Una salteña compite en el Festival Nacional del Acordeón

Verónica Méndez llevará un repertorio de música andina y latinoamericana al concurso.

25 Mar 2017

Verónica Méndez es la única salteña que compite en el Festival Nacional del Acordeón, que se realiza este fin de semana en la localidad santafesina de San Jorge. El encuentro tiene dos instancias: un festival ayer y la competencia, que será hoy y se dividirá en dos rondas. Ella llevará su repertorio de música andina y latinoamericana a ambas etapas.

Vero tiene 30 años y toca el acordeón desde los 13 años aunque su amor por el instrumento nació a los cinco, cuando en la iglesia a la que iba con su mamá veía a un grupo de hombres ejecutarlo durante las alabanzas. “La primera vez que lo escuché quedé alucinada, me parecía un instrumento muy loco y muy raro”, le cuenta a La Gaceta.

A pesar del encanto tuvo que esperar un par de años para poder interpretarlo. De todas maneras siempre se las ingeniaba para estar cerca de un acordeón. “En la Iglesia me ofrecía para cumplir la función de atril y sostenerles las partituras a los señores que tocaban el acordeón”, recuerda.

A los 13 años comenzó a estudiar acordeón con Luis Guantay en la Escuela de Música. Aunque a los seis meses tuvo que abandonar la carrera, la primera vez que tocó el instrumento en un escenario fue durante un festival organizado por la escuela. De a poco se iba acercando a su sueño. “Con el tiempo mis papás fueron aflojando. En ese momento hice un trato con mi mamá. Ella me compró el acordeón a cambio de que yo toque en la Iglesia, donde no se escuchaba otra música que la cristiana”, relata Vero mientras destaca que en esa época sus gustos musicales perfilaban para otros géneros, como el rock y la música latinoamericana.

Los primeros años tocando el acordeón fueron en un único ámbito: la Iglesia hasta que decidió abrirse de ese ámbito. La elección no fue fácil y también la dejó desorientada, entre el sentimiento de culpa y la necesidad de buscar –y encontrar- otras músicas, otros espacios. “Fue un proceso difícil salir de la Iglesia y no sentir que estaba traicionando a alguien. Entonces dejé de tocar durante cuatro años”, resume Vero.

“La música siempre fue mi salvavidas y mi cable a tierra”, recalca la artista y quizás ese fue el motivo que la impulsó a volver a tocar y a encauzar su vida por el camino del arte. Y la persona que le terminó de dar el empujón para que se anime a agarrar el acordeón de nuevo fue la compositora y percusionista Mariana Baraj, durante un curso de percusión. “Mariana me dijo escuchó ejecutar el instrumento y me dijo ‘Vero esto es lo que sos’. Ahí la cabeza me hizo click y volví al alma”, resume.

A partir de ahí todo se fue desenredando y fluyendo. Armó una tocada con una amiga, Celeste Martín, en La Musa a la que se fueron sumando otras chicas. "Creo que cuando uno busca que quiere hacer en la vida, tiene muchas ideas de lo que puede ser. A mí la música siempre fue lo que más me tiró y hasta hace un tiempo no lo podía hacer de esa forma más que como un hobby. Después de cantar, tocar y ver la respuesta de la gente, decidí que quería hacer esto toda mi vida y que además lo quería compartir”.

Después participó del proyecto Musas junto a otras artistas hasta que hace pocos meses comenzó a trabajar en su repertorio de música andina y latinoamericana en formato trío junto a Laura Cáceres y Gabriel Espinosa.

Hoy mientras se prepara para el gran desafío de su vida: competir en un festival nacional de acordeón, Verónica recuerda el mensajer que el acordeonista jujeño Fortunato Ramos, le transmitió durante una charla en Humahuaca. “El me contagió el amor continuo por el instrumento y me enseñó a ejecutarlo con el alma”. 

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