Juana Figueroa: una milagrera a orillas del canal

Los vecinos están convencidos de que ella es la principal protectora de los trabajadores de la calle, especialmente de las prostitutas.

17 Ago 2014
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EL SANTUARIO. Aquí fue asesinada Juana Figueroa. FOTO TOMADA DE PORTALDESALTA.GOV.AR

En los márgenes del canal de la avenida Yrigoyen hay un santuario al que nunca le falta una vela. Las personas llegan a pedirle a Juana Figueroa que los proteja.

Los días lunes desde las 19 a las 22:30 se hace la apertura de la puerta para que concurran todos los devotos. Los vecinos de la zona confirman que son numerosos los fieles que se acercan hasta el puente cercano a la terminal. Aseguran que la milagrera es la principal protectora de todos los que trabajan en la calle, pero principalmente de las prostitutas. Allí, en esa esquina y hace más de cien años, tuvo lugar el crimen de una mujer. 

“La gente viene con mucha fé porque ella los escucha, ella ayuda mucho a las mujeres, a los matrimonios. Principalmente le piden por trabajo, por problema de matrimonio, el tema de la violencia familiar, vienen muchas prostitutas para pedir que las protejan”, dijo a LA GACETA una vecina.

La historia

Juana Figueroa falleció en 1903. La mató su marido. Aquel día, el periódico salteño La Montaña tituló: "HALLAZGO FÚNEBRE: Ayer por la tarde algunos menores, hijos del administrador del Cementerio, en circunstancias que se dirigían a bañarse en la corriente de agua de La Zanja del Estado, en la dirección de la calle San Luis, a una corta distancia del este del Puente denominado Blanco, sintieron un olor nauseabundo que parecía salir del medio de los yuyos de ese punto. Los menores de referencia dieron aviso a sus padres del hallazgo fúnebre y acto continuo éste se apresuró a dar cuenta a la policía”.

Días después, el matutino refiere que “como consecuencia de la denuncia aparece una mujer llamada Juana Figueroa de Ponce, manifestando que una sobrina de nombre Juana Figueroa, de 22 años, casada con Isidoro Heredia, carpintero; había desaparecido hacía tiempo y sospechaba que el cadáver hallado en el Puente Blanco podría tratarse de ella”.

Nuevamente, al igual que en el caso de Sanhueso, la justicia local encarceló al culpable. Esta vez, el marido de la difunta, Isidoro Heredia, carpintero, fue condenado a prisión por asesinar a su esposa de un golpe en la cabeza, con una herramienta de trabajo.

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