Griselda Moreno o la mujer que se convirtió en montaña

Montañista, nadadora, cineasta, escritora y caminante, la salteña es fundadora de un proyecto que convoca mujeres latinoamericanas para conquistar alturas. Conocela en esta nota.

01 Ago 2015

Dice Griselda Moreno que en la montaña las personas se quedan desnudas. Que el esfuerzo, los extremos, las soledades y el límite dejan a la vista quiénes somos en lo profundo, cierta cualidad humana que nada más se devela a ciertas alturas.

La de ella viene siendo una vida atravesada por descubrimientos así. A los 40 años, con figura adolescente y energía de atleta, esta salteña caminante pasó la mitad de su historia en busca de vidas que necesitaba ver de cerca, pasarlas por el tiempo de su propia experiencia, ponerles el cuerpo y después contarlas en blogs, libros o el formato que estuviera a mano.

Recién llegada de Cusco, donde convivió durante un mes y medio con mujeres montañistas de todo el continente, Griselda anuncia el cuarto encuentro de Mujer Montaña, a realizarse en Bogotá, Colombia, durante un par de meses de 2016. El proyecto la enciende mientras lo cuenta, aunque sea uno más de muchos igual de intensos que la tienen al frente, al lado o detrás, como el imparable Cine a la Intemperie, que desde 2009 continúa en marcha por donde vayan abriéndose pantallas y puertas. "Soy montañista, comunicadora social, maestra de danzas, nadadora y deportista de toda la vida", se define, y ubica los inicios de la inercia en las piletas del Club Gimnasia y Tiro, en la Asociación Sirio Libanesa, donde iba a nadar en bloque con sus cuatro hermanos.

"Siempre me gustó caminar, las travesías, el senderismo, salía muchas veces sola. Cuando terminé la universidad en Córdoba, quería empezar la universidad de viajar por el mundo. Siempre tuve dentro mío la certeza de que mi misión era contar historias, no importa de qué tipo, pero tenía que contarlas, basadas en vivencias propias", cuenta.

A los 22 años se fue becada a Australia, y algunos años después subió a su primera montaña, invitada por una amiga, sin saber lo que la estaba esperando, en la cima del Nevado de Acay, a 5750 metros sobre el nivel del mar, muy cerca de San Antonio de los Cobres. "Me sentía muy bien en la montaña, como en mi casa, como si la altura no me afectara. Todo el grupo estaba afectado y yo no. Me asombró eso, me sentí tan feliz que pensé que podría ser algo mío, y desde entonces no paré nunca más", asegura.

A los pocos años ya era una experta, y regresó a la veta motor del género. Mujer Montaña, fundado junto a Denis Sanjines, comenzó en Bolivia y agrupó mujeres que vibraban igual de alto y de lejos. En 2014 se propuso la primera expedición femenina y multi generacional que escaló las nueve cimas del Nevado de Cachi y entre junio y julio pasado avanzaron sobre los andes peruanos con la tercera edición. "Mujer montaña habla de un concepto muy interior de la mujer que está ligado a eso de lo que nosotras podemos ser capaces. No para pelear de manera feminista por el sillón del director del banco. Mujer montaña apunta a sacar una fuerza interior en femenino, y que nos dice que somos capaces de hacer muchas cosas, de renacer, de revivir", explica.

-¿Qué se necesita para ser montañista?

-Depende de cómo lo practiques. El mundo del montañismo, cuando se practica como lo hago yo, con una característica muy espiritual, es ser un caminante en solitario y al mismo tiempo en compañía. A veces caminamos en silencio no solo por una cuestión fisiológica de ahorrar energía, porque hablar desgasta y todo después de los cinco mil metros es un esfuerzo, sino también porque hay una mística en el ser montañista, ligada a este mundo espiritual interno y el poder conversar tantas cosas con una misma.

-¿Es un camino de acceso a conquistas internas además de físicas?

-Es una meditación muy activa, el mundo de la montaña permite develarte, es una de las actividades que más desnudan a las personas, en lo que realmente sos como ser humano, cómo te comportás, te descubrís, explorás tus límites, llegar al umbral de no poder más y sin embargo con palabras de ánimo podés superar ese umbral. No das más y seguís dando más. ¿Qué hace que eso pase? Lo espectacular es poder descubriro. Siempre podemos más, conocer dónde está el límite, o si está en la mente.

-¿Qué límites encontraste vos?

-El límite del cuerpo y el corazón son distintos. El corazón es el que más puede, infinitamente, y también vinculado al amor por lo que hacés, el de las personas que te acompañan interiormente y te empujan. Son quienes te acompañan como si estuvieran ahí. El amor que uno siente por las personas queridas cuando has podido despegarte de la presencia física, del pensar que los querés porque los ves, cuando podés tenerlos dentro para siempre. Cuando eso pasa nunca más vas a estar sola, y yo siento eso. Te hace libre, la montaña me da una libertad que no me da ningún otro lugar, la infinitud, la vastedad y pequeñez del ser humano.

-¿Cómo es llegar a la cima?

-La montaña se hace cuando volvemos a casa y podemos abrazar a los amigos. Ahí hacemos cima, la cima real. Llegar a la cima no sirve de nada si no fuiste inteligente como para regresar.

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