Las Colinas: el peligro de vivir en una zona a donde solo llegan promesas

“Acá venía el intendente a guitarrear, vinieron todos los concejales, y ahora los seguimos esperando a todos” afirma la vecina de una zona en donde los desechos cloacales fluyen por las calles.

26 Jun 2017

El solo hecho llegar a este barrio de la zona este de la ciudad es complicado.

Solamente dos calles permiten el acceso al barrio Las Colinas, y una de ellas es un sendero precario rodeado de yuyos, a donde abundan los robos y hasta hubo violaciones a mujeres que pasaban por ahí.

Por la calle colectora de la autopista de acceso a la ciudad, está el otro ingreso al barrio, la única calle por la que circula el corredor 2 A.

Cualquier vecino del lugar que desee tomar el colectivo debe caminar hasta 20 cuadras para llegar a la única parada del transporte urbano, que a veces ni siquiera se detiene, ya que llega lleno desde los otros barrios de la zona.

Las calles de piedra y desniveladas no cuentan con cordón cuneta pero casi todas son recorridas por las aguas contaminadas de los pozos ciegos de las casas que ocasionan malos olores, contaminación y aumentan la precariedad de las condiciones en las que viven más de 350 familias.

Las calles ni siquiera están señalizadas con los nombres que les pusieron los vecinos, y las promesas de obras son lo único que les llega de parte del Estado a estas personas.

“Hemos sido pacientes durante años, estamos hartos” comenta con una mezcla de bronca, impotencia y decepción, Ana Enríquez, vecina del barrio que junta una decena de mujeres se organizan para dar a conocer los problemas del barrio, esos a los que nadie parece atender.

Ana vive hace 13 años en Las Colinas y ha recorrido varias dependencias municipales en busca de respuestas a las necesidades de sus vecinos, pero aun no recibe respuestas, solo promesas.

“No voy a bajar los brazos” reitera a cada momento la vecina ya firma que el agua y la luz para la mayor parte del barrio llegó después de gestiones en conjunto con los vecinos de los otro cuatro barrios de la zona: Torino, San Mateo, San Lucas y Canillita.

Robos y violaciones en la entrada del barrio

“Este año hubo más de 15 robos aquí” afirma Ana, mientras camina hacia la entrada alternativa al barrio.

Un sendero de unos 500 metros, paralelo a una improvisada calle de tierra que pagaron los mismos vecinos conecta a Las Colinas con barrio Autódromo.

Los que viven en esta parte del barrio se ven obligados a atravesar este camino de yuyos, donde reina la inseguridad, o caminar unas 20 cuadras hacia la única parada del colectivo del barrio.

Actividades cotidianas como salir a trabajar, volver del trabajo o ir a la escuela son un peligro cuando la opción menos problemática es atravesar este sendero para tomar el colectivo en el barrio de al lado, a donde sí hay asfalto y las calles están pavimentadas e iluminadas.

 Rodrigo Martínez, pasa por este lugar todos los días para ir y volver del trabajo.

El joven de 28 comenta que una vez le intentaron robar cuando volvía de noche hacia su casa. “Hay mucha inseguridad” afirma Rodrigo, quien trabaja en el centro y hace turnos rotativos, por lo que muchas veces debe caminar por el peligroso lugar a la noche.

“Yo fui testigo de una violación”, afirma otra joven de 21 años. Camila Correa, tiene una hija de dos años y está embarazada.

Un día subiendo hacia su casa, escuchó los gritos desesperados de una chica que intentaba defenderse del ataque de un hombre.

Camila estaba junto a su pequeña hija y se quedó inmóvil, en un intento de proteger a la niña bajó unos metros y empezó a pedir ayuda. Pero el lugar es tan desolado, que las casas se encuentran a  varios cientos de metros de distancia.


“Mi nena se dio cuenta de todo, ella lloraba y me abrazaba” relata la mujer y agrega que tiró todas las cosas que había comprado en el barrio de abajo y subió pero la chica atacada ya no estaba, luego vio bajar un auto y una moto.

Teresa Guerra solía usar ese atajo también para llegar más rápido a los lugares donde tenía que ir, pero luego de un robo decidió no volver a caminar sola por ahí.

La vecina hace unos días, a las 9 de la mañana caminaba por el sendero cuando “apareció un hombre que me dijo si no me das todo te mato”.

“Yo agarré una piedra, pero eso lo hizo enojar aún más y tuve que darle los $1000 que me había prestado mi hijo” agrega la mujer.

Otra vecina, Gladys Fontana, expresa que su hija tiene que bajar por ese sendero para ir a la escuela y que no le queda otra que “mandarla con una punta” para defenderse ante posibles ataques.

Colectivos que no ingresan al barrio

La existencia de una sola para de colectivos en el barrio, obliga a los vecinos a caminar hasta 20 cuadras para poder hacer uso del servicio de transporte urbano.

Desde hace varios años que hacen gestiones para lograr que el corredor 2 A amplíe su recorrido y mejores las frecuencias.

Pero según afirman los vecinos, uno de los condicionantes es el pésimo estado de las calles, ya que desde la empresa que administra el transporte urbano se niegan a ampliar el recorrido por esta razón.

Es que las calles no parecen tales, sino que son pasillos de piedra y tierra, llenos de pozos y de agua acumulada, pese a que ya no llueve.

Ríos contaminados fluyen por las calles

En algunos de los sectores del barrio el olor de las aguas contaminadas es insoportable.

Es que, a falta de cloacas, algunos caños improvisados descargan el líquido de los baños sobre las mismas calles de la barriada.

Al ser un lugar empinado, las aguas bajan, pero van dejando un rastro de contaminación y malos olores.

En épocas de lluvia, la situación es aún más dramática. “Patinamos cuando llueve” afirma una vecina de la calle Cerro Pedregoso.

“Para ir a la escuela, los chicos deben llevar dos calzados o ponerse bolsas en los pies” comentan las vecinas.

El caso de Gladys es particular, ya que padece un problema en las rodillas por el que necesita ir al hospital con frecuencia, como a veces no puede salir de sus casa pierde los turnos.

“No podemos seguir viviendo así” expresa afligida Ana y cuenta el caso de una señora con problemas de movilidad que tarda más de dos horas en bajar de su casa, a la que no se puede acceder si no es caminando.

Por otro lado, muchas de las vecinas afirman que en varias ocasiones decidieron no mandar a sus hijos al colegio porque les resulta imposible salir de sus casas caminando por el barro.


Una emergencia podría ser una catástrofe

“No puede entrar ni la ambulancia. El año pasado vino una porque una señora se descompensó y no podía pasar” comenta Ana.

Un proyecto para colocar la nomenclatura de las calles fue rechazado por el Concejo Deliberante, ya que el barrio no figura ni en los planos ni en los planes oficiales.

Esto hace aún más dificultosa una asistencia rápida cuando existe una emergencia, ya que tanto ambulancias como patrulleros y bomberos se pierden en el barrio y tardan en llegar hasta el lugar de destino.

Ana tiene un hijo discapacitado al que debe ir a buscar a una cuadra y media de su casa, ya que una vez el transporte que trasladaba al niño junto a otros chicos se quedó atascado y no podía salir.

“Con la cantidad de notas que hice, te empapelo la ciudad”

Esta frase de la boca de Ana podría parecer exagerada, pero la vecina acumula una cantidad incontable de notas presentadas ante organismos públicos que pide una solución a sus necesidades.

“Todos los concejales vinieron y todavía estamos esperando que vuelvan” comenta la vecina.

El último contacto que casi tienen con una autoridad del Municipio fue el miércoles pasado, luego de coordinador una reunión con el subsecretario de Obras Públicas, Ignacio Pancetti, quien los dejó “plantados” según relatan los mismos vecinos.

La reunión estaba pactada para las 15, y ellos esperaron hasta las 17:30 bajo elsol en la plaza del barrio para presenciar la reunión que nunca se hizo, ya que el funcionario no llegó, según cuentan los vecinos.


Respuestas para algunos, marginación para otros

“Dialogamos, prometieron, pero no pasa nada” afirma Ana, mientras muestra la nota en la que se deja constancia de los $28 millones de los que dispone la Municipalidad para la ejecución de obras que no se hacen.

La vecina comenta que la respuesta que obtienen del Municipio siempre es: “no tenemos topógrafo”.

Pero esto no parece coincidir con el hecho de que a tan solo algunos metros del barrio, en un pequeño reducto de viviendas privadas construidas adentro de unas murallas se estén asfaltando algunas calles internas.

“Nos dijeron que ahí vive gente que no puede andar tragando tierra, familiares de políticos” cuenta Ana.


Comentarios