De Aguas Blancas a la Tavella: la historia de Nano, el zapatero

Bajo la sombra de un árbol en la esquina de avenida Tavella y San Felipe y Santiago, todos los días un hombre junto a su esposa se ganan la vida arreglando zapatos.

24 Jun 2017
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De espaldas a la avenida Tavella y detrás de una pequeña maquina japonesa, Nano recibe a sus clientes de lunes a sábado. El hombre, que se vino desde una localidad fronteriza a probar suerte a la capital salteña, se hizo conocido tras una publicación en Facebook que invitaba a “darles una mano”.

“El lunes me sacaron una foto sin que yo me haya dado cuenta”, comenta Rolando Torres, a quien cariñosamente llaman Nano, sobre la publicación que se viralizó por toda Salta.

Entre las 9 y las 18, este hombre de pocas palabras pero de grandes sueños y mucho trabajo, elige la sombra de un árbol en avenida Tavella y San Felipe y Santiago como lugar para realizar su oficio. Su esposa lo acompaña y le ayuda con algunos arreglos. Hace doce años que Nano y Verónica están en pareja y tienen una hija de diez años.

La necesidad los llevó a dejar Aguas Blancas para probar suerte en Salta capital.

El zapatero tiene 30 años, al igual que su esposa, y durante muchos de ellos trabajó en la construcción y “haciendo changas” como él mismo expresa. Al oficio de zapatero lo aprendió hace varios años, primero como ayudante, aunque luego se animó a independizarse. “Ahora soy mi propio jefe”, afirma.

Probar suerte

Al principio las cosas no fueron fáciles para Nano, ya que junto a Verónica debieron adaptarse a una nueva ciudad; aunque reconocen que varios familiares los ayudaron. Hoy viven en barrio La Paz, en la casa de una hermana del hombre, y desde ahí se llegan a esta concurrida esquina que eligieron como lugar de trabajo al aire libre por ser una zona muy concurrida.

“El primer día que vine, la gente solo se acercaba a preguntar, al segundo día ya me encargaron algunos trabajos, y después los pedidos fueron en aumento”, afirma el hombre.

Rodeados de pares de zapatillas, botines, zapatos y hasta bolsos y mochilas ellos ejercen su trabajo con paciencia. De a ratos se acercan personas con pedidos de todo tipo: desde cambiar un cierre, cocer un bolso de viaje hasta cambiarle la suela a los botines de futbol. Nano trata de dar respuesta a todos los pedidos y les comenta el tiempo que puede llegar a tardar en arreglar lo que le pidan.

Hoy tienen más de diez pares de calzados de todo tipo para arreglar, seguramente se llevan trabajo a casa.

“Hoy quizás sigamos haciendo arreglos hasta las 9 de la noche”, expresa el zapatero de la calle.


A la intemperie

El frio no parece doblegar los esfuerzos de este hombre y su compañera.

¿Cómo hacen los días en que hace mucho frío? “Y… venimos bien abrigados”, responde Nano en tono amable. A pesar del abrigo, hay días en los que el frio hace más difícil estar sin un techo en donde desarrollar el oficio. Pero Nano y Verónica sueñan con conseguir un lugar de cobijo antes de la época de lluvias.

“La idea es alquilar un lugar o conseguir una casillita, aunque sea de chapa”, expresa el hombre.


Tiempos difíciles

“Está jodido para conseguir trabajo. Yo estaba en unas obras y de cuatro compañeros que éramos los han hecho descansar a dos”, afirma el hombre.

En la jerga popular, “hacer descansar” es dejar sin trabajo a alguien con la promesa de dar un nuevo trabajo dentro de un periodo de tiempo no definido con precisión. Mientras tanto el trabajador debe arreglárselas para conseguir el pan.

Es por eso, que Nano prefirió rebuscársela arreglando zapatos y mal no le va.



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