Estilo industrial: la decoración que no pasa de moda

Una diseñadora de interiores y una arquitecta explican los detalles de esta técnica que va imponiéndose en Tucumán

08 Nov 2017

Ladrillos en bruto, sillas metálicas, mucha madera cruda, pocos colores fuertes, cemento y nada de plástico. Puertas adentro es lo que se ve a simple vista, desde negocios de comida rápida hasta en pequeños departamentos tucumanos que han adoptado esa tendencia decorativa de ambientes. Se imponen materiales como el cuero y el hierro, con predominancia de una paleta de colores fría: blanco, negro y gris. Se trata del estilo industrial, que rompe con varias reglas estéticas porque expone a flor de piel la caja arquitectónica de un ambiente a través de sus techos y altos muros, explica la diseñadora de interiores Ana Palavecino.

Al dejar a la vista todo, sostiene Palavecino, se ve la belleza de los materiales constructivos, como piezas metálicas, piedras, ladrillos, vidrio y hormigón, que en combinación con el resto del mobiliario y objetos de diseño crean espacios de imponente carácter y fuerza estética. “Son espacios abiertos, diáfanos. Usan recursos como la luz natural, que baña el interior a través de amplios ventanales para embellecerlos aún más y permiten -a su vez- la convivencia con elementos orgánicos como plantas en sus variadas especies para interior”, explica.

Este estilo urbano se ha impuesto como una moda, pero es decididamente atemporal porque procede de la adaptación como viviendas habitables de espacios como fábricas, locales o sótanos, hecho por el que este estilo tiene características particulares muy marcadas, detalla la arquitecta Agustina Lemme Viaña. Por ello -agrega- es que son puntos claves las paredes de ladrillo (pintadas o no), las vigas y las cañerías a la vista, ya que se pretende mantener los elementos básicos de la estructura con tan sólo algunas modificaciones. También son característicos los techos altos y los grandes ventanales, los que no deben cubrirse con cortinas sino dejar que entre la luz natural a la estancia.

“El estilo surge cuando en Nueva York empiezan a reciclarse galpones para viviendas, que luego se transforman en lofts. Entonces, esas características vienen heredadas de un lugar que era honestamente industrial. Logran imágenes muy estéticas con grandes ventanales, cemento alisado de piso, muros bien rústicos, pero que surgen de un acondicionamiento de lo existente. Después se consolidan como una imagen a crear, que a mí me gusta porque es algo en su materialidad bien honesto”, sostiene la arquitecta.

Desde lo decorativo, Palavecino opina que el estilo no conoce de límites a la hora de proyectarlo, ya que puede combinarse con muebles reciclados siguiendo la línea propia o con un sinfín de posibilidades. “Se le puede incluir un carácter neogótico, que lo teñirá de eclecticismo; art decó, denotando sofisticación; vintage; o escandinavo. Los clientes que eligen este concepto de interiorismo suelen ser relajados, distendidos, por lo general jóvenes que buscan la funcionalidad en sus espacios en cuanto al momento de realizar sus actividades cotidianas -describió-. Les gusta vivir el hogar y cargarlos de sus vivencias, gustos y valoración por lo artístico, lo estético y la naturaleza”.

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