De los moretones a la bomba de insulina: la diabetes infantil según Milagros

Diabetes infantil: Milagros cuenta su experiencia

Fue la primera niña en acceder a esta tecnología que la alejó de la veintena de pinchazos que debía hacerse para proporcionarse insulina y controlar la glucemia a diario.

20 Jul 2017

Le gusta cocinar, su materia preferida es Ciencias Naturales y sueña con ser médica diabetóloga cuando sea grande. En agosto cumple 11 años y lleva más de cinco con un diagnóstico que cambió la vida de su familia y define en gran parte su sueño. Milagros tiene diabetes infantil o diabetes tipo 1, es decir que desde muy chica su páncreas no segrega la insulina necesaria para vivir.

Su nombre completo es Milagros García Del Frari y es la primera nena de Salta que recibió una bomba de insulina, la cual carga junto a su cuerpo las 24 horas del día para monitorear y regular la cantidad de azúcar que necesita. Hace tres años que convive con esta tecnología y, hace pocos meses, la renovó con un equipo sumergible que le permite realizar todas sus actividades con más libertad.

“Cuando le diagnosticaron quería que tenga las mismas posibilidades que cualquier otro chico que no tiene diabetes. No paraba de leer y así me contacté con diferentes foros de otros países donde veía que los chicos con una bomba de insulina llevaban una vida más saludable, más normal, más tranquila; entonces dije ‘veamos’, porque acá todavía nadie la había colocado”, dice la mamá de la niña, Rossana Del Frari, quien recuerda que “fue un shock” conocer el diagnóstico de Milagros.  

“Me dolió mucho, pero traté de sobreponerme. No podía ser egoísta y llorar, cuando era ella la que tenía que someterse a múltiples pinchazos todos los días”, agrega. Y de alguna manera revirtió ese dolor en ayuda: hoy conduce una fundación que reúne a padres y madres de 35 niños con diabetes infantil. Desde este lugar busca educar sobre la diabetes infantil.

La bomba de insulina que tiene Milagros “es el paso al páncreas artificial”, según grafica Rossana. Con este equipo, la niña no tiene que realizarse la veintena de pinchazos que suele hacerse un chico con este tipo de diabetes para proporcionarse la insulina y controlar a diario la glucemia.

“Al principio me pinchaba mi mamá. A los cinco empecé a pincharme sola en el dedo (para medir la glucemia) y por la insulina en la panza, en los brazos”, dice Milagros, quien recuerda también que por esto recibía burlas  de algunos de sus compañeritos en la escuela.

“Me decían Hulk, porque tenía la piel morada y verde”, describe.


Hoy, la niña aprendió a convivir con la diabetes y con esta bomba de insulina que lleva adherida con un catéter en su cuerpo, pero que le dio la posibilidad de no “pincharse más” y verse sin  moretones. No solo aprendió, sino que educa. En el colegio que hoy asiste, otros niños más pequeños tienen el mismo diagnóstico que ella y muchas veces le piden ayuda para mantener los niveles de azúcar estándar.

“Lo importante de esta bomba es que si Milagros está durmiendo y se le empieza a bajar la glucemia, automáticamente se suspende el paso de insulina”, subraya la mamá, a la vez explica que durante la noches, los niños con esta afección pueden sufrir de hipoglucemia. “Lo que puede provocar desde convulsiones hasta la muerte”, añade. Por eso, los papas que tienen niños con diabetes duermen “a media”, comenta.

Para Rossana, todos los niños tendrían que tener la posibilidad de acceder a esta tecnología. “La bomba sale 175 mil pesos y cada tres meses necesita un insumo que cuesta 125 mil pesos”, explica.

Milagros tenía muchas hipoglucemias durante las noches, por esto Rossana inició el trámite en el IPS para acceder a este tratamiento moderno. “La obra social entendió las necesidades de Milagros y me entendió a mí, que buscaba una mejor calidad de vida para mi hija”, dice y recuerda que en pocos meses accedió a la bomba de insulina.

Si bien destaca el plan provincial de diabetes que tiene Salta, el cual garantiza la atención sanitaria, las tiras reactivas y las insulinas para los niños, considera que “se necesita incorporar nuevas tecnologías”.

Para esto, Rossana cree que es necesaria más educación al respecto. En este marco, la fundación Juntos a la Par, que ella conduce, busca que los diputados de la provincia consideren el proyecto de ley que presentó a las autoridades y prevé que en todos los establecimientos donde haya un niño con diabetes haya un grupo terapéutico que los pueda ayudar.


En este mismo sentido, recientemente inició una campaña que invita a los precandidatos legislativos a “ponerse en los zapatos de un chico con diabetes infantil”.

“Me parece maravilloso que caminen los barrios para conocer las necesidades, pero queremos que ese político que ocupa esa banca sepa de qué se trata la diabetes tipo 1, porque muchas veces piensan que es la del adulto, la tipo dos, que con una pastilla basta. En la diabetes infantil, el páncreas dejó de segregar insulina y como no la tienen, deben recibirla de manera externa”, apunta la mamá de Milagros, la misma niña que se encarga de explicar a los candidatos cómo tienen “pincharse” para conocer los niveles de azúcar en sangre.


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