“El soneto tiene un encanto y un misterio muy difíciles de desentrañar”

Luis Ferrario presenta Luna y Agua, un poemario en el que vuelve a ajustarse a la rima en endecasílabos.

11 May 2017
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FOTO LA GACETA

El origen de soneto se fecha alrededor del 1200, en el sur de Italia. Desde entonces esta forma de estructurar los poemas no ha perdido cultores. Y en esta época de versos libres Luis Ferrario decide publicar Luna y Agua, un poemario con sonetos inspirados en acontecimientos actuales. Hay uno, por ejemplo, dedicado Néstor Kirchner. Otro a la doctora en Letras Elena Altuna, a quien Ferrario tuvo como profesora en la Universidad Nacional de Salta.

El libro se presentará el 19 de mayo a las 20, en la Biblioteca de Sarmiento y Belgrano. Y esa fue la excusa de LA GACETA para realizar esta entrevista.

¿Por qué volver al soneto?

El soneto tiene un encanto y un misterio muy difíciles de desentrañar. Si observamos la historia de los últimos siete siglos de poesía occidental, podemos apreciar que nunca perdió del todo su vigencia. Hoy en día parece ser la única forma clásica que se cultiva con naturalidad, sin que nos dé la impresión de que se trata de algo impostado o extemporáneo. Yo diría que no es que uno vuelva al soneto sino más bien que el soneto nunca se fue de la poesía desde que fuera concebido en Italia, allá por el siglo XIII.

¿Cuáles son los desafíos de esta forma poética?


Creo que la verdadera dificultad del soneto no está en la exigencia de la rima o en la necesidad absoluta de fluidez sonora que demanda sino en impedir la dispersión del sentido al componerlo. Todo poema lírico exige unidad de sentido, es cierto, pero pareciera que en esta estructura se potenciara hasta el extremo la necesidad de que todas las palabras tiendan a significar lo mismo. Tan es así que el cambio de un solo fonema lo destroza completamente. Lo hace saltar por el aire. Tal es su tensión.

¿Cuáles son sus referentes del género?

Góngora y Quevedo, por supuesto. García Lorca y Miguel Hernández, Marechal y Borges. Entre nosotros, creo que Julio César Luzzatto y Manuel Castilla consiguieron sonetos perfectos. Me acuerdo de dos versos de Luzzatto: “hubo una sola forma de olvidarte/y fue la de no haberte conocido”. Impresionante.

¿Por qué sigue escribiendo poesía?

Es una necesidad. En verdad, uno no comprende bien de dónde viene ese impulso pero secretamente siente que no puede soslayarlo. Escribe poesía porque sabe que los sentimientos íntimos no pueden aflorar tal como son en ninguna de las instancias de la vida diaria. Y porque esos sentimientos son frágiles y perentorios como la corporalidad. Van a irse con ella cuando lo determine el tiempo. Uno quisiera que perduren, que se vinculen de algún modo con los de los demás. Por eso insiste con la poesía. Me parece indudable que a los músicos y a los pintores les sucede lo mismo.

¿Qué consejos tiene para darle a un joven poeta que acumula manuscritos sin poderlos publicar. Cuál es el consejo para que sigan escribiendo?

Los poetas jóvenes de nuestro medio tienen una personalidad tan fuerte que no me caben dudas de que no precisan de consejos para desplegar su talento. Cada cual bebe de las fuentes que libremente elige, por eso no me atrevería a sugerirles que lean a los poetas clásicos. Los jóvenes saben muy bien cuáles son los autores que colaboran eficazmente con su formación. Y con relación a la dificultad de publicar, sólo puedo sugerir que la humildad es la única condición humana que va a permitir a los poetas persistir aunque las puertas estén cerradas y no aparezcan a la vista posibilidades de que vayan a abrirse. Hay que persistir igual. Lo importante es decir, labrar la obra, hacerla crecer aunque se acumule. La única forma de crecer en poesía es hacerla. Lo demás vendrá por añadidura.

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