El uso de la tarjeta de crédito se volvió más racional

La morosidad se mantiene en el 3,1% Según un estudio privado, los consumidores prefieren usar el plástico sólo en situaciones excepcionales. Si hay cuotas fijas, la mayoría opta por el plazo máximo

06 Oct 2017
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Romina y Carlos se sientan a planificar el último trimestre del año. Su hijo menor vino con una nota del colegio, en la que le informaban que, en estos tres meses, debía pagar la matrícula escolar del año que viene. El resumen de la tarjeta cerró el 23 del mes pasado. “Hay cierto margen para planear las vacaciones y cancelar las deudas para limpiar la tarjeta”, dice él. Entre ambos, cobran alrededor de $ 22.000 mensuales. Un tercio de ese monto se lo lleva el crédito que tomaron para pagar la cuota de la vivienda. La tarjeta le consume alrededor de $ 2.500, ya que decidieron abonar con esa herramienta algunos servicios.

El problema es que, generalmente, el salario no alcanza para tantos compromisos. ¿Entonces? La tarjeta de crédito surge como una tabla de salvación para enfrentar, por caso, el pago de la reserva de matrícula del colegio y las 12, 18 y hasta 24 cuotas que ofrecen distintas agencias de turismo para los viajes del verano.

Consultoras especializadas en consumo coinciden que, en la Argentina, una familia considerada de clase media puede llegar a tener al menos dos tarjetas de bancos diferentes. Pero es el promedio. Los consumidores prefieren usar las tarjetas de crédito sólo en ocasiones “excepcionales”, y si hay cuotas fijas sin interés aprovechan el máximo plazo que el comercio ofrece.

Sólo en ocasiones

La consultora de consumo masivo BACanal, un desprendimiento de CCR, realizó un relevamiento denominado ADN Social, donde abordó, entre otras aspectos, el tema de las tarjetas de crédito.

Una encuesta on line realizada entre 1.500 consumidores de todo el país estableció que el 40% afirmó que en los casos que hay cuotas fijas sin interés se aprovecha el plazo máximo que el comercio ofrezca, incluso más de 12 cuotas.

El 35% de los encuestados sostuvo que usa la tarjeta de crédito “sólo para cosas excepcionales”, y el 30% contestó que realiza compras con tarjetas de crédito “para financiar gastos grandes”.

En tanto, el 22% sostuvo que recurre a la tarjeta de crédito sólo cuando hay cuotas fijas, con o sin interés, para “comprar cosas que hoy no puedo comprar, como un ahorro a futuro”. Además, el 17% dijo que desde que apareció el Plan Precios Transparentes, que procura diferenciar el pago al contado del pago en cuotas, restringió el uso del plástico.

El 15% dijo que sólo usa los planes en cuotas Ahora 12 y Ahora 18; mientras que el 7% dijo que a la tarjeta “la tengo guardada en el cajón, no la uso nunca”, y el 4% admitió que solicitó un préstamo para pagar la tarjeta.

Mariano Otálora, experto en finanzas personales, señala a LA GACETA que el escenario actual no es demasiado auspicioso para el uso del plástico, porque los que lo poseen tienen el uso hasta el tope. “Es un financiamiento barato siempre y cuando se pueda pagar luego, a los 30 o 40 días, cuando se produce el vencimiento”, considera. Todo se encarece cuando el usuario decide pagar el mínimo del resumen. Cuando el gasto es por necesidad (en el caso de cubrir compromisos como la matrícula del colegio y hasta las boletas de los servicios), Otálora sugiere preguntar por los créditos personales ajustados por UVA que, a su criterio, resultan menos onerosos que el resto de los financiamientos bancarios. “No hay que perder de vista que la tarjeta de crédito nació para reemplazar al efectivo y, en algunos casos, aprovechar las ofertas que se lanzan para consumo aspiracional”, sostiene.

Morosidad estable

Raúl Ostengo, un abogado experto en Cobranzas, observa que los hábitos de los consumidores cambiaron y recurren solo cuando hay promociones con descuentos, en donde existe un verdadero beneficio. Este es un fenómeno que se profundizó tras el programa Precios Transparentes, que implicó una caída de las ventas del 30%.

El letrado coincide con Otálora en que algunas líneas de créditos personales crecieron como una alternativa de cancelar deudas acumuladas con las tarjetas. “En muchos casos, termina siendo más beneficioso”, completa. De todas maneras, más allá de la utilización masiva de las tarjetas, los índices de morosidad se mantienen estables en el segmento de créditos a las familias en el orden del 3,1%.

Más allá de eso, Ostengo sugiere no perder de vista las transacciones en la web. “Las ventas on line ayudan a potenciar la utilización de las tarjetas. Al cierre del primer semestre, mientras las ventas en locales registran caídas en promedio del 1,4%, las ventas on line crecen al 3,2% durante junio”, expone. Los rubros de mayor incremento fueron construcción, deporte y electrónica.

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