Tras los Juegos, se desata una olímpica polémica

Ha habido sobrecostos y quejas de que se gastaron miles de millones de dólares en grandes actividades cuando no se les ha pagado a los maestros.

28 Ago 2016
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De Villa Olímpica a complejo hotelero. reuters

Andrew Jacobs / The New York Times

RÍO DE JANEIRO.- Ha habido sobrecostos y quejas de que se gastaron miles de millones de dólares en grandes actividades cuando no se les ha pagado a los maestros. Los críticos dicen que se favoreció a las zonas exclusivas a costas de los habitantes de las barriadas. No se cumplió la promesa de limpiar la contaminada bahía de Río de Janeiro , mientras que la promesa del imperio de la ley ahora se siente como una cruel tomadura de pelo de cara al crimen en aumento. Sin embargo, a pesar de las críticas, los Juegos Olímpicos 2016 en Río han alterado profundamente a esta ciudad de seis millones de habitantes ya que dejaron un puerto revitalizado; una nueva línea del metro, y una descarga de proyectos municipales, grandes y pequeños, que habían estado en la lista de buenos deseos de los urbanistas municipales, de tiempo atrás. “Si hacemos a un lado nuestras pasiones políticas, es fácil ver que lo Juegos Olímpicos han creado un legado enorme para Río”, comentó Pedro Corrêa do Lago, un historiador, economista y ex presidente de la biblioteca nacional de Brasil. “Se trata de una mejoría que, de otra forma, podría haberse llevado de 20 a 30 años”.
 
Para muchos, se ha convertido en artículo de fe que los Juegos Olímpicos modernos son una sangría de los fondos públicos, un regalo para los intereses corporativos y un proyecto vanidoso para dirigentes que buscan la gloria con la esperanza de pulir sus legados y la posición de su país en el escenario mundial. Brasil no es diferente. Nacidos hace siete años en los excitantes días de un auge económico, estos Juegos se vieron, inicialmente, como un toque final para una potencia mundial de ascenso reciente. En su lugar, a medida que el país sufrió su peor recesión en décadas, los Juegos se convirtieron en el emblema del derroche gubernamental y la arrogancia política; así como, el blanco de protestas que acosaban a la antorcha olímpica en sus relevos por todo el país.

Sin embargo, los expertos dicen que sirvieron como un poderoso catalizador de la revitalización urbana, impulsando los proyectos de infraestructura financiados con inversión privada y dinero de los contribuyentes, lo cual hará que mejore la vida de los habitantes de Río.

Casi 100 millas de carriles de autobuses rápidos han reducido los tiempos de los traslados cotidianos de miles de trabajadores pobres. Se construyeron cuatro túneles nuevos y se abrió el sistema de tren ligero en junio. Una nueva línea del metro, la primera expansión importante en décadas, empezó a operar cuatro días antes de la ceremonia de apertura. El ayuntamiento informó que había acelerado la construcción de más de 400 escuelas y centros de salud en barrios empobrecidos, parte de lo que el alcalde llamó una revitalización espoleada por los Juegos Olímpicos.

No obstante, los críticos dicen que los Juegos han aportado beneficios desiguales al favorecer a las zonas exclusivas, como Barra da Tijuca, el sitio donde se ubica la Villa Olímpica, en tanto que se ignoró a cientos de comunidades pobres donde los habitantes viven en viviendas mal hechas que carecen de sanidad básica. “Han conducido a desplazamientos, aburguesamiento y acuerdos sustanciosos para las constructoras de bienes raíces”, dijo Theresa Williamson, la directora ejecutiva de Comunidades Catalíticas, una organización de defensoría para las favelas de la ciudad.

Sin embargo, si bien reconocen el pésimo estado de las finanzas públicas de Río -las escuelas y los hospitales mal financiados, los salarios gubernamentales que no se han pagado y la miseria de las favelas en la cima de las montañas-, algunos expertos dicen que los Juegos proveerán beneficios en los años por venir. “Es innegable que la infraestructura que se ha construido para los Juegos beneficiará a la población una vez que hayan terminado”, indicó Barbara Mattos, una analista de la agencia Moody’s.

Eduardo Paes, el energético alcalde de Río, quien tiene aspiraciones para ocupar un cargo más alto, descarta las críticas contra los Juegos y dice que son una oportunidad, que se da una vez en una generación, para atraer inversión a una ciudad donde las fortunas se han reducido en casi seis décadas desde que la capital nacional se mudó de Río a Brasilia. “Nunca nadie dijo que los Juegos iban a solucionar todos los problemas de la ciudad”, indicó. “Pero usamos a los Juegos como una buena excusa para lograr que se hicieran muchas cosas, cosas que han sido el sueño de los alcaldes durante 50 años”, agregó.

Notó que el presupuesto de U$S 12.000 millones para los Juegos Olímpicos fue significativamente menor que los gastos de otras ciudades anfitrionas recientes, como los casi U$S 15.000 millones que se gastaron en los Juegos 2012 en Londres y los U$S 51.000 millones que Rusia prodigó en los Juegos Olímpicos de Invierno 2014, en Sochi.

Más importante, dijo Paes, gran parte del dinero provino de compañías privadas que construyeron la Villa Olímpica y el campo de golf olímpico, así como las que renovaron el puerto de la ciudad, un proyecto que incluye una rambla costanera de dos millas y dos museos nuevos.

En conjunto, el ayuntamiento ha construido 75.000 unidades de vivienda asequible desde 2009, aun cuando algunas estimaciones indican que casi igual cantidad de personas, en su mayoría pobres, perdieron sus casas debido a proyectos relacionados con los Juegos.

Los críticos disputan algunas de las cifras de Paes y señalan que lo más seguro es que los sobrecostos hagan que el costo final de los Juegos sea de U$S 20.000 millones. Otros notan que los 3.600 departamentos que constituyen la Villa Olímpica terminarán como el hogar de ricos y que el campo de golf, para el que se requirieron rellenos en humedales protegidos, solo servirá para los acaudalados. “Sí, la Villa Olímpica será algo para los ricos”, dijo Paes. “Pero no hay ninguna vergüenza en ello”.

Algunos analistas concuerdan con Paes en que el ayuntamiento no se quedará con una deuda significativa a causa de los Juegos. En un informe que emitió en mayo, Moody’s dice que los Juegos tendrían un impacto insignificante en la debilitada economía del municipio, pero que los U$S 7.000 millones en gasto relacionado al transporte es dinero bien gastado. La evaluación es un contraste marcado en cuanto a los beneficios que se ven en los más o menos U$S 11.000 millones que Brasil gastó al ser anfitrión de la Copa del Mundo 2014, la cual dejó tras de sí una constelación de 12 estadios nuevos o renovados, la mayoría de los cuales no se usan con regularidad.

Bent Flyvbjerg, economista de la Universidad de Oxford y principal investigador en un estudio en el que se examinaron las finanzas olímpicas de Río, dijo que lo más probable es que la cantidad real que se gastó en locaciones deportivas haya sido de U$S 4.600 millones, 51% por encima del presupuesto.

Esa cantidad, indicó, colocó a Río en algún sitio en medio de las ciudades anfitrionas que se han excedido en sus proyecciones de gastos. “Todos los gobiernos tratan de tomar la verdad más conveniente y darle un giro para satisfacer sus propios propósitos”, señaló.

La pérdida de dinero

En los últimos, Oslo, Boston y Múnich, al ceder ante la oposición popular, abandonaron sus ambiciones olímpicas. En las tres últimas décadas, casi todas las ciudades que han sido anfitrionas de lo Juegos Olímpicos han perdido dinero y pocos esperan que Río recupere los miles de millones de dólares que se gastaron en prepararse para una serie de actividades que solo duraron semanas.

“Son cada vez menos las ciudades que están dispuestas a ser anfitrionas de los Juegos porque son un desperdicio tremendo de recursos”, dijo Andrew Zimbalist, profesor de economía en el Colegio Smith y autor de “Circus Maximus: The Economic Gamble Behind Hosting the Olympics and the World Cup”. Es posible que nunca se conozca la cantidad de dinero que se pierde en despilfarros y corrupción. Se ha acusado a Sérgio Cabral, el ex gobernador que ayudó a concretar los Juegos Olímpicos para Brasil, de exigir millones de dólares en sobornos. También falta ver si las 12 locaciones olímpicas cuyo propósito era que se convirtieran en escuelas o en centros deportivos comunitarios terminarán siendo elefantes blancos.

Sin embargo, funcionarios municipales dicen que los Juegos Olímpicos ayudaron a que se avanzar con los planes de infraestructura que habían languidecido por años. En algunos barrios pobres, los Juegos Olímpicos sirvieron como un garrote para acelerar la reparación de las clínicas públicas que habían estado plagadas de largas esperas y mal servicio. Una de ellas, en la problemática favela Ciudad de Dios, tiene ahora un programa informático que transmite en directo el proceso de priorización, un “ombudsman” alegre recibe las quejas y una nueva aplicación permite que los supervisores hagan el seguimiento de cuánto tiempo pasan los médicos con cada paciente, o si se tardan demasiado cuando salen a comer. “Es como el día y la noche”, comentó Elizabeth Rezende de 61 años, una empleada doméstica retirada que esperaba a que llegaran los resultados del electrocardiograma que le habían hecho debido a que padeció dolores en el pecho. “Los otros hospitales de urgencias son tan caóticos”.
  
Luego, está el Meu Porto Maravilha o Mi Puerto Maravilloso, el muelle histórico que durante décadas estuvo separado del centro de Río por una vía rápida elevada, y se dejaron decaer sus bodegas del siglo XIX. La falta de dinero y la poca voluntad política bloquearon durante mucho tiempo los planes para rehabilitar al puerto, presentados por primera vez en los 1980.

La rehabilitación de U$S 2.500 millones, en gran parte financiada mediante la venta de derechos aéreos de las propiedades adyacentes y de incentivos fiscales para los desarrolladores, incluyó la demolición del viaducto y la canalización del tránsito por un nuevo túnel de tres millas.

En la próxima década, los desarrolladores planean construir 500 departamentos que, dicen, serán asequibles a los habitantes de una favela cercan. Muchos de ellos son descendientes de medio millón de esclavos africanos que llegaron a Brasil, desembarcando en el muelle Valongo. Está programado que los cimientos recién desenterrados de ese muelle sean parte de un museo que también incluirá un olvidado cementerio de esclavos.

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