Santa Rosa de Tastil: La perla de la Quebrada del Toro

A 100 kilómetros de Salta y confundidas en un paisaje majestuoso, se encuentran las ruinas de lo que supo ser un centro clave del comercio precolombino.

19 Sep 2014
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INTEGRACIÓN PERFECTA. La del paisaje entremezclado con la civilización. FOTO LA GACETA/NICOLÁS FERNÁNDEZ

A solo 110 km de Salta capital, se esconde un pequeño pueblo de apenas 24 habitantes que atesora una riqueza cultural ancestral de magnitudes descomunales. Una hora y media de viaje por el corazón de Quebrada del Toro nos deposita en Santa Rosa de Tastil, una perla que a pesar de siglos de descuidos, sometida a las inclemencias del tiempo, aún brilla por esa luz propia que entre los siglos 11 y 15, la constituyeron en un centro vital de comercio.

El camino a Tastil por la ruta nacional Nº 51, nos obliga a atravesar la localidad de San Luis con sus grandes casonas de estilo colonial, bordear El Encón y cruzar La Silleta, al pie de la pre Cordillera de Los Andes y ya envueltos por el encantador paisaje del Valle de Lerma. Escasos kilómetros más adelante nos espera Campo Quijano, conocido como El Portal de Los Andes por ser el ingreso al camino que lleva a La Puna.

Siguiendo camino por el noroeste nos embarcamos en un viaje donde la geografía se transforma en un abrir y cerrar de ojos. Casi sin darnos cuenta ya ingresamos a la majestuosa Quebrada del Toro y con el río del mismo nombre como fiel compañero, unos 25 km de camino de tierra le agregan un condimento aventurero especial.

Los pintorescos puentes de hierro y los imponentes viaductos se mezclan con el paisaje y forman parte de las vías del Tren de las Nubes. Durante el trayecto y a medida que imperceptiblemente escalamos metros sobre el nivel del mar, los pocos pobladores del El Mollar, El Alisal, Chorrillos, Ingeniero Maury, Gobernador Solá y El Alfarcito, nos ven pasar.


Casi desapercibido, a un costado de la ruta surge un camino de poco más de 100 metros que luego vuelve a empalmarse con la 51. En ese espacio está Santa Rosa de Tastil. A 3100 msnm, con 24 habitantes estables que no disponen de luz eléctrica y se sirven de los pocos paneles solares que cuentan para poder iluminarse, se asienta una comunidad que custodia su más preciado tesoro… el "Sitio".

Antes de llegar a él, se encuentra el Museo Arqueológico de Tastil, administrado y trabajado exclusivamente por pobladores locales. Allí se exhiben descripciones históricas y elementos utilizados por una civilización que alcanzó su apogeo entre los años 1000 y 1400.


Tastil fue una compleja organización social de cerca de 3000 habitantes, constituyó un centro caravanero de comercio y servía como conexión entre la Puna y el Valle Calchaquí. Se caracterizaba por su producción de cobre, bronce, plata, oro, alfarería, textilería, cerámica y  por sus representaciones en piedras que hasta hoy, muchas de ellas siguen siendo enigmáticas.

 A cinco minutos en auto subiendo por el cerro llegamos a lo que se denomina “el sitio”, una superficie de 18 hectáreas compuesta por caminos, habitaciones, centros de trabajo y plazas. 

Declarado patrimonio de la humanidad por su alto grado de conservación original, fue una de las piezas claves del Qhapaq Ñan o Camino del Inca y permite entender integralmente lo que significaba para la época. 


Para disfrutar

Incluido en las propuestas de todas las agencias de viajes del norte del país, a Tastil también se puede llegar en colectivo ya que existe la línea que une San Antonio de los Cobres con Salta y pasa dos veces al día por Santa Rosa. Ir en auto no toma más de una hora y media y no se requiere de ningún vehículo especial.

El tres de Marzo se celebra la “Fiesta del Haba” puesto que es uno de los principales productos que estas tierras nos regalan.

Cada 30 de agosto se celebra la “Fiesta del Suri”, rito en el que algunos se visten con plumas simulando ser ñandúes y realizan ofrendas al tiempo que bailan su danza tradicional, en busca de prosperidad.

Los primeros días de noviembre tiene lugar la “Fiesta de las Almas”, donde se preparan las comidas predilectas de aquellos que han fallecido, ya que es cuando Dios le da permiso a los muertos para visitar a su familia.  

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