Réquiem para un amigo

Dal Masetto, Saccomanno, literatura y experiencias compartidas

12 Nov 2017
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LA SEÑERA ADVERTENCIA. “No hay que volver a los lugares donde uno fue feliz”, acostumbraba sostener Antonio Dal Masetto. media.minutouno.com

PERFIL

ANTONIO

GUILLERMO SACCOMANNO

(Seix Barral - Buenos Aires)  

El hombre, cada mañana, antes de sentarse a escribir, en una especie de invocación, acaricia la computadora, como invitándola a que se comporte, que colabore con lo suyo. Por encima de ella, hay un cartelito que él mismo ha escrito: “Justificá el día”. Más allá del ritual, el hombre no confía en la inspiración, si no en el oficio.

Ahora: de qué manera, con qué herramientas, bajo qué criterios hablar sobre él. Un hombre que no transmitía “la turbulencia de su desesperación”, que tenía “la dignidad de los humildes”, que pensaba que “no hay que volver a los lugares donde uno fue feliz”, que se mantuvo “apartado del cacareo literario”; que, en pocas palabras (las palabras: ese mar por el que navegó una y otra vez, de ida y de vuelta), sintetizó su consigna: “todo lugar al que uno llega es un territorio a conquistar”.

Guillermo Saccomanno lo intenta -y lo logra, sin sensiblería barata ni lugares comunes- en Antonio, homenaje, réquiem y despedida hecha lenguaje para el Tano Dal Masetto, ese amigo que ya no está, que partió para siempre allá por noviembre de 2015.

Fragmentos

Como hitos de una vida, la infancia en Italia, los fusilamientos durante la Segunda Guerra Mundial, la adolescencia en un pueblo perdido de la provincia de Buenos Aires, la llegada a la metrópoli, la extranjería, el imperio de la naturaleza, los hábitos cotidianos, el alcohol, el amor por una mujer, la paternidad, la soledad, las angustias existenciales, los amigos (Soriano, Briante, Forn), los bares del Bajo, los métodos de trabajo, su vasta obra. La escritura, en definitiva, siempre, en cada gesto, a cada paso, en cada respiración.

Si bien “toda carta a un muerto, por sincera que parezca, tiene su impostura”, la maravilla que logra Saccomanno en este pequeño volumen inclasificable (un testimonio, sí; una crónica de época, quizás; la impresión borrosa de que se trata de un libro de memorias, aunque hay que “evitar el tono sepia”) es la voz: una segunda persona que se convierte en primera, que unifica: el amigo ausente toma la voz del narrador, hablan ambos, atravesando el tiempo, en una misma frecuencia: “tu voz me escribe”. Porque escribir es encontrarse, y “uno no sabe del otro más que eso que el otro dejo en uno”.

Contado de forma fragmentaria, que es la manera en que operan los recuerdos, Antonio alcanza un múltiple mérito: trabajado desde la emoción, es honesto a la vez que un gran libro en su brevedad. Y consigue recordar que una ausencia puede volverse una presencia a través del conjuro de la literatura.

© LA GACETA

Hernán Carbonel


La novela del pibe boxeador
Semanas antes de morir, en noviembre de 2015, Dal Masetto le pasó vía mail a Guillermo Saccomanno los capítulos definitivos de su última novela.
El propio Saccomanno lo cuenta en Antonio. Es “la historia del pibe y su madre, una historia de pueblo. La madre trabaja en casas acomodadas. El pibe estudia el secundario y trabaja de mandadero. Una barrita lo provoca. Chicos de la burguesía de provincia. El pibe se aguanta. Cierra el puño. Le surge en el puño una fuerza que no es sólo la potencia del desesperado. Es la naturaleza de humillado que lucha contra su condición. Empieza a tentar suerte practicando box en un club.”
La novela se titulará La última pelea, y saldrá en noviembre. 
No sería absurdo pensar que el lugar donde trascurre la historia sea Salto, el pueblo de provincia donde el Tano pasó su adolescencia, y que, una vez más, lo autobiográfico se cuele y disfrace detrás de la ficción, como en gran parte de su obra.
© LA GACETA

La novela del pibe boxeador

Semanas antes de morir, en noviembre de 2015, Dal Masetto le pasó vía mail a Guillermo Saccomanno los capítulos definitivos de su última novela.

El propio Saccomanno lo cuenta en Antonio. Es “la historia del pibe y su madre, una historia de pueblo. La madre trabaja en casas acomodadas. El pibe estudia el secundario y trabaja de mandadero. Una barrita lo provoca. Chicos de la burguesía de provincia. El pibe se aguanta. Cierra el puño. Le surge en el puño una fuerza que no es sólo la potencia del desesperado. Es la naturaleza de humillado que lucha contra su condición. Empieza a tentar suerte practicando box en un club.”

La novela se titulará La última pelea, y saldrá en noviembre. 

No sería absurdo pensar que el lugar donde trascurre la historia sea Salto, el pueblo de provincia donde el Tano pasó su adolescencia, y que, una vez más, lo autobiográfico se cuele y disfrace detrás de la ficción, como en gran parte de su obra.

© LA GACETA

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