Pedro Aznar: “la copla cambió mi manera de entender el canto"

El músico llegará nuevamente a Salta. Esta vez presentará su nuevo álbum "Contraluz", el sábado a las 22 en el Teatro Provincial.

26 Abr 2017
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Foto Prensa Pedro Aznar

El último show de Pedro Aznar en Salta fue en 2015. Aquella vez estaba bocentando los temas de su nuevo álbum,“Contraluz” y dejando que la música lo lleve a descubrir su mundo interior. No tenía nada pensado, sólo permitirse la experimentación. El resultado fue un disco de 13 temas propios, que fluctúa entre la balada, el tango y la ranchera sobre la base del rock.

“Las canciones de Contraluz hablan de amor y de pérdida, de espejismos, de los desafíos de la madurez y de saber entregarse a las vueltas del destino por sinuosas que parezcan”, sintetiza el artista que este sábado presentará sus nuevas composiciones en el Teatro Provincial. El show arrancará a las 22.

En una entrevista con LA GACETA, el músico habló sobre “Contraluz” y contó qué lo motivó a sumar otros estilos a su música; además se refirió al legado del Cuchi Leguizamón y reflexionó sobre su conexión con la copla.

La última vez que tocaste en Salta estabas pensando en un nuevo disco, ahora “Contraluz”. En aquel momento me comentaste que estabas en un proceso de descubrir la música que iba saliendo y que las canciones te dirían por dónde anda tu mundo interior. ¿Qué descubriste al terminar ese proceso?

Las canciones de "Contraluz" terminaron reflejando las cosas que me ocupan y preocupan en estos últimos tiempos. Hablan de amor y de pérdida, de espejismos, de los desafíos de la madurez, de saber entregarse a las vueltas del destino por sinuosas que parezcan, de las promesas y peligros de las tecnologías exponenciales, que trazan una delgada línea entre un potencial de cambio positivo extraordinario para la humanidad y su posible desaparición, y, frente a todo esto, del lugar de lo humano en el mundo y de nuestra responsabilidad de hacernos las preguntas más necesarias,

“Contraluz” es un tema que habla de cómo uno construye su propia visión de las cosas. ¿Por qué quisiste que esta canción y su mensaje sean el nombre del disco?

Vemos el mundo a través de quienes somos y de lo que anhelamos, nunca la mirada es neutral. Cuando esa percepción parcial se maximiza, pasamos a estar en un limbo con poca conexión con la "realidad" (pongo la palabra entre comillas porque tampoco existe tal cosa, de una manera inequívoca y tajante). De eso habla la canción "Contraluz": de las proyecciones que hacemos, de cómo construimos nuestra propia película para adaptarla a nuestros deseos y necesidades, hasta el punto en que un día podemos haber perdido toda objetividad. La elegí para darle título al disco porque esa idea ronda en varias de las músicas, y porque es un concepto fuerte, neto, potente.

El disco es vibrante, eléctrico y tiene diferentes sonoridades. Hay sorpresas como la ranchera “Por la vuelta” y el bolero-tango “Ultima pieza”. ¿Qué te gusta de estos géneros? ¿Están conectados a tu historia?

Sí, claro, han estado presentes en mi vida en muchos momentos, mayormente a través de la música que sonaba y las películas que se veían en casa de mis padres y de otros miembros de mi familia. El tango tenía una presencia constante, ya que mi padre lo escuchaba en la radio gran parte del día. Él había sido violinista y dirigido un quinteto de tango en su juventud. La música mexicana se escuchaba mayormente en las películas de la era de oro del cine de ese país, y los boleros rondaban mi infancia, también (más tarde, en mi primer viaje a Cuba, conocí las expresiones tal vez más auténticas de este estilo). Cuando uno da rienda suelta al impulso creativo, estos recuerdos surgen en forma de música, y te sorprenden gratamente. La ranchera que escribí trata de la segunda mitad de la vida y de cómo la finitud pone las prioridades en foco; de hecho, México, que tiene esa relación fluida y colorida con la muerte y que sabe honrar a sus difuntos con un hondo sentido vital, fue el mejor vehículo musical para tratar esos temas. Y nada mejor que un tango o un bolero (en este caso, una canción que tiene elementos de los dos) para expresar el dolor de una separación.

La fotografía atesora momentos, sentimiento, las canciones también. ¿Qué rol tiene la imagen a la hora de componer?

La fotografía capta un momento y lo eterniza, es un expansor del tiempo. La música es un perfume que se lleva el viento, su ser es inseparable del tiempo, ya que sólo en él puede manifestarse. Pero la emoción que logra captar una foto está necesariamente ligada a la mirada del fotógrafo, en elegir qué recorte hacer de lo que hay ahí afuera, y en eso el músico está hermanado: lo que elige incluir y lo que deja afuera de la paleta de sonidos es una decisión, algo deliberado para mostrar una porción del universo sonoro y poner el énfasis allí. Otra cosa que se relaciona mucho entre las dos artes es la escala de luz (los contrastes) con los matices (cuán fuerte o suave suena algo). El manejo de esas dos variables se parece bastante, y son maneras de lograr impactos y sutilezas.

Grabaste “La Pomeña” del Cuchi Leguizamón y Castilla en “Cuerpo y alma”. Este año se cumplen 100 años del nacimiento de Leguizamón. ¿Cuál es tu mirada sobre el legado del compositor salteño?

El Cuchi es uno de nuestros músicos más emblemáticos, un artista capaz de hacer convivir la música académica con el canto ancestral. En él hay siempre un aire de baguala, se respira la inmensidad de los valles calchaquíes, y también hay una sofisticación digna de las grandes salas de concierto. Su obra fue una puerta de entrada hacia el folklore para muchísimos músicos que venían de otros estilos, como el rock o el jazz, a través de esa mirada amplia, que recoge el canto de la tierra y lo hermana a las músicas del mundo. Pensando en que el rock es una música amplia y permite que en ella convivan otras expresiones folclóricas.

Tu búsqueda musical también explora el canto ancestral. ¿Cómo llegaste a la copla y qué posibilidades expresivas descubrís en ella?

Leda Valladares fue mi guía en ese viaje. Cuando a finales de los años '80 ella nos invitó a varios músicos de rock a cantar bagualas, vidalas y tonadas, para mí fue un momento transformador. Poco tiempo después de ese hermoso trabajo, que se llamó "Grito en el cielo", fuimos con ella y Suna Rocha a Salta, para una presentación junto a los cantores vallistos, y una recorrida por toda la región, que incluyó encuentros con referentes como Tomás Vázquez y Barbarita Cruz. La calidez con que nos recibieron y la autenticidad y profundidad de su arte quedaron grabadas en mí y reorientaron mi brújula. Mi manera de entender el canto, el poder de la melodía y el respeto al silencio cambiaron para siempre en ese viaje, que tuvo mucho de iniciático.

¿Cómo viviste el homenaje a Mercedes Sosa en Nueva York?

Fue muy emocionante. Lo hicimos junto a la cantante mexicana Magos Herrera y el pianista venezolano Ed Simon y su trío, en una sala que se inauguró el año pasado, National Sawdust, pensada y realizada por artistas (entre los que está el célebre compositor Philip Glass). Cuando yo vivía en Estados Unidos, primero como estudiante y después como integrante del grupo de Pat Metheny, los discos de Mercedes eran una manera de seguir conectado con mi cultura a la distancia. Cantar esas mismas canciones allí, homenajeándola, significó una vuelta de la vida muy conmovedora. 

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