"Estamos más unidas que nunca": la pandemia la obligó a reinventarse por su hija

Conocé la historia de Lorena, una mamá que cambió radicalmente su trabajo y su forma de vida para proteger a Manuela. El aislamiento las unió y juntas lograron cosas impensadas.

17 Oct 2020
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Imagen gentileza: Lorena Sanguedolce

Lorena es mamá de Manuela, una niña de 5 años con síndrome de Down. Lorena es odontóloga y pasaba mucho tiempo fuera de casa porque hasta que la pandemia alcanzó a Salta tenía dos trabajos: uno en la salud pública y su consultorio privado. Mientras tanto, un día en la vida de "Manu" consistía en ir al jardín y luego a sus terapias de aprendizaje.

A fines del año pasado, la niña sufrió una infección viral respiratoria que la dejó en coma y con respirador. “Estuvo realmente grave”, contó Lorena. Cuando Manuela se recuperó, el covid-19 comenzaba a hacer estragos en la Argentina. “Su pediatra me prescribió seriamente quedarme en casa y dejar de trabajar y de tener contacto con todo mi entorno, porque si la contagiaba podía ser fatal para ella: un virus mucho más suave la había dejado en coma, imaginate”, relató a LA GACETA.

Lorena conocía acerca de un decreto dispuesto a principios de la pandemia, por medio del cual se podía exceptuar de ir a trabajar en organismos públicos a personas de riesgo. “Recé mucho para que me lo otorgaran. Era mi única esperanza y era muy difícil que se diera, porque en mi caso la persona en riesgo era mi hija, no yo”, explicó. La mujer consiguió el permiso, pero al dejar de trabajar también en el sector privado, sus ingresos disminuyeron y costear los tratamientos de la niña no fue fácil.

Ante la necesidad, Lorena no se quedó con los brazos cruzados, comenzó a vender pastas. “Empecé con recetas caseras. Vengo de familia italiana. Mi papá murió cuando yo era muy chica y mi mamá nos sacó adelante de la misma forma", contó.

La nueva normalidad les cambió la vida a las dos. “Manu también tuvo que suspender todas sus actividades y terapias, así que me convertí un poco en maestra, en acompañante terapéutica también. Pero lo que logramos juntas fue increíble”, reconoció Lorena. “Fue impresionante. Mi hija alcanzó objetivos impensados de salud, cognitivos y emocionales. Comprobé que la presencia de los padres en casa los ayuda muchísimo. Ahora estamos más unidas. Yo antes tenía dos trabajos, iba y venía, no la veía tanto tiempo”.

A pesar de los desafíos que les puso la pandemia, Lorena rescató el crecimiento que tuvieron como madre e hija. “Nos entendemos mucho más. Los avances personales de ambas fueron gigantes, y los valoro infinitamente”, manifestó.

Mientras su pequeño negocio de comidas prosperaba gracias a las redes sociales, vecinos y parientes, las acompañantes terapéuticas de Manu guiaron a Lorena para que le enseñara cosas y trabajara con ella. “Tuvo pequeños logros que para nosotras significan un  mundo: está dejando los pañales, duerme más horas, mejoró su conducta, su entendimiento y está mucho más conectada”, dijo emocionada.

En su nuevo rol también de maestra, la odontóloga destacó la labor de las maestras de su hija: “las chicas del jardín del Uzzi College hacen su tarea increíblemente. Me enseñan a que yo le enseñe. Manu ahora se entretiene por mucho más tiempo, hace las tareas que le pido y comprende mucho más los objetivos que se le ponen”, destacó la madre.

En medio de este contexto, el domingo no será un día más para ellas. “Si algo puedo sacar de todo esto, es cómo se reforzó nuestro vínculo". "Pasar tantas horas con ella para mí era impensado porque tenía que trabajar para mantenernos. Pero ahora estamos más unidas que nunca y nos amamos mucho más", concluyó.

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