Apuntes sobre Las Palabras y La Babirusa Atómica

Al concepto de literatura infanto-juvenil suele rondarle un prejuicio: que son libros menores, que solo pueden ser disfrutados por lectores que rondan esa edad. Pero cuando esos libros se construyen sin ningún tipo de subestimación, se convierten en un desafío que encierra muchos placeres para cualquier lector.

Estas palabras introductorias tiene que ver con dos libros que acaba de publicar Pípala (Adriana Hidalgo editora) y que de alguna manera dialogan entre sí y con nuestra realidad.

Libro UNO. “Las palabras”, de Nicolás Bianco-Levrín y Julie Rembauville. Esta es la trama: alguien ve algo que no debe en un país poco democrático. Y eso que vio debe difundirse. Comienza, entonces, una pugna, entre quienes necesitan difundir la verdad y entre quienes tratan de impedirlo. La apuesta del texto apunta a revalorizar el valor de las palabras, en un libro en el que no hay ni una sola palabra escrita. Y contar solo con imágenes, es tan complicado, como leer solo imágenes.

Libro DOS. “La Babirusa Atómica”, de Joaquín Areta y Magui Ledesma. Si en Las Palabras un régimen totalitario busca acabar con los diarios para que no se difunda una noticia, en La Babirusa Atómica quien detenta el poder manipula la información para crear distracciones. Las guerras e invasiones infundadas son las consecuencias de esas mentiras.

Hay una rata presidente, y monstruos mutantes imaginarios, pero está claro que pocos libros hablan tanto de lo que vivimos ahora.