Más de 50 familias viven al lado del basurero, en casas de pallets, sin agua y sin luz

En el asentamiento Virgen de Urkupiña varias familias viven como pueden. La precariedad es parte de su cotidianeidad.

10 Ene 2017
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Foto La GACETA

Un policía se encuentra parado en la entrada del barrio, no por la seguridad de los vecinos, sino para impedir que los habitantes de la zona lleven materiales de construcción para sus ranchos.


A medida que se avanza por el camino pedregoso, el olor de la basura del vertedero San Javier se hace más intenso.

En este conjunto de ranchos, que se conoce como asentamiento Virgen de Urkupiña, vive la familia Saiquita, que el sábado pasado perdió a dos de sus integrantes más jóvenes. Rubén y Judith encontraron la muerte en las aguas del río Arenales cuando se habían ido a bañar.

Ranchos hechos con pallets, con bloques amontonados o con ruedas de caucho en desuso son las precarias viviendas de 54 familias.

Sus habitantes reconocen que estos son “terrenos inhabitables” pero no encontraron otro lugar en donde vivir con sus familias.

Fredy Martínez vive solo. Su familia, dice, son sus mismos vecinos. “Somos nueve familias que hacemos olla popular y comemos juntos”, comenta a LA GACETA.

El referente vecinal cuenta que son varios los funcionarios y políticos que se acercaron y que prometieron cumplir su principal anhelo: tener agua y luz.



Es que en los ranchitos del asentamiento los días de verano,que otros disfrutan, son un padecimiento: para obtener agua deben caminar varias cuadras y juntar en tachos algunos litros que a lo sumo les servirán para algunos días.

La comida se cocina en fogatas que se encienden con el mismo material del que están hechas sus viviendas: los pallets, que ellos mismos buscan del basural.

En el vertedero San Javier transcurre gran parte de la vida de estas personas, ya que muchos de los vecinos del barrio obtienen algunos pesos de lo que recolectan en el basural y que venden a empresas del Parque Industrial.

El intenso calor de estos días y la falta de agua son una combinación que tiene como lugar perfecto para refrescarse al río Arenales, aunque esto puede resultar fatal.

“Olvídese, Martínez”

La postergación que sufren los vecinos de este barrio es aún mayor cuando solicitan ayuda a las autoridades públicas, pero lo que reciben es rechazo.

El referente barrial cuenta que varias veces fue a la Subsecretaría de Tierra y Hábitat y que una vez la respuesta que le dieron fue: “Olvídese Martínez, ahí no vamos a poner ni luz, ni agua ni vamos a enripiar porque es zona inhabitable”.

Otros funcionarios municipales y un concejal también visitaron el barrio. Pero los vecinos sienten que nadie les da una respuesta concreta a sus necesidades y siguen condenados a vivir en la precariedad.

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