Discapacidad en Salta: el desafío es acceder a lo primordial

¿Quién ve menos: el que no puede ver o el que no quiere ver? Una joven salteña relata su lucha y comparte su vida.

13 Mar 2016
2

Foto ilustrativa. Foto de twitter.com

Que en Salta cada vez hay más baches, veredas rotas y desniveles que dificultan transitar la ciudad, eso ya no es noticia; es moneda corriente para todos. No obstante, para muchos salteños estos obstáculos los pone cada vez más en riesgo y los sigue excluyendo. Pero estas barreras arquitectónicas no son las únicas que hacen de Salta poco accesible para quienes tienen alguna discapacidad.

Adriana Vacaflor pasea por su barrio con su bebé en el cochecito, subiendo y bajando las típicas veredas de Tres Cerritos, con gran vitalidad, aquella vitalidad que su juventud le da. Y cuando no está con su niño, camina por las calles salteñas con su bastón blanco.

Ella no ve con los ojos, pero observa mejor que algunos. Asegura que en Salta es escasa la accesibilidad a la información, a una educación inclusiva y a la salud.

“Yo perdí la vista a los dos años de edad. Tuve una conjuntivitis que se fue complicando, no encontraban el medicamento para combatirla; entonces fue progresando la infección, por eso es que se dañó primero la retina, después la córnea del ojo y, así en cadena, se convirtió en algo irreversible”, recuerda Adriana, una joven de 32 años, quien compartió su historia con LA GACETA y con un grupo de mujeres salteñas que también luchan por la inclusión.

En la escuela primaria, muchas veces el niño con discapacidad visual “va a destiempo”, sostiene, dado que no está completamente incluido, sufre discriminación y algunas familias no saben cómo acompañar a sus hijos.

Igualmente Adriana se considera afortunada, porque con el apoyo de su madre accedió a una educación de estimulación temprana. “La verdad que la discapacidad te obliga a estar más tiempo en la escuela. A los dos años en la escuela Corina Lona comencé con estimulación temprana, después prejardin y jardín hasta un grado que se llama preparatoria. Después el resto de la primaria lo hice en una escuela común, en la 20 de Febrero. Ahí fue integrada ya desde el primer grado, gracias a mi mamá, que la vi luchar y pelear bastante por hacer una educación integrada”, recuerda.

Resalta la lucha de su madre porque, según cuenta, actualmente es dificultoso conseguir docentes integradores y directivos que acepten a alumnos con discapacidad.

Mercedes, Belén, Vanina y María coinciden con Adriana en este punto. Todas ellas compartieron una mesa de diálogo en la Biblioteca de la Provincia para profundizar sobre temas vinculados a la discapacidad. Ellas pasaron y pasan por cuestiones similares: que la obra social dilata los tiempos para un tratamiento, que los agentes públicos no saben comunicarse con personas sordas, que faltan herramientas para acceder a la información; que es imposible acceder a lugares y edificios públicos; que es difícil conseguir trabajo; que ciertas instituciones educativas siguen excluyendo. “Me pasó cuando estaba por estudiar relaciones públicas, me dijeron ‘no, nosotros no estamos preparados’”, cuenta Adriana, pero la perseverancia pudo más y logró estudiar Recursos Humanos en otro instituto.

Entre estas dificultades que afrontan “siempre sobresale lo arquitectónico, es algo que no termina de solucionarse nunca, es interminable, siempre hay nuevo bache, siempre hay gente que sigue estacionado sobre una rampa, siempre hay escaleras mal hechas…”, destaca. Pero también considera de gran importancia la posibilidad de acceder a la información, como a los artículos del Código Civil, las leyes y los derechos humanos, según ejemplifica.

Adriana está convencida que esta lucha por los derechos es de todos, pero igualmente aconseja a las personas con discapacidad a unirse. “No se conformen y no se dejen dominar por un ‘no’, primero está en la voluntad  y en la fuerza de cada uno y luego hay que unirse, porque individualmente a veces no conseguimos mucho”, dice, antes de despedirse para ir a ver a Joaquín, su hijo de un año que no tiene discapacidad alguna y que de a poco va aprendiendo a comunicarse con su mamá a través del tacto.

Comentarios