Sig Ragga: “buscamos que el público invente la canción y armé su historia”

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FOTO DIARIO UNO

La banda santafesina llegará por primera vez a Salta. Tocará esta noche en El Teatrino.

10 Jun 2017

Sig Ragga llegará por primera vez a Salta para presentar su tercer y más reciente álbum "La promesa de Thamar", nominado a los Latin Grammy 2016, y un recorrido por los temas de los discos anteriores, "Sig Ragga" (2009) y "Aquelarre" (2013). El recital será esta noche en El Teatrino –Aniceto Latorre y Alvear-.

La banda liderada por Gustavo Cortés comenzó como un juego de niños. Sus integrantes tenían 13 años y en una actitud rebelde se pintaban y disfrazaban para subir al escenario. Querían ser libres y la música les abrió esa puerta. Hoy el grupo que comenzó tocando en los bailes de la Escuela de Comercio de Santa Fe transita sus 20 años de historia musical y mantiene intacto ese espíritu libre que comenzó haciendo reggae pero que fue mutando. Su propuesta es un viaje sonoro y fantástico con vuelo poético y guiños cinematográficos.

“Tenemos un compromiso muy grande sobre en qué lugar ponemos al que escucha. Buscamos que el público invente la canción y armé su historia”, sostuvo Ricardo Cortés, baterista de Sig Ragga en una entrevista con LA GACETA en la que también habló el nuevo disco, sus canciones y su historia.

Con 20 años de trayectoria, ¿Cómo los encontró “Las promesas de Thamar”?

Este disco tuvo la particularidad de que participamos en la pre producción pero también lo grabamos nosotros con la guía de nuestro ingeniero de sonido, Eduardo Bergallo, que nos ayudó a armar un estudio en nuestra ciudad, Santa Fe. Entonces tuvimos cierta tranquilidad e intimidad de estar en nuestro atelier que cuando estas en un estudio, donde tenés pautas de planificación, no se pueden. Teníamos muchos materiales de cosas vueltas y fuimos haciendo un collage. Después buscamos una unidad de forma entre las canciones, que tenían una armonía entre sí.

¿De qué hablan las canciones del disco?

Hay un poco de todo, también hay un collage en la forma cómo se enuncian las canciones. Hay temas que son una radiografía de cómo el capitalismo y el mercado nos va marcando y acelerando, también hablan de todo lo que somos nosotros como país, como humanos. Otros temas son más fantásticos y algunos tienen una visión más de amor. Son distintos puntos de vista. Sig Ragga fue mutando del reggae y sumando nuevos estilos.

¿Cómo llegaron a configurar esta propuesta que invita a un viaje sonoro?

Eso tiene que ver con la música que escuchamos toda la vida y también con nuestro interés por otras ramas artísticas, como el cine y la literatura. Hacemos como un montaje sonoro y uso armónico de ciertos efectos. Componemos con imágenes. Algunas canciones tienen ciertas rupturas de tiempo y espacio en lo que viene contando. En este último disco, por ejemplo, nos sentimos más representados. Si bien los otros también porque en cada momento hicimos lo que nos emocionaba, aquí nosotros hicimos una ruptura, nos salimos del reggae como estructura rítmica. Los otros discos tienen mucho de la música negra y también la fusión pero “La promesa de Thamar” tiene una identidad propia.

¿Cuál crees que es el poder de la música?

Eso es difícil de definir porque música tiene esa riqueza de cómo cada persona termina armando su propia historia con lo que escucha. Nosotros somos conscientes de cierta ambigüedad en nuestro discurso, no damos un discurso en forma autoritaria para el consumo rápido. La música tiene el poder mágico de transformar y ahí aparece también la micro política. En ese sentido tenemos un compromiso muy grande sobre en qué lugar ponemos al que escucha. Buscamos que el público invente la canción y armé su historia.

Se caracterizan por maquillarse o usar máscaras en sus shows en vivo como una forma de liberarse y hacer algo extra musical. ¿Cómo surgió esa idea?

Cuando empezamos con Sig Ragga teníamos 13 años, éramos chicos. Nos disfrazábamos para escaparnos de la rutina de la escuela, era como un acto subversivo. Creo que ese espíritu sigue ahora y se transformó en un ritual para nosotros. Siempre tenemos un tiempo en que para los vivos nos maquillamos, nos vamos relajando y entrando como en clima. Se termina armando un ambiente fantástico porque nosotros estamos como en un personaje durante todo el show. Los que estamos ahí somos nosotros pero estamos caracterizados con una caricatura, es una exageración que incluso interviene en nuestra actuación.

¿Cómo empezó Sig Ragga hace 20 años?

Empezó en casa con mi hermano. Mi viejo siempre tocaba la guitarra, nosotros también y cantábamos. Él escuchaba de todo pero cantaba canciones folclóricas del Cuchi Leguizamón y Dúo Salteño. Después trajo un órgano chiquito como juguete que nosotros nos turnábamos una hora cada uno para tocarlo porque nos copamos. Mi hermano conoce a Nicolás en el Comercial y con Juanjo nos conocemos de tocar en otra banda de hace muchos años. Viene de casa y de habernos encontrados con historia similares entorno a la música. Nunca tuvimos todo servido, al principio tocábamos sin instrumentos y componíamos con hoja y papel. Eso hace que uno valore y aprenda a desarrollar imaginación, que no te detenga una herramienta para poder hacer algo.

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