El tango según Borges

Conferencias inéditas que van de los orígenes a Gardel

24 Jul 2016
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EMBLEMÁTICOS. Jorge Luis Borges, Carlos Gardel y Alfonsina Storni comparten su espacio en el Café Tortoni, fundado en 1858, en Buenos Aires. la gaceta

Recopilación

EL TANGO

JORGE LUIS BORGES

(Sudamericana  Buenos Aires) 

Es otro Borges. Un Borges llano, encantador, nada erudito –aunque a veces sea inevitable en él– lejos de laberintos y juegos con el tiempo o con el lenguaje. Un Borges casi de entrecasa. Se trata de un ciclo de conferencias dictadas en 1965 sobre “Orígenes y vicisitudes del tango” que se anunciaron, en aquel tiempo, en La Nación. Cuentan que iba mucha gente a escucharlo porque además del interés en Borges, al finalizar las mismas se tocaban tangos y milongas. Estas conferencias fueron grabadas por alguien, quien luego regaló la versión grabada y éste la pasó a alguien más, y así fueron pasando de mano en mano en un notable periplo en el que van a España y desde allí –con autenticación de Kodama–, llegan finalmente a publicarse. Tienen la marca de la oralidad.

El libro descubre el profundo interés de Borges por el tango y la milonga como música propia de Buenos Aires allá por el 1900-1910. Hace la historia del vocablo “tango”, de los lugares dónde se lo bailaba, lo desmitifica. Muestra a los personajes que lo practican, el niño bien, el orillero; el patotero, que no es lo mismo, y el compadre; habla de las “casas de mala vida” donde se bailaba con corte y quebradas y dónde iban todos los personajes de la ciudad. Sólo más tarde se baila en salones y se impone en Europa y EEUU. A Borges en realidad lo conmueven sus personajes y el coraje que ellos supieron mostrar: el guapo, el malevaje que lo sigue, las mujeres sometidas a la valentía de su hombre. Él conoció uno de ellos: Nicolás Paredes, a quien recuerda varias veces. Habla del tango y la muerte. Comenta su cuento “Hombre de la esquina rosada” y termina diciendo: “Es decir, recapitulando todo lo que he dicho que el tango fue, sobre todo la milonga, fue un símbolo de felicidad … creo que hay algo en el alma argentina, algo salvado por esos humildes, y a veces anónimos compositores de las orillas, algo que volverá”. Esta idea que cierra el libro es una perfecta síntesis del mismo. Borges, como todo porteño de inicios del siglo XX, amó con naturalidad el tango y la milonga, música ciudadana que nacía por entonces y en las que se inspira para sus propias milongas. (c) LA GACETA

Cristina Bulacio

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