¿Qué pasa cuando nos hacemos grandes?

La estigmatización y el maltrato conviven con las oportunidades que abre la vida después de los hijos, los trabajos, las familias y el tiempo. Te contamos algunos datos sobre la vejez en Salta hoy.

30 Oct 2014
2

FOTO LA GACETA

Se calcula que un adulto joven de hoy puede vivir 34 años más que sus bisabuelos. Si son salteños, es probable que la tercera edad los encuentre en un mapa demográfico donde los viejos van a ser muchos.

Según datos de la Dirección General de Adultos Mayores de la Provincia, se calcula que en 35 años, el porcentaje de personas mayores pasará del 9% actual al 25%. No falta mucho, pero Salta todavía no está preparada para el cambio.

El registro del tiempo que pasa y la emergencia ante lo que se viene es, sin embargo, el menor de los problemas que enfrenta hoy la estructura que intenta contener la problemática de los mayores o, como prefieren decir los que están más cerca de ellos, los viejos.

Deficiencias en el funcionamiento del sistema de salud del Pami, el estigma social de la vejez, la exclusión prematura de los hogares familiares, el maltrato y los abusos son las urgencias sobre las que se trabaja desde campañas, espacios públicos y formación profesional.

Cambiar los rótulos

Jorge O'Brien es el funcionario a cargo de la dirección que desde hace una década nuclea el trabajo con adultos mayores en la Provincia, y desde esa posición señala que el principal obstáculo con el que se encuentran los grandes es la estigmatización: "es la marca de nacimiento, de ser frágil, vulnerable, pobre de mí, de clase pasiva. Lo que buscamos es ponerlos en escena todos los días y eliminar esa marca. La sociedad te incluye o no, y si no correspondés a los símbolos que impone, si sos viejo y encima te victimizan, quedás relegado a un lugar periférico y ahí comienza la discriminación y el maltrato", explica.




Entre los mecanismos para evitar ese destino de periferia, hace 25 años funciona la Universidad Abierta de la Tercera Edad (UATE), que en Salta funciona en Mitre 383, con clases de inglés, francés o italiano, computación, comunicaciones, taller literario, de alfabetización, canto, guitarra y coro. También se enseñan manualidades como corte y confección, tejido, pintura, artesanías en cuero y se dan clases de gimnasia, talleres de huerta y jardinería, cosmetología integral, técnicas de masaje y tango. 

"También está el lado b, existe el maltrato, el abuso y la discriminación. Hay gente en situación de calle que es expulsada por la familia prematuramente por determinados objetivos de intereses particulares: sacarles la casa, la tarjeta, los documentos", explica O'Brien, y apunta que una manera de evitar esas situaciones tiene que ver con la socialización.

"El aislamiento genera dependencia y fragiliza. Si dependés por completo de la persona que te viene a dar la inyección, estás muerto, porque si te pide la tarjeta, y estás solo, y después te dice que no dejes entrar gente, y te comen la cabeza, terminás encapsulado. Esto se llama captación dolosa de la voluntad y lo que se genera es un cerco para evitar el contacto y desde esa posición dominante se extrae lo que se busca", agrega y recomienda que la familia no deje a sus mayores bajo el completo control de sus cuidadores.

El lugar de todos

La vejez es cuestión del tiempo, y por lo tanto los modos de existir en ella es responsabilidad de los que vienen detrás, de los que están cerca y los que hoy deciden la accesibilidad a los derechos.  "La sociedad se está sensibilizando, pero sigue habiendo gente que por una escritura o una hipoteca echan a los viejos a la calle. No se les puede decir a los mayores que no donen ni den el usufructo porque los van a echar de sus casas, pero se les puede recomendar que mantengan el control de los bienes, porque mientras sea así no les va a pasar nada", agrega. 

Parte del acuerdo necesario para evitar estos abusos involucra a los ciudadanos desde el lugar de vecinos, testigos y denunciantes. "Si alguien escucha gritos, golpes o ve alguna situación de maltrato o abuso, lo que necesitamos es que se denuncie de inmediato al 911, que nos informan instantáneamente y podemos intervenir", agrega el funcionario.

Cambio de vida

Mientras tanto, una gran proporción de mayores de 60 avanza hacia la vejez con energía contagiosa. El 80 por ciento de este segmento de la población es autónoma y conservar esa independencia es uno de lo objetivos de los programas de concientización, como el que se lanzó hace poco tiempo, la Campaña del Buen Trato, orientada a instalar las problemáticas de la vejez en los medios de comunicación.





La independencia de los mayores, según la Dirección de Adultos Mayores, está dada por la posibilidad de realizar sin ayuda las actividades de la vida diaria. Desde vestirse hasta moverse, realizar trámites o comprar alimentos, hasta poder escuchar.

Para Norma Herrera, a cargo del sub programa de turismo social y recreación, de la Secretaría de Deportes de la Provincia, el nudo de lo urgente pasa hoy por la atención de la salud. "El Pami los saca a pasear, los llevan de viaje gratis, pero descuidan la salud. Los viejos no tienen derecho a elegir sus médicos, se los imponen, y las colas, los turnos para llegar son interminables. Cuando tienen que hacerse estudios tienen que pedir turnos larguísimos. Esa es la prioridad en este momento. Van a un lugar, tienen que ir a otro, hacer autorizar, dar mil vueltas, es de terror el ir y venir de los viejos cuando están enfermos. No hay consideración y eso es lo primero que tiene que mejorar", dice la funcionaria.

Cuestión de ganas

Aída Dela Giusta es la Reina del Adulto Mayor que el año pasado llegó desde Metán y que anoche entregó el cetro a Rosa del Carmen Barba, la flamante representante salteña de los mayores, oriunda de Tartagal.


Horas antes de despedirse del reinado, Aída, ama de casa, maestra, mamá y abuela, definió la experiencia como una inyección vital. "Ha sido una experiencia muy linda, me sentí muy feliz. Esto te hace vivir un poquito de la juventud. Ser reina es una cuestión de ganas de vivir. A la edad nuestra no tenés que fijarte mucho en tu cuerpo, ya denotamos la edad, tenemos las arruguitas. Lo importante es participar, no ser tímidas, porque estos eventos te hacen renacer. No le tengo miedo a la vejez sino a la enfermedad", resume. 

Entre lo que falta por hacer, O'Brien enumera mucho: más infraestructura, viviendas tuteladas, más información, profesionales capacitados para las nuevas demandas que se vienen en cuanto a patologías, asistencia, cuidados. También falta más de lo que ya se ha conseguido: espacios de recreación, hogares, contención familiar, cuidadores especializados, vinculación intergeneracional. "Lo que heredamos como sistema corresponde a una época donde el envejecimiento era pasivo. Ahora necesitamos gente con conocimiento verdadero de lo que sucede con las personas mayores, gerontólogos, enfermeros geriátricos, médicos geriatras, que hay solo tres en la provincia. Lo que viene es enorme", concluye O'Brien.

En Esta Nota

Salta
Comentarios