Autoestima y redes sociales: por qué no conviene abusar de los filtros

Las redes sociales no llegaron solas y las nuevas tecnologías permiten la utilización de efectos faciales que coinciden con los estándares de belleza actuales.

10 Sep 2020
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Las redes sociales están asentadas en la vida de los jóvenes desde hace tiempo, casi no hay adolescentes o adultos jóvenes que no tengan cuentas en por lo menos una red social. Esta invasión de mundos virtuales llegó con sus actualizaciones y, con ellas, los filtros.

En un principio muchos alucinaron con el famoso “filtro del perrito”, un efecto que añadía nariz y orejas caninas a quien se sacaba la foto. Con el tiempo fueron perfeccionando su tecnología y variando sus funciones. Así llegaron a las redes muchos filtros que “mejoran” la cara de las personas según los cánones de estética de la sociedad actual.

Pestañas largas, pómulos marcados, algunas pecas alrededor de una nariz esbelta, labios voluminosos y muchas más alteraciones en el rostro pueden alcanzarse con el uso de ellos. Sin embargo, aunque a simple vista sólo se utilicen con el fin de embellecer un rostro o un paisaje, estos filtros podrían causar problemas en la autoestima de las personas, según dijeron algunas especialistas consultadas por LA GACETA.

Gabriela Edith Latina, directora del Instituto de Neurocoaching Consciente, explica que al usar de manera excesiva los filtros uno no se está aceptando como realmente se ve, lo que lleva a crear una imagen irreal de sí mismo. “El peligro de estos filtros es que afectan tanto la autoimagen como la autoestima. Si me acostumbro a verme a mí mismo a través de una imagen distorsionada puedo disociarme de mi verdadera imagen e incluso desarrollar lo que se conoce como dismorfia corporal”, sostiene.

En este sentido, la psicóloga Mabel Alonso afirma que sí recibe cada vez más consultas asociadas a dismorfia corporal. “Los abusos de los filtros de los dispositivos actuales, redes sociales e imposiciones de la moda agudizan la insatisfacción corporal y tienen efectos psicológicos perjudiciales”, continúa.

Para la especialista, esto tiene que ver con un nuevo estándar de belleza digital y las herramientas de embellecimiento instantáneo, que tienen -asegura- fuertes efectos en la construcción de la representación mental de nuestra imagen corporal.

Según la psicoanalista, que este fenómeno esté presente mayoritariamente en el ámbito adolescente no hace más que confirmar los estándares actuales de moda y la necesidad de los chicos de pertenecer.

Adriana Lamas, psicoanalista, sigue la misma línea que las demás especialistas consultadas: los filtros sí producen efectos en la autoestima de las personas. “Las tecnologías permiten al sujeto sumergirse en un mundo perfecto, sin fallas. Allí aparecen los filtros. Una vida social virtual en donde el otro no presenta obstáculos frente al ideal que todos querríamos ser”.

Efecto like

Los “me gusta” que las personas reciben después de cada publicación podrían expresarse como símbolos de aceptación del resto, algo que, según Latina, podría tener severas consecuencias a futuro. “Al no aceptarme y crear una imagen irreal de mí mismo para lograr más likes en las redes genera que mi autoestima dependa de cómo me ven los otros. Si esto no se trabaja, se profundiza el malestar, lo que podría causar hasta estados depresivos por la falta de aceptación”.

Para Lamas, el tema de los likes también es central en esta cuestión. Para ella, los “me gusta” le devuelven al adolescente una imagen de su cuerpo de la cual goza sin mirarse al espejo, e incluso significa el reconocimiento del otro con solo presionar una tecla. “Pendiente de este reconocimiento encuentra en cada like un mensaje del otro que lo calma y le da un lugar que no encuentra fuera del espacio virtual, logrando así generar un lazo sin necesidad de ‘poner el cuerpo’, del encuentro con el otro. La primacía de lo imaginario y de la virtualidad en la comunicación actual, la infinidad de objetos tecnológicos y la velocidad cada vez mayor del acceso a redes, conforman una vía identificatoria para los jóvenes que crea una ilusión de una comunidad virtual”.

Encontrar un límite

No dejarse influenciar y hacer algo al respecto está al alcance de nuestras manos. Trabajar en esta situación para que no afecte en la vida y en el futuro de la sociedad es clave. Para eso, Alonso entiende que cuando esta problemática llega al punto del trastorno dismórfico corporal, caracterizado por el malestar excesivo por un defecto físico que la persona percibe, se requiere atención terapéutica de un profesional. “Si hay acostumbramiento a verse a uno mismo a través de una imagen distorsionada y no lográs el equilibrio con tu imagen real, es necesario consultar”, afirma.

Además, sugiere alguna intervención estatal que se encargue de la regulación legal de los alcances de las redes. “Para los adolescentes no es sano que a esa edad, en la que se forja la identidad de la persona, se expongan a un estándar ficticio y perverso”.

En los casos más leves, sin necesidad de llegar al extremo de una enfermedad de la mente, Latina no cree que sea necesario suspender el uso total de los filtros, sino reducir su utilización para evitar hábitos que sean perjudiciales.

“Considero que el límite a la hora de usar filtros de Instagram se trata de distinguir cuando estoy en el límite entre la diversión y la obsesión por lograr una imagen que no es real. Si no lográs subir una foto sin filtros deberías empezar a preguntarte si eso está bien, y a partir de ahí encontrar el límite”, sugiere la coach.

(Producción periodística: Homero Terán Nougués)

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