Lo hicieron posible: de Café Martínez al primer café argentino

En medio de los saqueos de 2013, dos socios abrieron una franquicia de Café Martínez. Hoy llevan adelante una sociedad en donde el espíritu emprendedor, las ideas y proyectos, se imponen ante los escollos.

12 Jun 2016

“Era la primera devaluación oculta”, recuerda Diego Lambert el panorama en el cual abrieron su franquicia de Café Martínez, en Balcarce 585. “Era fines de noviembre de 2013 y se produjo un desacelere del consumo similar al actual”. Diego, junto a Juan Manuel Ortiz, su socio, recuerdan haberse quedado hasta tarde bloqueando la entrada por temor a lo que sucedía en el país y en Salta. “Nos tomó un año armar el local y organizarlo correctamente”.

Juntos pensaron como opción una franquicia. “La franquicia hace que te enfoqués más rápido, te acomodás a la visión de la empresa y te enfocás. No perdés tiempo y energía en otras cosas. Tenés los productos de excelente calidad entonces tu esfuerzo tiene que estar en mejorar la atención y vender más. En gastronomía, una vez que apuntas el camino, tenés que mantenerlo”, recomienda Ortiz. El 100% del café que se vende en Argentina es importado. Café Martínez trae algo de Brasil, Colombia y México. “Los cafés son tostados naturales y no torrados, eso le brinda una calidad extra, premium”.

Esa claridad en el primer año del emprendimiento, hizo posible que en 2015 reciban un premio de la propia empresa a la “excelencia operativa”. Todos los meses reciben auditores que controlan “desde cómo atendés a la gente, hasta la temperatura del café”, cuenta Lambert. “Están todo un día dentro del local, analizando todo de manera exhaustiva. La suma de esos puntajes hicieron que recibamos ese premio del cual estamos orgullosos”.

Ellos lograron brindarle al local, una impronta particular. “Nosotros proponemos y la empresa nos asesora y acompaña en la implementación de nuestras ideas. Por ejemplo somos el primer local bike friendly, quienes vienen en bicicleta tienen descuentos especiales. Eso lo trabajamos con el área de marketing de la empresa y con la municipalidad de Salta, inclusive”, cuenta Diego y agrega que decidieron incorporar empanadas al menú porque se encuentran en una calle turística como el Paseo Balcarce. “Lo planteamos, buscamos proveedores, mandamos empanadas a Buenos Aires para que las prueben, se buscó presentarlas según los productos del café y ahora están en el menú”.



De Café Martínez al café argentino


La palabra Serindipia se refiere a un descubrimiento o un hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando otra cosa distinta. “También puede referirse a la habilidad de un sujeto para reconocer que ha hecho un descubrimiento importante aunque no tenga relación con lo que busca”, dice el diccionario. Ese fue el nombre que eligieron Diego Lambert y Juan Manuel Ortiz para esta sociedad que no para de idear, entusiasmarse, poner el freno y “recalcular”. “El gran capital nuestro, es esta sociedad”, dice Diego y remarca: “nos bancamos a muerte”.

Así llegó, como un descubrimiento una experiencia única que nunca pensaron vivir: producir el primer café argentino. “Cuando nos juntamos para firmar el contrato con el dueño de Café Martínez, Marcelo Salas Martínez, ya brindando y conversando él, nos cuenta que cuando vino a Salta hace tiempo se había enterado de un proyecto de cafetales que se hacía en el norte y que nunca nadie había sabido decirle de quién era y dónde se ubicaba. “Ahí me di cuenta. Cuando termina de hablar, le cuento que yo conocía la finca y que era de unos parientes. Él no podía creerlo y Diego me miraba como diciendo ´¿Qué decís?´. De ahí nos quedó la inquietud y apenas pude, fui al norte a ver a mi primo para saber cuál era el estado de la finca”.

La familia de Ortiz produjo café de manera privada hace más de 25 años en Salta. Luego arrendaron la finca que está ubicada en El Candado, al límite con Bolivia, país que hay que cruzar para poder ingresar. “Primero fuimos a ver las plantas que se encontraban en buen estado pero tapadas por la selva. De a poco empezamos a recuperar el cafetal. Estuvimos metidos en la selva mucho tiempo, recuperando las plantas y eso nos llevó más de un año hasta que conseguimos la primera cosecha. En seis hectáreas obtuvimos 700 kilos ya pelados, eran 1.300 kg a los que se les hace un proceso de secado natural. Ahí pudimos producir el primer café argentino. Es el proyecto y delirio más lindo que tenemos”.

El total de la producción llegó a los expertos de Café Martínez quienes lo evaluaron con ocho puntos, del uno al diez. Fueron ellos quienes compraron toda la producción y quienes hoy se encuentran a punto de lanzar un producto 100% argentino y al que llamarían en sus locales “Café Argento”, pero esa es otra historia.

“Ahora estamos replanteándonos la empresa, hacia dónde vamos. Ya estamos pensando y trabajando para el 2017 porque el 2016 ya está siendo, ya está todo dicho”, dicen haciendo referencia al nuevo gobierno nacional y sus políticas económicas. “Los proyectos tienen que ser viables y rentables. Si el proyecto no es rentable para la empresa, no es viable. Queremos hacer la producción del café más eficiente y seguimos produciendo vegetales en Colonia Santa Rosa. Estamos buscando las oportunidades”, cuenta Diego a LA GACETA mientras da un sorbo a su café.


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