El Museo de la Basílica Menor de San Francisco te invita a viajar en el tiempo. Entre las paredes de los remozados salones, se exhiben piezas de altísimo valor tanto en lo histórico, como en lo cultural y espiritual.

Una jarra romana encontrada en el campo Ascoli Satreano (79 a.C.); una cabeza de joven etrusco hallada en una tumba a Tarquina (s. III-IV a.C.), reliquias de Tierra Santa, entre otros elementos arqueológicos expuestos, merecen especial atención.

El arte está presente durante todo el recorrido que dura alrededor de 45 minutos. Valiosas obras y piezas de colección pertenecientes al siglo XVIII y XIX, adornan los salones.

Las piezas de arte sacro se destacan en todos los salones: antiguos cálices; relicarios; crucifijos de distintas épocas y diseños; objetos pertenecientes a Papas y oratorios, por solo nombrar algunos.

Desde la amplia galería –donde se destacan los murales del pintor alemán Francisco Luscher- se pude apreciar el un imponente jardín en donde se emplaza un reloj solar de 1864

En el patio se destaca el imponente campanil, considerado el más alto de Sudamérica, con 54 metros de altura. La torre está dividida en cuatro niveles, fue diseñada por Fray Luis Giorgi y construida en 1882 por Francisco Righetti. En el primer piso se encuentra un lugar destinado a retiros espirituales y encuentros franciscanos.

En su tercer cuerpo se encuentra la “Campaña de la Patria”, la cual fue hecha con el metal de los cañones que se usaron en la Batalla de Salta, donados por Manuel Belgrano.

Los pasillos

Sin dudas, lo más cautivante de todo el recorrido son los pasadizos internos. A través de una pequeña puerta de madera, los visitantes se introducen entre las paredes del templo.

Allí se puede apreciar el atelier de Luis Giorgi, en el cual diseñó el altar mayor de la Catedral Basílica.

Además, aquellos pasillos sirvieron de resguardo de las mujeres e hijos de los gauchos que combatieron en la gesta güemesiana.

La Iglesia

La historia de esta casa comienza en el año 1582 cuando Hernando de Lerma, fundador de Salta, asigna a fray Bartolomé de la Cruz un solar destinado a la Iglesia y convento San Francisco. Enseguida los frailes iniciaron la construcción de la primera iglesia en barro y caña, que por su material y el clima se derrumbó. La segunda se realizó en madera a mediados del siglo XVII que también se destruyó a causa de un incendio.

La siguiente construcción se inició en el año 1759, Fray Vicente Muñoz fue el arquitecto español que llevó a cabo la obra de la iglesia.

En el año 1772 la Iglesia y parte del convento quedan totalmente desbastados nuevamente por un gran incendio.

Posteriormente, la Iglesia y el Convento empiezan a recobrar vida y esperanza con la llegada de misioneros italianos provenientes de la escuela de Propaganda Fide en el año 1857. El Padre Luis Giorgi, eximio escultor y arquitecto italiano, estuvo en Salta por más de veinte años. A él se deben el decorado y restauración del interior de la Basílica.