el 5 de septiembre de 1991, a las 21.30, cuando alguien entró de golpe a la habitación de Macri. Le vendó los ojos, le quitó la cadena y le dio un jogging para que se vistiera. Lo metieron en el baúl de un auto y manejaron durante 45 minutos. El actual presidente tenía miedo de que lo maten. Sin conocer ningún detalle del pago del rescate, simplemente se limitó a rezar. Fue Mario quien lo ayudó a salir del baúl del Dodge 1500 y le habló calmo. Le dio dinero para que tomara un taxi, le enseñó cómo debía desatarse las manos y le aclaró que solo podía sacarse la venda de los ojos una vez que ellos se fueran.

Estaba cerca de la cancha del Deportivo Español, en un descampado de la autopista Riccheri y Dellepiane. Tomó un taxi y fue hasta Florida y Paraguay. Eran las 2 de la madrugada. "Al taxista le dije: 'Hasta Ocampo y Eduardo Costa'. En el camino comprendí que con los periodistas rodeando la casa de mi padre convenía llamar por teléfono para que me vinieran a buscar. Le pedí al taxista que me llevara a Florida y Paraguay, cerca de mi oficina. Desde allí llamé y me atendió mi hermano y le dije dónde estaba para que me vinieran a buscar", precisó en una nota tras el suceso.

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