Le falta una mano, juega al billar y está entre los mejores 20 del país

Darío Horadecki tiene 46 años y perdió su miembro derecho en un accidente de trabajo, a los 21. Además de jugador, hoy es vocal de la Federación Argentina de Aficionados al Billar.

27 Mar 2017
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Darío Horadecki, que ingresó de lleno al mundo del billar en 2003 tras perder su mano derecha en un accidente laboral casi una década antes, hoy está en primera categoría y figura entre los mejores 20 jugadores del país. Además, es vocal de la Federación Argentina de Aficionados al Billar (FAAB) y enseña a las personas que quieran aprender este deporte de precisión.

Horadecki tenía 21 años cuando en 1991 perdió la mano en un accidente cuando trabajaba como operario en una fábrica de autopartes, lo que lo llevó a retraerse en sí mismo hasta que en 2003 acompañó a un amigo de la infancia a jugar al billar y nunca mas largó el taco y la tiza.

"Perdí completamente la mano derecha, que es fundamental para jugar al billar, desde entonces estuve mucho tiempo encerrado sin socializar, hasta que un día luego de tanta insistencia de mi amigo lo acompañé por obligación en reemplazo de su padre, que ese día no podía ir", contó Darío a Télam.

Ycontinuó: "buscamos la forma de cómo jugar y de ahí en adelante probamos mil cosas y hubo gente que desinteresadamente se ofreció a brindarme su apoyo. Una vez un jugador se presentó en mi mesa diciendo 'yo trabajo en mantenimiento de un hospital y te hice esta muñequera', y otro me dijo: 'te hice este guante'".

Darío relató que desde chico le atraía este deporte: "cuando salía del primer año del secundario, a los 13, me iba a jugar al billar mientras todos iban al pool, que en ese momento estaba de moda. "Jugué dos o tres años. Luego en la adolescencia dejé porque me empecé a interesar en otras cosas, como el fútbol; y después el estudio, el trabajo y la familia me fueron alejando un poco hasta que en el 2003 fui a ver un torneo de billar y me volvió a tentar aquella pasión de mi niñez", reseñó.

Decidido a aprender desde cero, Darío buscó dónde dar los primeros pasos hasta que le recomendaron ir a "Los 36 billares", un tradicional bar y restaurante de Buenos Aires, inaugurado en 1894, que cuenta con una de las mejores salas del mundo para ese deporte, además de mesas de pool y snooker, y es asidua la presencia de los campeones de billar mundial y argentinos más distinguidos.

"Empecé a venir en el año 2003 y al primero que me encontré fue a Fabian Oliveto (que hace unas semanas jugó en un torneo de parejas en Alemania) y luego a Osvaldo Berardi (considerado el Maradona del juego de las bandas y las carambolas, fallecido en marzo del año pasado), que se puso inmediatamente a mi disposición para enseñarme a jugar", señaló.

Jugar con una sola mano requiere de mucho entrenamiento: "yo pensé que no iba a poder, pero luego de muchas horas arriba de la mesa, desde hace unos años, juego en primera categoría. Cuando empecé jugaba torneos internos con handicap, que es la ventaja a favor que se le otorga al jugador de menor categoría para que la partida sea pareja entre ambos contrincantes. Era al que más handicap le daban y así fui ascendiendo", explicó.

Cuando Darío fue a "Los 36 billares" se enteró de la existencia de la FAAB: "me anotaron medio de prepo porque yo no quería y a medida que fui ganando fui ascendiendo de categoría", dijo y reconoció que lo integraron desde el principio "jugando a la par del resto". Comentó que "en general no se conoce en el circuito muchas personas con una discapacidad tan grande como esta, pero sí con otras, y participan en los torneos. Inclusive, acá no (en Argentina), pero afuera hay profesores para personas con discapacidad que quieran jugar al billar y se hacen torneos entre ellas", afirmó.

"Desde que lo comencé a aprender y a conocer, en el 2003, el billar me cambió totalmente la vida porque hay que tener en cuenta que yo me accidenté en el '91 y fui a aprender a jugar unos doce años después. En el medio pasé por distintos estados psicólogos porque fue bastante traumático el tema del accidente y cuando descubrí ese ambiente, la gente, los clubes y después particularmente del juego en sí, fue un mundo nuevo al que me metí de lleno", enfatizó.

El vicepresidente de la FAAB, Manuel Jamardo, señaló que en Argentina el billarista no se dedica plenamente: "Darío, cuando termina su trabajo, puede dedicarle de dos a tres horas de su vida y con la discapacidad que él tiene, ocupa un lugar importante en el ranking argentino después de los maestros. Si pudiera vivir del billar, creo que estaría peleando los primeros topes". 
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