De la India a Salta: la historia de la Comunidad Singh

Más de 20 familias, cuya mayoría de integrantes llegó de la India, viven en Rosario de la Frontera. Costumbres, tradiciones y religiosidad conviven en el sur de la provincia.

23 May 2017
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Sobre la avenida Palau, en el acceso a Rosario de la Frontera, se ubica el Templo de la religión Sikh, que llama la atención por sus detalles de arquitectura oriental.

El “Gurudawara” fue construido en la entrada de la localidad del sur provincial hace 29 años y fue el primero de su tipo que se levantó en Sudamérica. Allí llevan a cabo sus ritos y se reúnen los miembros de la Comunidad Singh, que hoy agrupa a unas 20 familias que empezaron a asentarse en Rosario de la Frontera desde 1941.

Un sistema de solidaridad propio de su cultura, que llegó de la zona de Punyab, en la India, permitió que poco a poco la comunidad creciera hasta nuestros días.

Dante, Charan, Tara, Tajinder, y Kanwal Jeet Singh cuentan la historia de esta familia que se asentó en el norte argentino como destino final de una aventura que terminó dándoles un nuevo hogar. Plenamente integrados, hoy los Singh tienen influencia en la actividad comercial y agropecuaria en el sur provincial y entre ellos se cuentan profesionales como ingenieros, médicos, abogados, escribanos y políticos.

Dhan Singh: el pionero

Todo el que intente contar la historia de los Singh en el norte argentino tiene que empezar por Dhan, referencia obligada para cualquiera que busque el inicio de la comunidad que practica la religión sikh. Dhan se asentó en Rosario de la Frontera en 1941, y fue el primero de los Singh en llegar a este lugar. Así empezó la historia de la comunidad que terminaría haciendo de esta zona el hogar en donde creció su familia.

“Vino en un barco que traía yute de la India. Cuando él llega a Buenos Aires va a trabajar al campo primero como empleado rural, después se entera que había otro paisano de él en Tucumán, en el norte de Argentina, y se viene a trabajar de chofer”, relata el hijo del pionero, Dante Singh.


La compra de un camión le permitió a Dhan comercializar leña que extraía de zonas aledañas a Rosario de la Frontera y que vendía en la capital tucumana. Poco a poco fue arraigándose a estas tierras, y con la compra de una propiedad y la puesta en marcha de un negocio echa raíces en el sur salteño. “Después la conoce a mi mama acá, se casó, y ya se quedó a vivir acá”, rememora Dante. Luego,empezó a invitar parientes, después empezaron a llegar amigos, vecinos. Entonces ellos han hecho lo mismo con otras generaciones, han ayudado a que venga gente de allá y así se ha ido formando la Comunidad” afirma el hijo del pionero.

Charan llegó en 1975, y encontró refugio en la casa de Dhan. Sobre la adaptación a la cultura y a una nueva vida, comentó: “no tuve mucho problema, comencé a trabajar, empecé a crecer y tuve participación de socio en los negocios de Dhan. Éramos jóvenes, tenía 21 años, aprendés rápido”.

Como muchos de sus paisanos, Charan se había casado en la India y luego de algunos años de trabajo y ahorro pudo juntar los fondos suficientes como para costear el viaje de su esposa y radicarse como familia definitivamente en nuestro país.

Por su parte, Tara llegó a los 29 años, en 1963. “Trabajaba como camionero, y en compra-venta de mercadería. La gente de acá me ha ayudado bastante. Eran tiempos muy duros” recuerda el hombre.

“Vine primero a Tucumán, ahí me quedé cinco años y después vine. Luego, estuve seis años trabajando de chofer. El padre de Dante me ha ayudado bastante” expresa Tara.

Trabajo y un mejor porvenir fueron algunos de los motivos que impulsaron a varios de los Singh a dejar su tierra y aventurarse en otro continente.

Así lo expresa Tara: “todos los que emigramos teníamos la necesidad de salir del país para buscar mejor vida, todo emigrante busca mejor vida. Somos aventureros también, de preguntarnos qué hay afuera, por qué se va la gente”.


La integración no es problema

El idioma es uno de los principales obstáculos a la hora de entender y dar nombre a las cosas, pero según expresa Tajinder no hubo mayores inconvenientes en su caso. “Como en cualquier parte del mundo, si tenés hambre aprendés el nombre de la comida, querés agua y aprendés cómo se dice. Por la necesidad, por el trabajo vas aprendiendo a hablar”, afirma el hombre.

Los matrimonios mixtos fueron frecuentes entre los Singh y los oriundos de Rosario desde un principio, lo que facilitó la integración. “Hay muchos matrimonios mixtos, las primeras personas que vinieron de la India muchos se casaron con mujeres de acá porque no era fácil (como ahora) viajar, buscar a tu esposa, era muy difícil se viajaba en barco tres meses, era casi imposible, no había las comunicaciones como hay hoy. En otro tiempo las personas venían a trabajar y ahora se da el caso de matrimonios también, se da el caso de muchos que han venido con la mujer o con toda la familia”, cuenta Tajinder.

La política no es un ámbito ajeno a los Singh, como en el caso de Jasbel, quien trabajó muchos años junto al diputado nacional Alfredo Olmedo. Es también el caso de Dante, que colabora con el gabinete del intendente actual, Gustavo Solís y desde que era estudiante universitario militaba en el ámbito político en la Universidad de Tucumán.

La solidaridad o Puertas abiertas

“En la Argentina es una gran familia”, expresa Tajinder y cuenta que la mayor presencia de los Singh está en Salta, Jujuy y Tucumán, aunque también hay varias familias en Buenos Aires, Mendoza y Rio Negro.

El 13 de abril pasado hubo una celebración religiosa en el Guruduwara que logró reunir a más de 300 Singh de todas partes del país. “Yo lo que soy, lo que tengo acá en la Argentina (llevo 33 años viviendo acá), es gracias a mi tío. Cada caramelo, cada alfiler que tengo es gracias a él que me trajo, estaba trabajando con él, me pagaba, me enseñó muchas cosas”, cuenta Tajinder.

Hacer el bien a los demás es una de las premisas que, por religión, practican los Singh. “He traído a mucha gente. Entre todos nos ayudamos, hemos sufrido tanto que no queremos que otros sufran igual que nosotros, así que ayudamos para que otros progresen. Que aprendan bien y hagan bien las cosas para la sociedad, para la gente” expresa Charan.

Por su parte, Tara comenta: “yo tengo 54 años viviendo acá, los más chicos de mi familia en la India no me conocen, somos extranjeros ahora allá”.  


Las costumbres y la nostalgia

“Las costumbres son lo que más se extraña, pero acá el norte es muy parecido en muchas cosas  a Punjab. El clima por ejemplo con veranos muy cálidos, inviernos muy fríos. Después la comida, no hay problemas para conseguir las verduras que se consiguen allá, las legumbres que se consumen allá” afirma Tajinder.

El desarraigo es algo que en principio cuesta pero que es más llevadero con el apoyo de la familia y la comunidad. Eso es lo que expresa Charan: “Para mí ha sido mucho más fácil gracias a mi tío, que lo ha traído a mi papá y ahí llegue yo también, era una cosa servida en bandeja. No había problema de idioma,  porque estaban los mayores, nos enseñaban y aprendíamos”.

No es fácil poner en palabras lo mucho que se extraña, ni lo paradójico que resulta la nostalgia por la patria de uno y la comodidad de haber encontrado un nuevo hogar. “Cuesta expresarlo sentimentalmente, es distinta la cultura nuestra que la cultura de acá. Nuestra cultura es muy antigua y la cultura acá es más nueva” dice Tajinder.

La forma de vestir y los rasgos físicos es algo que permite distinguir a los Singh en medio de los argentinos.

“Cuando llegamos a Argentina la gente nos veía como extraños, ¿qué es eso? se preguntaban. A mí me molestaba cada vez que iba afuera, te gritaban Bin Laden, nosotros no tenemos nada que ver con Bin Laden. Lo hacen sin conocimiento, ignorancia”, afirma Tajinder que usa una prominente barba.


La religión como centro de la vida

“Dios es uno solo”, es una de las premisas principales de la religión sikh que profesan los Singh. Esta idea los lleva a aceptar y respetar a otras religiones, como el catolicismo con el que conviven a diario.

“Cada uno respeta la religión del otro, nunca hubo problemas. Hace unos días atrás se ha conmemorado el nacimiento de la religión sikh y se ha hecho una procesión, hemos ido a la plaza, hemos hecho un acto público que justo coincidía con Pascua. Y la gente salía de la Iglesia católica de festejar la pascua y venía a ver cómo era la celebración de la colectividad, a probar la comida dulce que se repartían ahí. La gente está muy acostumbrada”, cuenta a modo de anécdota Dante.

En ese sentido, Tajinder afirma: “nuestra religión es de todos, todo el mundo habla que Dios es uno solo, para toda la humanidad, podemos interpretar de distintas maneras. Uno de los principios de nuestra religión es ser vegetariano, no quitar la vida a los demás para darse satisfacción a uno mismo habiendo tantas legumbres, no dañar a terceros”.

Una de las bases de la religión sikh es el libro sagrado, que contiene las principales máximas que les dejaron sus profetas o gurúes. “Nuestra guía es el libro sagrado que adoramos como si fuese una persona, no adoramos al libro adoramos a los contenidos, a la idea del libro. Es la experiencia de nuestros profetas que nos enseñan el camino hacia Dios”, expresa Tajinder, que resume su religión así: “se trata de ser una persona ejemplar. Si yo no soy ejemplar no le sirvo de nada a nadie”.

“Nos sentimos como si fuera nuestra propia casa” afirma Charan sobre su vida en Argentina, a pesar de haber nacido en la India, encontró un hogar en nuestro país y aquí decidió echar raíces.

Los Singh no dejan de agradecer a los argentinos por darles la posibilidad de progresar. “Con toda la Argentina estamos agradecidos. Siempre lo tenemos presente y lo reconocemos” sintetiza Tajinder.


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