Sanhueso: el niño asesinado que se convirtió en el protector de los estudiantes

Decenas de fieles concurren todos los días al cementerio de la Santa Cruz a rezar a la tumba de Pedro Sanhueso, un niño de seis años que fue asesinado a golpes en 1963.

17 Ago 2014
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DEVOCIÓN. Fieles se acercan a dejar sus ofrendas a Sanhueso. FOTO LA GACETA

Figuras y personajes que nacen trascendiendo las paredes de las diferentes iglesias y encuentran focos de culto a ultranza en los lugares donde fueron enterrados o asesinados.

El perfil de los fieles es tan heterogéneo, como las peticiones. A las imágenes, las rodean los fenómenos extraordinarios e inexplicables.

Con frecuencia, comparten altar con figuras del catolicismo y sus fieles, que llegan de a cientos al igual que las ofrendas, llevan hasta los altares una carga tan visceral como marginal.

El tío de Pedrito Sanhueso lo recuerda en el Día de los Muertos

Tal es el caso de Pedro Sanhueso, un niño de seis años que fue asesinado. Sus restos descansan en el Cementerio de la Santa Cruz.

Los familiares de sus compañeritos de curso de la ex Escuela 383, hoy Nº 4.638 Fray Luis Beltrán, dejaron una placa al pie de una estatuilla de un angelito, que reza: “no conoció padres, a los 6 años subió a los cielos mártir y víctima de un monstruo humano. Rogad a Dios por su alma inocente. No lo olvidaremos más".

Desde ese entonces, y hasta hoy, el hijo de Ángela Sanhueso y del jefe del Destacamento Policial de la Estación Gobernador Solá, del Ramal C-14, comisario Julián Barbosa, es considerado como “protector de los estudiantes”.

El angelito pagano

De las diferentes partes de la tumba, cuelgan rosarios de todos colores, títulos universitarios y hasta vestidos de casamiento. Las paredes del improvisado mausoleo -donde descansa el cuerpo- esta garabateado con pedidos al milagroso niño.

Más de 70 placas de bronce y ciento de juguetes cubren el interior del tinglado-mausoleo. De la misma manera, se hacen presentes a los ojos de los visitantes ofrendas que el tiempo no pudo desgastar.

LA GACETA, llegó al lugar donde se le rinde culto a “Pedrito” Sanhueso y se entrevistó con María Ángela Sosa, una devota, que cada domingo visita la tumba del niño.

“Yo vengo todos los domingos a dejarle unas flores a mis familiares fallecidos que los tengo acá. Siempre guardo unas velas para ´Sanhuesito´ y le pido alguna gracia”, contó la mujer.

También aseguró que son muchos los estudiantes que llegan hasta el mausoleo a pedir o a agradecer algún favor recibido. “Yo una vez vi chicos que se venían a estudiar acá. Dicen que es milagroso y te hace aprobar”, relató Sosa.

La historia

Se presumía que el 19 de mayo de 1963, había sido su primo Pablo Copa, un mecánico de 20 años, quien lo golpeó hasta creerlo muerto y luego, trasladó el cadáver hasta un aljibe y lo tiró.

Pese a que el supuesto asesino negó todo, fue detenido con su madre Purísima Copa.

Según cuentan las crónicas de la época, Pablo Copa y su madre fueron absueltos por el beneficio de la duda, aunque estuvieron presos tres años a la espera del juicio.

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