Amor y tragedia en el año de Malvinas

El libro indaga los efectos de la represión

11 Jun 2017
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UN ATRAPADOR DE LECTORES. Olguín maneja con sabiduría el misterio. foto de Fernando Lendoiro

NOVELA

1982

SERGIO OLGUÍN

(Alfaguara - Buenos Aires)

En 1982, Sergio Olguín nos entrega una historia de amor, una historia trágica que al mismo tiempo se plantea como reescritura de la Fedra, de Racine. En la tragedia de Racine, Hipólito es asediado por Fedra cuando su padre Teseo se va a la guerra. A la inversa que en el texto francés, acá Pedro, un muchacho argentino, hijo de Augusto Vidal, un militar que va a Malvinas queda prendado de Fátima, su madrastra, una tucumana reina de belleza que se casó con su padre cuando él tenía nueve años, y le dio una media hermana que tiene dos años. Es el hijo rebelde, que se apartó del mandato de seguir la carrera militar, orgullo ostentado por toda la familia.

Toda la novela transcurre en el año 82 y cierra un año después. El último capítulo se llama 1983, ocurre cerca del 2 de abril de 1983. Un año bisagra en la historia argentina que marca el comienzo del final. La ausencia del padre destinado a Malvinas lo convierte en el hombre de la casa. Si bien el estudiante de Letras está iniciándose en el amor, se produce de modo inesperado el encuentro del amor con Fátima.

El regreso del teniente coronel Augusto Vidal, un cuestionado héroe que se batió en las islas, desencadena la huida de la pareja a una playa. La historia va adquiriendo un crescendo dramático. Vidal los persigue de modo implacable y apelará a su experiencia como militar de la dictadura para atraparlos. En el final asistimos a crueles momentos de tortura, crueldad y violencia. El amor será castigado y quedará impune el poder.

La novela pertenece al grupo de textos que indaga el efecto de la represión ya no sobre los sujetos directamente vinculados, sino sobre las familias, no sólo de las víctimas sino de los represores. La guerra de Malvinas es solo el telón de fondo, la niebla que oculta la tragedia. Vidal está definitivamente enfermo de odio y violencia.

En verdad que Olguín maneja con sabiduría el misterio. El lector se siente atrapado en la trama en las que las víctimas son muchas. Pedro es el estudiante romántico que entabla con Luna otra forma de historia de amor, a través de la complicidad con los libros. Trabaja sus caracteres de tal forma que se observan las pequeñas grietas que comienzan a abrirse entre los amantes: la edad, las lecturas. Toda una serie de símbolos de época, desde Spinetta hasta la revista Humor, Respiración artificial y la Facultad de Filosofía y Letras construyen la estructura de sentimiento en la que muchos lectores se reconocerán. En otra dirección, la reescritura de la historia de amor se impone sobre la historia de la guerra. Aunque ambas se encuentren entrelazadas.

© LA GACETA

Carmen Perilli

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