“Carlos Aparicio hacía cuentos fantásticos sin extraterrestres”

Con estas palabras , el realizador Alejandro Arroz describió la obra del gran narrador que falleció hoy a los 80 años.

02 Abr 2015
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Carlos Hugo Aparicio estaba por cumplir 80 años y su salud estaba deteriorada desde hace tiempo. Sus hijos se dedicaban a cuidarlo. Falleció hoy. Una muerte esperada, quizás, pero dolorosa porque se fue un gran maestro de la narrativa e inspirador de las nuevas generaciones. Sus restos son velados en Pieve y serán inhumados mañana a las 15, en el Cementerio de la Santa Cruz.

A lo largo de su vida escribió elogiadas obras como “Pedro orilla”, “El silbo en el aire”, “Trenes del sur” –traducida al francés-, “Sombras de fondo” –que se reeditó el año pasado-, entre otras. Su última creación fue “Días de viento”.

La literatura del narrador jujeño radicado en Salta llegó al cine a través de la película “Luz de invierno”, dirigida por el realizador Alejandro Arroz. El filme agrupa tres cuentos –y medio- y un poema de Aparicio. Cuenta tres historias independientes cuyos personajes no sólo comparten una similar situación social, como la vida en los asentamientos de la periferia-, sino también una misma mirada ante la vida y el valor del éxito en Latinoamérica.

“Carlos era un hombre generoso que nos ayudó mucho durante el rodaje de sus cuentos. Me acuerdo que cuando terminamos de filmar ´Luz de invierno´ me dejó un mensaje en el teléfono que guardé durante muchos años donde me decía que le habíamos mejorado la obra”, cuenta Arroz, quién conoció la obra de Aparicio cuando estudiaba en Buenos Aires a través del artista Alberto Klix Cornejo.

Arroz también filmó ocho cuentos del narrador y los tituló “Historias de la orilla”. El largometraje se estrenó en Salta pero todavía no llegó a la televisión pública.

Hace unos años se había propuesto un nuevo proyecto: llevar al cine la novela “Trenes del sur”. Aparicio lo estaba ayudando. Le había entregado el original del libro y se juntaban a hablar sobre la obra, pero la salud del poeta se fue deteriorando y no pudieron continuar.

Alejandro se confiesa un gran admirador de su amigo, Carlos Hugo Aparicio. “Su obra es de una aparente simpleza por que hacia cuentos fantásticos sin extraterrestres y les sumaba lo social. Su literatura no habla de Salta sino de Latinoamérica”, finalizó. 

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