Derechos Humanos: una condena que no dejó feliz a nadie

Los familiares de los desaparecidos en la dictadura recibieron la sentencia por la causa Ragone con disconformidad. Estos son sus motivos.

30 Jun 2015
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Los familiares de desaparecidos y víctimas del terrorismo de Estado acudieron ayer a escuchar la sentencia por la causa Ragone, sabiendo que sólo los dejaría conformes un fallo: condena efectiva en una cárcel común.


“Pedimos lo que pedimos siempre, la condena efectiva en cárcel común”, dice Berta Lozano, fuera del juzgado, minutos antes de la sentencia, mientras las bandas que habían ido a “hacer el aguante” a los familiares empezaban a tocar. “Solo espero que se haga justicia de verdad”, afirma Germán Rosano; con seis fotografías en sus manos, fotos de personas que conocía y quería y que desaparecieron entre el año 1975 y 1983.



Ramona Jesús Romero tiene 76 años y aclaró apenas empezó la entrevista que le gusta que le digan “Momi”. Llegó ayer a la mañana desde Tucumán sólo para escuchar esta sentencia. Los años le pesan. Tiene un bastón y apenas puede caminar. Pero vino porque quiere escuchar que se haga justicia por su hermano. El retrato que sostenía entre sus manos algo temblorosas es de él. Cuenta que ella tenía 16 cuando él nació. Que hasta le cambiaba pañales y en parte se sentía su madre además de su hermana. Lo mataron en el 75. Cuando le comunicaron lo sucedido a su madre, ella murió de angustia y ella tuvo que venir a Salta a recoger el cadáver de su hermano y después volver a Tucumán para preparar dos velorios. Dijo que la policía la basureó, que la hizo pasar por los peores vejámenes acá en Salta.



Como el fallo, programado para las 15.30, se hizo esperar, Momi salió afuera del juzgado y pidió el micrófono, donde las bandas tocaban para los que habían ido a hacer el aguante. Se hizo un silencio respetuoso, las banderas siguieron flameando y se escucharon estas palabras:



La desolación y decepción se percibieron en los ojos que se llenaron de lágrimas cuando el fallo se escuchó y no conformó a nadie: a uno de los acusados, para el que habían pedido prisión perpetua, le dieron tres años de prisión, que ya cumplió y por ende irá a su casa. También irán a su casa los demás acusados, que fueron hallados culpables pero gozarán del beneficio de la prisión domiciliaria.

“Pensábamos que el fallo iba a ser diferente, no ha cambiado nada. Es un golpe bajo. Yo tenía mis esperanzas”, dice una mujer. Lenina Lescano, militante de los Derechos Humanos en la provincia, le suma indignación a esa desolación: “en Salta no se investiga, no se investiga nadie. No se sabe dónde están los desaparecidos, donde están enterrados… es realmente indignante que estos genocidas vayan de nuevo a sus casas. La cárcel domiciliaria es una burla”. En la puerta muchas mencionan esto: en Buenos Aires, Jorge Rafael Videla murió en una cárcel, en Salta todos están en sus casas de campo.

Clotilde Ragone también contenía sus lágrimas. “No es una desilusión porque me lo esperaba. Todos siguen en su casa, tranquilos. Los nuevos testigos no saben nada, les dieron tres años”. Miró a la cámara y les habló a ellos, a los acusados de secuestrar al ex gobernador Miguel Ragone: “No sabemos nada del cuerpo de mi padre, por eso si a Lona y Guil escuchan este mensaje mío, es un favor que les pido, que nos hagan llegar alguna novedad, se los pido de todo corazón, no queremos nada más. La cosa de la justicia las dejemos dónde están, pero que de alguna manera nos lo digan, queremos saber dónde está el cuerpo de mi padre. Mi madre ya tiene 94 años, estamos contrarreloj”. La mujer miró a la cámara y pidió eso: que le digan dónde escondieron el cadáver.

Natavidad Gómez también sale abatida. El retrato entre sus manos es de su hermano. “Salió de su trabajo y de ahí no supimos más nada, fue en el 76”, dijo. Su enojo con el fallo es evidente: “Cómo le van a dar prisión domiciliaria si es un asesino, todo porque es gente rica, porque tienen qué se yo. Eso para mí es injusto”, dice.

Ramona – Momi- es una de las últimas en salir. “Yo esperaba que estos ladrones, genocidas, violadores vayan a la cárcel común y que se pudran ahí. Hace cuarenta años que mataron a mi hermano y sólo espero esto”, dijo. Trata de tranquilizarse y añade: “Tus hijos, tus nietos, van a tener un mundo mejor gracias a la entrega condicional de estas personas que hoy no están”.

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