CON LA MIRADA FIJA EN LA PENCA. Por María Fernanda Bertonatti.

29 Oct 2018
1

Ilus por Sil Chibi.

Con la mirada fija en la Penca


Pobre Antonia cuando el viento le empezó a molestar. Aquel todavía era viento.

Pobre revisando diez veces las ventanas del living y doce la rejilla de ventilación. Siete las puertas de los armarios y cuatro el altillo.

Pobrecita  cuando los rechines de la pinotea... aún era la madera la que sonaba.

Pobre Antonia cuando notó que la puerta que daba al patio tenía una parte quebrada. Un rectángulo de 4 x 30 al ras del suelo. Por ahí podía entrar cualquier cosa. Cualquiera podría agacharse y espiar todo los movimientos de la casa.

Pobre cuando se quedó dormida frente a la rotura… Aquella noche la habían invadido. Esa, la primera noche, cuando se descuidó.

Los vecinos.

Los vecinos son los monstruos, soñaba.

Los vecinos habían visto todo por esa hendija.

Los vecinos se habían estudiado los ruidos y cambiado la biblia.

Pobrecita ella temblando en el rincón de la biblioteca con la mirada fija en la Penca de Balangandan que colgaba de uno de los estantes altos. La cuarta noche, tenía un nuevo dije. Un preto idéntico a la estatua de los vecinos.

Pobre Antonia cuando descubrió la escultura de espaldas a la pileta de los vecinos y de frente a su medianera. La dieron vuelta; la espiaban a través de sus ojos pétreos.

Pobre encerrada en el caserón.

Pobrecita otra vez en vela para que el mal no creciera. ¿Lo soñaba o lo pensaba?

Pobre Antonia cuando escuchó risas.

Pobre cuando se volvieron pasos y los pasos corridas.

Pobrecita agarrando la cuchilla y recostándose al lado de Juanita para que no se le acercaran.

Pobre Antonia cuando la pasó de la cuna a la cocina. Desde ahí los escuchaba mejor.

Pobre ojerosa y sedienta.

Pobrecita ella amamantando en silencio.

Pobre Antonia pegándose los párpados con alfileres y una cinta vieja, para no caer sobre la beba. Para que no se la cambien como a la biblia.

Pobre cuando la vigilia se le hizo tortura y cerró los ojos.

Pobrecita cuando un segundo dije se había alterado.

Pobre Antonia.

Pobre.

Pobrecita ella…

Pobre Antonia cuando la puerta se quebró un poco más y el fiel patán corrió valiente al patio.

Pobre cuando el ladrido se volvió gemido.

Pobrecita culpándose por no defenderlo.

Pobre Antonia con las piernas otra vez cansadas.

Pobre con los brazos inútiles.

Pobrecita rezando a un dios en el que ya no creía.

Los vecinos, pensaba.

Los vecinos son los monstruos.

Los vecinos habían visto todo por la hendija.

Los vecinos estudiaron los ruidos y robaron la biblia.

Pobre Antonia cuando se quedó dormida.

 

1- La Penca de Balangandan es un amuleto popular- religioso de los esclavos africanos en Brasil. Son piezas únicas, con un conjunto de amuletos seleccionados por la dueña de la pieza, según lo vivido.

2-  Negro en el idioma portugués.


Texto: María Fernanda Bertonatti.

Ilustración: Sil Chibi.  


Comentarios