El caso Puccio

En junio pasado se publicó El clan Puccio. La historia definitiva, el libro de Rodolfo Palacios que sigue figurando en las listas de best sellers. Desde su estreno, en agosto, la película de Pablo Trapero se encamina a convertirse en uno de los films más vistos de la historia del cine argentino. El próximo miércoles se estrena Historia de un clan, la serie televisiva dirigida por Luis Ortega. ¿Qué hay detrás de esta historia que impacta a los argentinos?

06 Sep 2015
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la nación-brando-/Foto de Ignacio Sánchez

Por Juan Manuel Montero

PARA LA GACETA - TUCUMÁN


Alejandro Puccio era un wing que tenía todo para sobresalir. Si bien no era de los más imponentes (en una época en la que los backs argentinos no sobresalían por su físico), Puccio tenía una velocidad y una fiereza que lo destacaban. Tanto que no solo se ganó un lugar en la primera del CASI, uno de los clubes de mayor alcurnia del rugby argentino, sino que además fue convocado para Los Pumas. Esa misma fiereza lo erigió en la mano derecha de su padre, el temible Arquímedes. Fue Alejandro el que utilizó sus contactos para atraer a sus víctimas. Y si bien él tenía todo para dejar grabado su nombre en el deporte de la ovalada, el apellido pasó a la historia identificando a una de las familias más siniestras de la historia policial argentina.

La casona de San Isidro, oculta detrás de enormes paredes y un portón blindado, la camioneta japonesa con la que Arquímedes se paseaba por el barrio y la estrella de Alejandro brillando en el CASI hacían de los Puccio una familia modelo. Nada hacía suponer que en el segundo subsuelo de esa mansión se cometerían algunos de los hechos más aberrantes de la década del 80. El país aún se desangraba con la guerra de Malvinas y la dictadura comenzaba a agonizar. El 22 de junio de 1982 Ricardo Manoukian, un empresario de 24 años, fue secuestrado y se pidió un rescate de 250.000 dólares. La familia de la víctima pagó, pero a Manoukian lo mataron de tres balazos en la cabeza ocho días después. A él le siguieron Eduardo Aulet, secuestrado el 5 de mayo de 1983 y asesinado luego, y Emilio Naum, de 38 años, a quien secuestraron y mataron en junio de 1984. La banda fue desarticulada el 23 de agosto de 1985, cuando la Policía allanó su casa y encontró secuestrada a Nélida Bollini de Prado.

Arquímedes Puccio siempre reivindicó la lucha armada y confesaba haber sido montonero. Y pretendía utilizar el dinero obtenido con los secuestros para formar su propio partido político, como habían hecho los hombres de Mario Firmenich con Jorge Born en 1974. El logró transformar sus sueños en pesadillas para las familias de las víctimas. Y todo detrás de la fachada de una familia modelo, envuelta en aires de grandeza.

(c) LA GACETA

Juan Manuel Montero - Editor senior de LA GACETA.com, ex editor de Policiales de LA GACETA.

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