¿Cómo sobreviven las salas independientes al tarifazo?

Las facturas de luz llegaron con incrementos de hasta el 500% y sus administradores apelan a la creatividad para llegar a fin de mes.

07 Ago 2016

La cultura no está ajena a los aumentos en las tarifas. Este año, los propietarios de tres salas y espacios independientes de la ciudad tuvieron que reorganizarse y acortar gastos para llegar a fin de mes.

La Gaceta habló con los encargados de La Ventolera, el Salón Auditórium y El Teatrino para conocer su situación. Todos sostienen que recibieron facturas de luz con incrementos de hasta el 500% y que los costos de algunos insumos básicos también subieron notablemente.

Los tres lugares reciben un subsidio del Instituto Nacional de Teatro, que en el caso del Auditórium y la Ventolera es su principal ingreso que ayuda a solventar gastos fijos. El Teatrino, donde también funciona una radio y una galería de arte, tiene pauta del estado y auspiciantes -que en algunos casos ayudan con canjes-.

Recaudación por porcentaje

Otra retribución que se contempla en su economía es lo que queda de la venta de entradas de cada espectáculo. Es importante aclarar que los teatros que tienen el subsidio del INT no cobran alquiler o derecho de sala a los elencos que están en el registro digital del organismo. En este caso, a lo recaudado en boletería se le descuenta primero el 10% de derecho de autor y de ese total, el 30% va para la sala y el 70% para los grupos.


“Para poder colaborar económicamente con las salas independientes, el INT tiene varias líneas de acción. Una de ellas es el subsidio para el mantenimiento que de acuerdo a la categoría del lugar, que se determina a través de un peritaje, tiene un monto de dinero determinado. A cambio de ese subsidio, el organismo pide que cuando los grupos independientes que estén en su registro usen el espacio vayan a un porcentaje con su administrador, que siempre es un 70% para el grupo y 30% que queda para la sala. No se cobra ningún tipo de alquiler solamente es el porcentaje”, explicó a La Gaceta la delegada regional del Instituto Nacional de Teatro, Cristina Idiarte.

En este aspecto, la ganancia de los teatros como de los artistas depende totalmente del público, un tema que siempre preocupa a los gestores culturales y que, según a administradora del Salón Auditórium, Ana María Parodi, varía según el tipo de propuesta y, por supuesto, el costo de entrada. La ecuación es simple. A mayor número de espectadores mayor ingreso o viceversa.

Derecho de sala

Por otro lado, al Salón Auditórium y El Teatrino los ayuda la plata que entra a través del cobro del "derecho de sala" para eventos privados como jornadas, capacitaciones o conferencias, y espectáculos de danza o música que no están en el registro del INT. Este es otro factor que tanto Parodi como Humberto Colautti de El Teatrino afirman que disminuyó desde principio de este año. “En 2015, por ejemplo, una academia de danza llegaba a alquilar la sala tres veces en el año, ahora sólo para la presentación de fin de año”, enfatizó Colautti. Esto demuestra que los artistas también cuidan su bolsillo y proyectan sus espectáculos conforme a sus posibilidades económicas.


La situación de cada sala

La actriz y directora teatral, Ana María Parodi, administra el Salón Auditórium desde hace 13 años. Según sus palabras, el Auditórium “se sostiene como todas las salas independientes con un gran esfuerzo ante la crisis. No tenemos auspicio ni ayuda de ninguna empresa, tampoco pauta oficial y la Municipalidad nos debe una factura desde el mes de Noviembre de 2015. Hay que andar mendigando. El INT si nos envía un subsidio anual para funcionamiento que es una gran ayuda para asegurar los gastos fijos".     

Ante la difícil situación económica, Parodi optó por reducir los días y horarios de atención al público “para optimizar recursos y ahorrar todo tipo de gastos”.

Por otro lado, la directora de la sala que cuenta con 200 butacas, escenario equipado, sala de sonido e iluminación y camarines, contó que “hay menos asistencia de público pero también depende del espectáculo y del costo de la entrada. Los ingresos por boletería también mermaron, que es lo habitual ante la crisis”, enfatizó.

Pese a todo, ella tiene una optimista perspectiva de trabajo hasta fin de año. “Mayo y junio fueron meses fatales pero vamos cumpliendo con casi toda la programación. Ahora es difícil pero no imposible”, finalizó.


Los gestores del espacio de arte, La Ventolera, que funcionan como una cooperativa de trabajo, entienden que los tiempos de crisis –como ahora- sirven para afianzar los lazos grupales o desarmar los proyectos. Ellos optaron por la primera opción y seguir creciendo.

“Nosotros sentimos que es un momento de gran aprendizaje interno. Somos un espacio pequeño con gastos pequeños que este año también incrementaron. Por ejemplo, la boleta de electricidad llegó con el doble del mes pasado y el gas subió un 200%. Ante esta situación hay que poner mucha creatividad para salir adelante”, contó Andrea García, una de los ocho gestores del espacio que funciona en una casa ubicada en la esquina de Mitre y O’Higgins.

Todos los espacios de la antigua vivienda se utilizan para proyectos artísticos. En la sala principal, que tiene capacidad para 20 personas y equipamiento, se realizan las funciones de teatro, música y cine, también talleres. Además tiene una biblioteca llamada “Diente de león”, que junto a la sala, tiene el subsidio del INT y además la cuota mensual de sus socios.

“En todos los eventos que se realizan en La Ventolera vamos por porcentaje, ya sea de los elencos de teatro registrados en el INT o no, como también de los musicales. Un 30% queda para nosotros y un 70% para los grupos”, agregó. Andrea remarcó también que este año la cooperativa de La Ventolera comenzó a tener asambleas mensuales para analizar los números en profundidad, ver en qué es importante invertir y pensar acciones con el público, que también incluyen actividades gratuitas. “Tratamos de buscar el equilibrio”, finalizó.


Humberto Colautti, propietario de El Teatrino, contó que está atravesando una situación difícil pero que a pesar de todo está al día con los gastos. “Pienso que en esta época de crisis, ir al teatro a ver un espectáculo no es un gasto prioritario para la gente. Es el primer lugar donde ajusta sus gastos”, contó Colautti y sumó: “de $4000 de luz ahora pagué $12.000”.

“Este año está mucho más difícil, bajó el alquiler para eventos privados como conferencias o seminarios. También disminuyó el consumo del público en el bar que funciona dentro de la sala. Esto en su momento implicaba un ingreso extra que ya no tenemos. Nos mantenemos con la pauta de Gobierno y la ayuda de los auspiciantes”, manifestó el propietario del local creado en 2008 en Salta Danza, que está en Aniceto Latorre y Alvear desde 2014, y en el que trabajan 11 empleados.

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