Una invitación a vivenciar el Requiem de Mozart

La Sinfónica, el Coro de la UCASal, el Estudio Coral IMD y solistas invitados interpretarán la última obra del compositor alemán.

31 Mar 2015
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Coreutas y sinfónica en concierto.

La Orquesta Sinfónica de Salta se ensamblará al Coro de la Universidad Católica de Salta, al Estudio Coral IMD y a las voces de los solistas Belén Díaz Falú (soprano), Mara Szachniuk (mezzo-soprano), José Velardez (tenor) y Sergio Wamba (bajo) para ejecutar el Requiem de Mozart. El concierto, con entrada gratuita, será hoy, en la Iglesia La Viña (Alberdi y San Juan). Será la celebración previa a la Semana Santa.

Mozart escribió el Requiem –o misa de difuntos para la religión católica-, al final de su vida por encargo de un personaje desconocido que llegó a su casa vestido de negro. Incluso no llegó a terminarla aunque dejó un par de anotaciones para que su discípulo, Franz Xaver Süssmayr, la termine. Y así fue

La historia cuenta que el conde Franz von Walsegg envió a ese enigmático emisario a pedirle al músico que componga una obra para el funeral de su esposa. Pero el genio de Salzburgo "lo sintió como una señal del destino, que iba componer la música de su propio funeral", anticipa la soprano Belén Díaz Falú, una de las invitadas el concierto.

“Es muy interesante cómo Mozart, al final de su vida, estaba humildemente cerca de Dios. Por eso, en algunos pasajes, le pide el descanso eterno y que la luz eterna lo ilumine”, detalla el director Jorge Lhez.

Esta no es la primera vez que la Orquesta Sinfónica interpreta este emocionante texto litúrgico que dura 40 minutos. Irena Urushadze, está en la primera fila de violines e integra la agrupación musical hace diez años. Conoce este Requiém a la perfección y lo sigue estudiando. Para ella es “la obra más sublime y completa escrita durante la historia de la música” e interpretarla la transporta. “Tiene un sonido celestial”, agrega la artista de Georgia.

Tanto para los músicos como para los cantantes -preparados por Luciano Garay-, interpretar el Requiem de Mozart es un desafío. Para unos es más difícil que para otros, pero lo cierto es que “tiene una complejidad técnica y emocional muy grande”, destaca Lhez.

“Es una de las obras que mejor representa la relación del texto con la música. Mozart estaba enfermo cuando la compuso, sólo llegó a terminar la parte de los coros, el primer violín y el bajo. Al resto de la obra la terminó su alumno. Tiene partes de la celebración litúrgica y partes de la misa de difuntos. En ella pone en relieve la majestuosidad de Dios. Habla desde el lugar de la creatura que le pide a su creador que tenga misericordia de él”, explica el maestro.

El Requiem es una obra para funeral, es decir para la muerte. “Es totalmente diferente tocarla desde la orquesta que escucharla desde la audiencia porque se arma una armonía perfecta y completa. En la composición no falta nada, los acordes son completos. La dificultad de interpretarla está en transmitir su sentido melancólico y dramático, con ese toque de misterio”, finaliza la violinista. 

"En esta obra, Mozart dejó todo"

Desde el punto de vista vocal, la obra también exige mucho análisis. La soprano Belén Díaz Falú cuenta que “el Requiem demanda mucho esfuerzo porque hay que respetar el estilo del compositor" y agrega "la parte coral y de los solistas es de una calidad armónica muy elevada. En esta obra, Mozart dejó todo, desde su capacidad de jugar con la música hasta de transmitir sus sentimiento. Lleva al espectador a sentir cada palabra y cada melodía”.


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