La coplerita con Facebook recibe centenares de visitas

Es una pequeña mujer que, a diario, baja por los caminos de los cerros hacia el pueblo para ofrecer a los turistas su poesía y su humor.

03 May 2015
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La plaza principal de Cachi es su escenario. Todos los días, de 13 a 15.30, realiza su presentación y no cobra entrada, su espectáculo es a la gorra. Se trata de Silvia Tolaba. “La coplerita de Cachi, también en Facebook”, se presenta ella misma cada vez que un turista se acerca a saludarla.

Diariamente, Silvia regala a los visitantes, a la hora del almuerzo y la siesta, algunas de sus coplas cargadas de sapiencia y humor.

Hace poco más de un año, esta cacheña realiza a diario un viaje en bicicleta de casi cuatro horas, desde su casa hasta la plaza, para ofrecer este característico canto de la región. “Siempre me gustó la copla; antes las escribía y las estudiaba para venir a la plaza, ahora ya me salen solas”, contó Silvia, una mujer de 50 años y no más de 45 kilogramos.

“¿Es una nena?”, preguntan algunos turistas que desde lejos escuchan su poesía con una voz aniñada y ven una figura pequeña al lado de un árbol centenario. Pero cuando se acercan, se encuentran con una cacheña que enseguida da charla y ofrece una fotocopia con algunas de sus coplas escritas.

“Estoy en Facebook también”, resalta Silvia, luego de saludar y sacarse fotos con sus espectadores casuales.

Así es, la coplerita tiene más de 730 amigos en esta red social. Todos de distintos lugares del país, que la recuerdan y comentan en su muro periódicamente.

Según cuenta, Silvia es feliz yendo todos los días a la plaza, tocar la caja y recitar sus coplas. “Antes juntaba leña para vivir, pero ahora ya tengo los chicos grandes y la intendenta me dijo que siga haciendo lo que me gusta”, explica la coplerita a LA GACETA.

La coplerita es mamá de cuatro chicos, el más grande tiene 30 años y la más chica 13. “Y no tengo marido hace más de 10 años”, resalta Silvia, quien vive con su padre en la parte alta de Cachi.

Ella sabe que más tiempo le demanda ir y volver en bicicleta, desde su casa hasta el pueblo y viceversa, que quedarse en donde vive recolectando leña. Pero es que disfruta cada contacto con los visitantes, ofreciéndoles sus coplas, según cuenta. Por eso, aclara, no siente cansancio.

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