Video: conocé la terrorífica leyenda real de la “Isla de las Muñecas”

Este lugar tiene una intrigante leyenda y ahora es un atractivo turístico. Sus visitantes aseguran que las muñecas se mueven y envejecen.

20 Ene 2017

La isla de las Muñecas está ubicada en los canales de Xochimilco, al sur del centro de la Ciudad de México. La región está habitada por cientos de personas, pero esta pequeña isla es el hogar de una amplia variedad de muñecas terroríficas con cabezas decapitadas y quemadas, miembros cortados y otros detalles que adornan los árboles y construcciones de toda la isla cubiertas de telarañas e insectos.


Según la leyenda, una niña falleció ahogada enredada entre los lirios del canal y su cuerpo fue encontrado a las orillas de las chinampas de Santana. Se cuenta que el cuidador de la isla, Julián Santana Barrera, encontró a la niña ahogada e intentó reanimarla aplicándole respiración boca a boca.

Don Julián comenzó a experimentar situaciones inexplicables por lo que, aterrorizado, colocó muñecas que encontraba en la basura o en los canales de Cuemanco con la idea de que éstas ahuyentarían el alma de la joven. Julián comenzó a colgar muñecas por todos lados para aplacar la furia del espíritu, ya que creía que las muñecas ayudaban a ahuyentar el espíritu de una chica ahogada años atrás.


Con el paso de los días, se dio cuenta que las muñecas tomaron vida, estaban poseídas y se escuchaban ruidos por toda la isla. En el afán por encontrar su salvación, Julián vendió todas sus posesiones para comprar más muñecas e incluso revolvía la basura para buscar nuevos juguetes.

Santana falleció de la misma manera y en el mismo lugar en el año 2001. Por lo visto, había confesado a su sobrino que había una sirena en el río que quería llevárselo desde hacía mucho tiempo. Los lugareños creen que su espíritu se ha unido al de la pequeña y que la isla está encantada.


Ahora la isla es una atracción turística donde los visitantes traen más muñecas, ampliando la colección. Algunos testigos afirman haber visto movimientos en las cabezas, brazos e incluso aseguran ver como las muñecas abrían los ojos. Más aun, han escuchado a las muñecas susurrando entre sí y algunos navegantes que han pasado en barco, afirman que podían ver y oír a las muñecas haciendo señas para que se acercaran a la isla.




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