Vivió dos partos en casa y hoy se dedica a ser doula

Conocé la historia de Nallely, una mexicana que vive en Salta desde hace cuatro años. Hoy se dedica a acompañar a las mujeres en el pre y pos parto.

23 Sep 2017
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Nallely Velasco, es una mexicana que vive en Salta desde hace cuatro años. Conoció a su compañero salteño cuando se encontraba viajando por México. Hoy se dedica a ser doula, es decir, a acompañar a las mujeres en pre y pos parto, vocación que descubrió luego del nacimiento de su primera hija, en una cabaña de Chiapas, en México.

La conversación con Nallely es agradable, su tonada mexicana es dulce y recibe a LA GACETA en su casa con unos mates. La primera pregunta es la necesaria: ¿cómo está su familia luego del terremoto en México? “Mi familia y amigos cercanos están bien por suerte, pero todo es un caos. Desde un primer momento estuve en contacto con ellos”, cuenta.

Su historia comienza en México cuando conoció a su compañero, un psicólogo salteño que se encontraba viajando por el país del norte. Luego de cinco años de viaje llegó su primer embarazo. “Ya teníamos decidido cómo iba a ser cuando tengamos hijos porque habíamos conversado muchas veces con gente que había vivido la experiencia de un parto en casa y nos había gustado la idea”, dijo.

En México, según Nallely, es más común que en Salta parir en casa. “Existen inclusive las Casas de Parto que son una alternativa, son espacios creados para eso, entonces podés elegir vivirlo en tu casa o en estos lugares que tienen consultorios abajo y arriba habitaciones hermosas, grandes, con bañaderas y bien adaptadas a las necesidades de la parturienta”, explica.



“Para cambiar el mundo primero hay que cambiar la forma de nacer”, Dr. Michel Odent.

Cerca de los nueve meses, la pareja llegó a Chiapas para parir. “Alquilamos una cabaña y una partera y una doula llevaron sus equipos y fueron a acompañarnos. Durante el embarazo, uno piensa en el parto como algo muy lejano y sin concreción. Y cuando llega el momento comienzan uno piensa: ´esto está empezando´. Por una parte no podía creer que había empezado el trabajo de parto y, por otro lado, ya pensaba que estábamos ahí y debía pasar el momento. Cuando se puso más intenso pensé: hay que pasarlo. Si pensé que no iba a poder soportar el dolor, se hacía cada vez más intenso pero no lo manifesté para no asustar a nadie. En un momento de mucho dolor me dijeron que solo había dilatado cuatro (de 10) y no podía creer que faltase tanto”, recuerda Nallely que se encontraba en la cabaña de Chiapas con la bañadera esperándola.

“Fue una delicia, un placer. El agua es mágica, no te quita las contracciones ni el dolor, pero es estar en el placer absoluto” recuerda Nallely.

Recuerda y sugiere los cursos de prepartos, espacios en donde ella y su pareja se prepararon para lo que había que enfrentar: “Me habían comentado sobre el momento de transición que es cuando las contracciones se hacen más intensas, hay mucha crisis y dolor. Saber eso también me ayudó porque no me asusté ya que sabía que iba a pasar” cuenta y agrega que tanto la partera como la doula, le brindaron mucha contención. “Verlas a ellas tranquilas, con expresión de serenidad, mostrando que todo es parte del proceso, era una tranquilidad. Todo estaba dentro de los parámetros de salud” dice Nallely.

El momento “mágico” fue cuando se sumergió en la bañadera, minutos antes de que nazca su primera hija. “Fue una delicia, un placer. El agua es mágica, no te quita las contracciones ni el dolor, pero es estar en el placer absoluto” recuerda Nallely esos minutos antes del parto, cuando recibió a su hija en cuclillas junto a su compañero salteño. “Estuvimos un ratito en el agua y salimos de ahí por la placenta”.

¿Por qué parir en casa?

“La mujer está renaciendo al ser madre, te cambia la vida y la postura en cómo una ve la vida, cambia cuando es mamá. Luego de mi primer parto, quedé impactada al conocer las posibilidades de que los nacimientos pudieran ser así, con esas guardianas que fueron la partera y la doula que hicieron que ese momento sea único”, recuerda Nallely que estudió tres años de psicología en México hasta que encontró su vocación: “Tanto tiempo buscando, uno de los regalos que me dio mi hija mayor fue el darme cuenta qué quería hacer y así, en Jujuy, estudié para ser doula”.

En Salta empezó a trabajar y a acompañar a las mujeres. “Me preguntaban a qué me dedicaba y les contaba que me había formado en eso y empezaron a prenderse. Me comenzaron a llamar las mujeres para acompañarlas antes, durante y 45 días después del parto”, explica.

En Salta acompañó partos en casas y hospitales, hasta que llegó su segunda hija: “Nuevamente alquilamos una cabaña en Lesser y una partera amiga me acompañó”, contó y explicó que existen dos dificultades, si se quiere llamarlas así, para parrir en casa en Salta: “Por un lado no hay parteras que quieran hacerlo. Y segundo, el trámite del registro del nacimiento es más difícil porque hay que judicializarlo. En el Registro Civil ya hay un protocolo y te explican bien cómo hacerlo, pero es un poco mñas engorroso”.

Su segundo parto también fue largo, empezó a la madrugada y, siempre teniendo en cuenta un “plan B”, Nallely estuvo acompañada de su compañero, su primera hija y una partera. “Samadi, es muy compañera mía y está en contacto con mujeres que están gestando. Como no se asustó la dejamos allí, me hacía mimos, cariños y me daba besos. Cuando nació su hermana ella estuvo presente, en primera fila vio a su hermana salir. Todo estuvo bien por suerte”, revive emocionada.

Su segundo parto lo vivió, según relata, más tranquila, entregada, “sin esos miedos de la primera vez, estaba muy conectada con el proceso, sabía lo que iba a suceder y eso me dio confianza”.

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