Le levantaron la restricción perimetral y golpeó a su ex hasta desfigurarla

Paola tiene 38 años y se salvó de casualidad. Le dio otra oportunidad al padre de su hijo y terminó con fractura de cráneo, traumatismo nasal agudo, dientes flojos, el cuello violeta, derrames y hematomas por todo el cuerpo.

20 Mar 2017
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Otro caso de violencia de género y van… Esta vez le tocó el turno a Paola Mascambruni, una chica de 38 años, madre de cuatro niños, que vive en Ramos Mejía. El padre del más chico es quien protagoniza esta historia violenta y a quien, meses atrás, la Justicia le había impuesto una perimetral para que no pudiera acercarse a ella. Una nueva oportunidad, golpes, insultos y una tarde de película de terror.  

Rodrigo Eduardo Picolini tiene 35 años. Conoció a Mascambruni en 2009, en el trabajo. Al poco tiempo de empezar a salir ella quedó embaraza. Estuvieron de novios poco y no llegaron a convivir. A los seis meses de gestación se separaron tras un episodio violento de él y se reencontraron en la sala de partos. La primera denuncia que recibe Picolini es casi dos años después, cuando se enoja porque su hijo era de River y él quería que sea de Boca. La madre del menor se traslada a la comisaría y deja asentado este episodio. A partir de ahí no lo ven más.

Picolini desapareció y tiempo después, Paola conoció a otro hombre. Se pusieron en pareja y él se transformó en la figura paterna del niño. La relación llegó a su fin y un mes después ella decidió volver a contactar a Picolini. “Sentía culpa porque mi hijo no recordaba a su papá. Creía que podía recuperarlo”, explicó la mujer al diario Clarín.com. En enero comenzaron a frecuentarse y en mayo la pareja volvió a unirse pero no duró mucho más: “estuvimos hasta octubre cuando volvió a comportarse violento”.

Una nueva oportunidad

La semana siguiente a la separación, Picolini pidió ver a su hijo: “el nene volvió llorando, me contó que Rodrigo le había pegado una piña en la panza y una bofetada en la cara. Me dijo que no lo quería ver más”. Perdieron contacto hasta diciembre cuando él chocó en la moto: “me prometió que las cosas iban a ser diferentes, que el accidente lo había cambiado”. Volvieron hasta la semana pasada cuando “explotó”.

“Llegó a casa todo producido, con una campera, zapatillas y jean nuevos y me increpó”, cuenta Paola. “¿Qué pasa que no me decís nada de lo lindo que me puse para vos?”, le dijo él. Según comenta, ella se rió pero no lo tomó para nada bien. Lo siguiente fue una sucesión de piñas, patadas, insultos e intentos de ella por sobrevivir.

La agresión

La secuencia duró dos horas y terminó con ella destrozada: fractura de cráneo, traumatismo nasal agudo, dientes flojos, el cuello violeta, derrames y hematomas por todo el cuerpo, explica el sitio online.

“Cerró la puerta con llave. Me desnudó. Me agarró de los hombros y con mi espalda rompió una ventana. Me pegó patadas y piñas por todo el cuerpo e intentó ahorcarme. Lo más suave que me dijo fue ‘puta’. Le pedía que se calmara, que me iba a matar y él me respondía que sí, que lo iba a hacer”, relató entre llantos la víctima.

“Al rato se calmaba, lloraba y me seguía pegando. Pensé que no salía viva. Toda ensangrentada aproveché un descuido para agarrar las llaves. Llegué a ponerlas en la cerradura y me agarró de atrás. Puede abrir la puerta y me trepé a la reja pero me atrapó y me empezó a golpear la cabeza. Logré levantarme de nuevo, llegar a la reja y saltar para el otro lado”, continuó.

Paola comenzó a golpear la puerta de los vecinos para que la ayudaran pero relata que ninguno quería abrirle por miedo a que el agresor ingresara. Finalmente alguien la ayudó y la policía terminó llevándose a Picolini.

Paola fue atendida en el hospital San Juan de Dios. El hombre está acusado por lesiones graves, agravadas por mantener una relación de pareja y continúa detenido.


Tenía una orden de alejamiento y denuncias previas

Picolini recibió la primera denuncia luego del episodio de la camiseta de fútbol, ya que cuando ella lo llamó para pedirle explicaciones él se puso peor: “vino a destrozarme la casa. Con el auto chocó la reja y después me amenazó de muerte con un arma”. Debido a los episodios, el juzgado de Familia n°3 de Morón le otorgó una restricción perimetral.

Ella cuenta que cuando estaba embarazada, con dos meses de gestación, le tiró un vaso de cerveza y días después de eso, fueron a comprar ropa, se enojó y le mordió la mejilla frente a sus hijos. A los seis meses de embarazo fue peor: la tiró a la cama y comenzó a pegarle piñas. “Se subió encima mio y me empezó a dar muchas trompadas. Mi hijo se salvó de casualidad”. Ella decidió alejarse en ese momento a pesar de las promesas y es por eso que se volvieron a ver el día del parto.

Paola asegura que las veces que acudió a la comisaría la atendieron e intentaron ayudarla pero que ella fue la que se equivocó al creerle el cambio y darle más oportunidades.
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