El pedido de justicia unió a tres familias de Orán

Dos casos de mala praxis y un crimen a sangre fría movilizaron a los Aguilar, Salva y Romero que frente a la Plaza 9 de Julio pidieron que las muertes no queden impunes.

24 Jun 2016
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UNIDOS POR JUSTICIA. Los Aguilar, Salva y Romero pidieron que las muertes de sus familiares no queden impunes.

El pedido de justicia unió a tres familias oranenses que arribaron hoy a la capital salteña para exigir que las muertes de Diego Javier Romero, Matías Aguilar y Alejandro Salva no queden impunes. 
Movilizados por sus propios medios recorrieron 270 kilómetros hasta llegar a la emblemática Plaza 9 de Julio para visibilizar sus reclamos y pedir por la pronta intervención de jueces y fiscales. 
Horas antes de marchar junto a la comisión de Familiares contra la Impunidad, desde esta mañana se apostaron en la Plaza con fotos de sus seres queridos, por quien lucha. 
Diego Romero contó que su hermano fue asesinado hace seis meses. En un ataque a sangre fría, y lo que dice ser, sin explicación, cuestionó el accionar de los jueces y fiscales porque “el responsable ya había sido detenido por un homicidio y lo dejaron en libertad. Esperaron a que vuelva a matar para meterlo preso”, reclamó en diálogo con LA GACETA.
A su historia se sumó el pedido de justicia por dos casos de presunta mala praxis. 
“Alejandro (Salva) ingresó al hospital de Orán por un caso de dengue y fue maltratado. A mi hermano no lo atendieron como correspondía y lo tenían atado de pies y manos a la camilla”, dijo José Luis, hermano. Después de una semana de permanecer internado, el joven murió y desde hace tres meses la familia responsabiliza y apunta contra la doctora del hospital porque “él ingresó por un cuadro de dengue y en el medio nos enteramos que lo operaron por otra cosa que, en seis días, terminó con su vida”, cuestionó. 
Al lado de las pancartas que recordaban a Alejandro se encontraba Nilda segundo, mamá de Matías Aguilar, para contar el caso. 
“A mi hijo lo hospitalizaron en enero por un cuadro de apendicitis y desde que salió del quirófano estuvo dormido. Nunca más despertó. Pasaron los meses y Matías no reaccionaba”, recordó la mujer. 
Dos meses después, en marzo, lo trasladaron hasta Salta capital y desde entonces permanece internado en estado vegetativo. 
“Es difícil vivir sabiendo que tu hijo se va a morir en cualquier momento. Está en manos de Dios, pero sé que se va a ir”, dijo entre lágrimas pidiendo el inicio del juicio para los médicos que atendieron a su hijo cuando ingresó al hospital, semanas antes de iniciar su vida universitaria. 

El pedido de justicia unió a tres familias oranenses que arribaron hoy a la capital salteña para exigir que las muertes de Diego Javier Romero, Matías Aguilar y Alejandro Salva no queden impunes. 

Movilizados por sus propios medios recorrieron 270 kilómetros hasta llegar a la emblemática Plaza 9 de Julio para visibilizar sus reclamos y pedir por la pronta intervención de jueces y fiscales. 

Horas antes de marchar junto a la comisión de Familiares contra la Impunidad, desde esta mañana se apostaron en la Plaza con fotos de sus seres queridos, por quienes luchan. 

Diego Romero contó que su hermano fue asesinado hace seis meses. En un ataque a sangre fría, y lo que dice ser, sin explicación, cuestionó el accionar de los jueces y fiscales porque “el responsable ya había sido detenido por un homicidio y lo dejaron en libertad. Esperaron a que vuelva a matar para meterlo preso”, reclamó en diálogo con LA GACETA.

A su historia se sumó el pedido de justicia por dos casos de presunta mala praxis. 

“Alejandro (Salva) ingresó al hospital de Orán por un caso de dengue y fue maltratado. A mi hermano no lo atendieron como correspondía y lo tenían atado de pies y manos a la camilla”, dijo José Luis, hermano.

Después de una semana de permanecer internado, el joven murió y desde hace tres meses la familia responsabiliza y apunta contra la doctora del hospital porque “él ingresó por un cuadro de dengue y en el medio nos enteramos que lo operaron por otra cosa que, en seis días, terminó con su vida”, cuestionó. 

Al lado de las pancartas que recordaban a Alejandro se encontraba Nilda Segundo, mamá de Matías Aguilar, para contar el caso. “A mi hijo lo hospitalizaron en enero por un cuadro de apendicitis y desde que salió del quirófano estuvo dormido. Nunca más despertó. Pasaron los meses y Matías no reaccionaba”, recordó la mujer. Dos meses después, en marzo, lo trasladaron hasta Salta capital y desde entonces permanece internado en estado vegetativo. 

“Es difícil vivir sabiendo que tu hijo se va a morir en cualquier momento. Está en manos de Dios, pero sé que se va a ir”, dijo entre lágrimas pidiendo el inicio del juicio para los médicos que atendieron a su hijo cuando ingresó al hospital, semanas antes de iniciar su vida universitaria. 

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