¿Cómo se sienten los fieles con un Milagro tan atípico?

Tras las nuevas medidas dispuestas para dicha festividad este año, un psicólogo social manifestó que no sacar a los santos patronos en procesión implicará angustia existencial para los devotos.

08 Sep 2020
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Archivo LA GACETA

En el contexto de las recientes medidas de suspensión de la fiesta del Milagro de Salta, (incluyendo los rezos de novena y la procesión) para frenar el contagio de covid-19, muchos salteños y peregrinos devotos sienten una gran incertidumbre por no salir en procesión a renovar el Pacto de Fe, que se realiza con los santos patronos salteños y que ha sido continuo desde el suceso original hasta nuestros días.

Esta será una fiesta del Milagro atípica, debido al contexto de pandemia y la cantidad de infectados por covid-19, que creció exponencialmente en agosto y lo que va de este mes. Muchos creyentes y peregrinos se sienten desconcertados, viéndose impulsados a profesar su fe de otras maneras. Micaela Salva, fiel peregrina de la Puna, expresó a LA GACETA con la voz entrecortada su tristeza por no celebrar el Milagro. "Es un gran golpe, siento un dolor y un vacío en mi pecho porque no haya procesión. Pero aunque nuestros pies no caminen, nuestro corazón va a hacia el altar del señor. Me duele mucho la pandemia, nos cortó los pies para poder ir; pero la esperanza nunca murió. Este año fue difícil aceptar que no vamos a encontrarnos con nuestros hermanos, cantar, alabar y que el cielo, el viento y el cansancio nos acompañen. Es duro no ver cara a cara a los patronos, pero seguimos pidiendo y agradeciendo fervorosamente. Pedimos por médicos y enfermeros, para que la pandemia desaparezca. Pedimos por la gente de seguridad" relató.

Gentileza: Micaela Salva

En diálogo con LA GACETA,  el psicólogo social y profesor e investigador de la UCASAL,  Mario Verde, analizó este fenómeno social atípico que es la suspensión de un ritual social, que se mantiene vivo en la memoria colectiva gracias a su repetición anual. “La fiesta del Milagro se genera a partir de un acontecimiento: el terremoto en Esteco. Todos conocemos la historia, hubo un terremoto con réplicas que cesó cuando los santos fueron sacados en procesión. Ese hecho real y objetivo indica que los terremotos hubieran cesado igual, pero el asunto es que ocurrió así”, expresó. “Aquí se abren dos caminos: uno es la ‘verdad de creencia’, que sería una verdad que requirió de un acto de fe, y a partir de allí se ha vuelto un hecho sobrenatural, entendido como una intervención divina, que tomó el nombre de  ‘Milagro de Salta’. Se practican cultos religiosos y sigue vigente porque se renueva  todos los años: gracias a eso se mantiene vivo. Eso es el culto, tomado desde su origen” dijo.

Archivo LA GACETA

“Por otro lado, desde la ciencia social positiva, este es un hecho natural y no sobrenatural, dado que el cese del terremoto habría de ocurrir sí o sí, pero por coincidencia ocurrió después de que los santos fueran sacados en procesión. La ciencia positiva no requiere un acto de fe, sino de comprobación, así como se comprueba que el agua hierve a 100 grados” expresó el investigador. “Debe ser comprobado para que pueda ser aceptado, entonces no vale la condición del acto de fe, requiere algo más que eso. Pero hasta aquí llega la ciencia y se detiene” dijo.

En cuanto a su interpretación del Milagro desde la psicología social, postuló que “todo el acto religioso dio lugar a un gran imaginario social fabuloso, cuya teoría solemos dar nosotros en la cátedra. Es una representación social: la reconstrucción y la repetición en las mentes de las personas de un acontecimiento que ocurrió lejano en el pasado, y que forma parte de una memoria colectiva. Puede que desaparezca con el tiempo o que se mantenga viva. Para ello tiene que haber un ritual, como en el caso del general Güemes. El acontecimiento, los personajes pertenecen a un pasado lejano, pero gracias a rituales se mantienen vivos”.

En cuanto a lo que implica una celebración tan atípica del Milagro para los creyentes, sin novena y sin procesión, el profesor aportó desde su campo qué sucede en las personas devotas al suspenderse un ritual tan cargado de significados. “Desde el foco de la creencia y culto religiosos, esa interrupción va a afectar a una inmensa colectividad de gente. Y todo lo que ellos se han preparado para cumplir este culto, se frustra. A esa gran frustración se agrega el contexto de la pandemia. De por sí hay una incertidumbre, una confusión, y se les va a cortar el ritual de repetición para renovar un culto. Y eso choca contra el impulso natural que tiene el creyente: se siente desconcertado, incómodo. Hasta es muy probable que sienta angustia del tipo existencial,  porque su fe se ve puesta en juego con dicha interrupción. Costará aceptarlo” reconoció Verde. “ En cambio, desde el lado objetivo y científico, formará parte del gran marco de incertidumbre y pandémico que se vive, y ya. Es menos cantidad de gente la que no se verá afectada. Pero para los fieles tiene grandes implicancias internas,  porque allí la protagonista es la fe, no la racionalidad de la ciencia” concluyó.

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