“Lo más común es que las 'inspiraciones' vengan con género y todo”

Acaban de publicarse las novelas poéticas “Otro lugar” y “Nino cae”, de la escritora Elena Bossi. La perfecta excusa para reflexionar sobre la literatura con una experta.

22 Jun 2016
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ELENA BOSSI FOTO Kamaljeet Singh, EN SUIZA 2015

Son dos libros raros. La editorial Lamás Médula acaba de reeditar “Otro lugar” y de publicar por primera vez“Nino cae”, dos experiencias narrativas atravesadas por la poesía, la nostalgia y también por personajes con los que el lector no puede dejar de encariñarse. La trayectoria de la autora de estas novelas, Elena Bossi, es conocida: doctora en Letras, docente e investigadora en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Jujuy. Y es la hacedora de los libros Jirones (poemas), “Leer poesía, leer la muerte” (ensayo) "En brazos de Alfredo Alcón” (Teatro). Por eso LA GACETA aprovechó estas reediciones, para entablar este diálogo.

- Tanto en Otro lugar como en Nino Cae hay un uso particular de los espacios en blanco. Mi hipótesis es que este es uno de los puntos en que la poesía se hace presente en la prosa, con espacios vacíos que están cargados de significación. ¿Estás de acuerdo con que hay un fuerte componente poético en ambas nouvelles?

Me parece que cuando se intenta decir con lo mínimo, de forma apretada, lo menos redundante posible para intensificar la sugerencia, entonces el lenguaje se vuelve poético. El silencio funciona de diferentes modos: vuelve más laxa la estructura (y esta también es una característica de la sintaxis poética) estableciendo cortes que fragmentan el discurso y así se construyen instantes que no siempre encuentran una continuidad en la narración (como en la vida real), los silencios generan cierto espacio de misterio porque dejan ideas suspendidas, historias sin cierre, dudas. Estamos rodeados de voces y de silencios y nosotros tratamos de construir un sentido en esa alternancia. A veces, intentamos llenar los silencios, pero es entonces que las posibilidades se cierran, si por el contrario, dejamos actuar al silencio, entonces las significaciones estallan en una miríada de suposiciones y eso es lírico.

- En Otro lugar toda la historia se conoce como filtrada por una niña y eso le da una cualidad particular a todo lo que se cuenta. Aunque la novela no tiene relación con la literatura infantil o adolescente, se nota un gran conocimiento con el punto de vista de una niña. ¿Te sirvió tu conocimiento de la literatura infantil para conformar ese personaje?


Es que fui niña y tuve hijos y hablo con niños y niñas. No se trata de un conocimiento literario sino de la experiencia. Creo que la infancia es una suerte de estado "alterado" de la conciencia que podemos y debemos reconstruir para conocernos mejor. Para crear un personaje tengo dos modos: investigar realizando entrevistas, documentándome y bucear dentro de mí, en mis profundidades para verme como otra o como otro. Imagino algo parecido al trabajo de las actrices: si debo interpretar un papel, es posible que además de investigar, deba encontrar a esa otra en mí. Es una experiencia fascinante y vertiginosa que me recuerda aquello tan bíblico de "Mi nombre es legión".


- No quiero adelantar mucho sobre las novelas, de todos modos voy a mencionar que en ambas se da cuenta de cómo la guerra repercute en las personas/personajes. ¿Qué te interesa de un acontecimiento así para regresar


Me parece que todo hecho violento y cruel nos queda doliendo a los seres humanos para siempre o por lo menos por muchísimo tiempo. Una guerra mundial, un genocidio racial o ideológico en un país determinado, la tortura que padecieron las brujas en los siglos de la inquisición, todo el horror nos afrenta como especie y la muerte violenta nos muestra nuestra fragilidad, nos arrebata los ideales de mundos mejores, de ser buenos. Por eso no se puede más que regresar, porque nos duele y no comprendemos. Es la pregunta universal que las generaciones nos vivimos haciendo hayamos o no atravesado ese espacio histórico en persona. Nuestros padres, nuestros abuelos lo padecieron y sus voces y sus sufrimientos atraviesan la historia y nos llegan para recordarnos que fallamos, que somos todo eso y que la vida de los seres humanos se construye sobre experiencias terribles y aun así somos capaces de ser felices, de sentir alegría, de ver lo bueno.

- Yo noto un parentesco entre ambos libros. ¿Recomendás que se lean juntos?

En ambos intenté un experimento con el lenguaje. Cruzar lenguas y espacios, edades y ser minimalista en el relato. Detalles pequeñísimos que sin embargo nos marcan. Creo que en ambos textos se puede leer un aspecto de la infancia que es la soledad. Vemos la infancia como una etapa feliz porque la idealizamos, pero a poco que el recuerdo se afina, pienso que esa felicidad está construida sobre muchas desilusiones, tristezas. Crecer es un proceso lento y doloroso a través del cual descubrimos el horror del mundo y debemos aceptarlo para sobrevivir. Lo terrible se cruza con lo maravilloso: la infancia es un torbellino de sabores increíbles mezclados con experiencias dolorosas. Por ejemplo, una niña sobrevive a la pérdida de su mascota, padece ese dolor profundo y al mismo tiempo puede disfrutar de una carrera a campo traviesa con el viento en la cara y sentirse invencible. Traté de dar cuenta de esas fusiones asombrosas de la infancia en las dos nouvelles.



- ¿Qué te interesó de Jujuy, para dejar Buenos Aires e irte a vivir ahí? ¿Serías una escritora diferente de haberte quedado en Buenos Aires?


Buenos Aires es una ciudad grande e incómoda que te quita horas preciosas cuando tenés que ir a trabajar, por ejemplo. Se viaja muchas horas de modo incómodo y el tiempo no rinde. Si querés escribir, sabés que no vas a vivir de eso y que entonces tenés que sacar tiempo libre para dedicarte. Una ciudad más chica te ofrece más tiempo libre porque las distancias son más amables. Por otra parte, es más fácil llegar a lugares bellos para recogerte y leer y escribir o pensar. Desde muy chica quise mudarme al campo, vivir en un lugar diferente más en contacto con la tierra, la naturaleza. Jujuy me ofreció todo eso y mucho más. Sí, creo que mi escritura en Buenos Aires habría sido diferente. Otro lenguaje, otros temas.

- Escribís poesía, teatro, ensayo, narrativa. Escribís para niños y adolescentes, también. Cómo te resultan los pasos de un género a otro? ¿Cómo se da ese proceso de escritura?

Me resulta natural. Voy y vengo por los géneros así como me cambio de zapatos según la circunstancia. El género es una forma. Todos manejamos diferentes formas en la vida cotidiana. Usamos un género de discurso si estamos en el aula; otro, si hablamos en el mercado durante las compras; otro, para enamorar a una persona que deseamos. No es extraño, entonces, que según las necesidades de un tema, ocurra lo mismo en literatura. Se aprende, todo se puede aprender. Aparece una historia o una sensación y de inmediato surgen la idea y el género al mismo tiempo. A veces, muy ocasionalmente, pienso que un asunto puede adaptarse a otra especie literaria, pero lo más común es que las "inspiraciones" (si de eso se trata), vengan con género y todo.

- En Buenos Aires acaba de conformarse la primera licenciatura en escritura creativa. ¿Se puede enseñar a escribir?


Sí, se aprende. Podemos aprender a tocar la guitarra, a componer música, a pintar un cuadro. La escritura literaria es una forma especial con sus técnicas. Podemos aprender esas técnicas. Cuanto más conocemos nuestras herramientas de trabajo, mejor hacemos el trabajo. Es más difícil, creo, enseñar la autenticidad, la profundidad y otros asuntos que hacen a la escritura, pero no todos los escritores poseen esas cualidades y gustan a muchos.

Existen las academias de artes visuales, de música, de cine, de danza, ¿por qué no de literatura? Todas las artes deberían enseñarse desde la escuela primaria, debería intensificarse ese estudio en la escuela secundaria y es maravilloso que podamos perfeccionarnos en los niveles superiores.

- Tus cinco libros preferidos

¡Uf, cinco! ¡tan poquitos! Tengo una debilidad por los libros de Alicia de Carroll y los colecciono en diferentes ediciones (y ya hice trampa y nombre dos como uno). Creo que volveré a leer Cien años de soledad porque me conmueve la pintura de mi continente. La poesía completa de César Vallejo (otra tampa). La trilogía de nuestros antepasados de Italo Calvino (El barón rampante, El vizconde demediado y El caballero inexistente). Soy incorregible. El cuarteto de Alejandría de Lawrence Durrell (como son cuatro novelas sigo haciendo trampa). Y seguro que al enviar esto me arrepentiré de no haber nombrado a otros: Borges, Aurora Venturini, Cortázar, Armonía Somers y .. ya sábés, odio y amo esa clase de preguntas porque... ya sabés por qué.

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