Tiempos de ebullición

Debemos permanecer alertas ante dogmatismos, conservar la capacidad de pensarnos y no renegar de la crítica

04 Mar 2018
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ORÍGENES DEL FEMINISMO. Mujeres estadounidenses, a finales del siglo XIX, reclaman “Libertad o muerte”. publico.es

Por Carmen Perilli - Para LA GACETA - Tucumán

La lucha por la igualdad de derechos de la mujer data de fines del siglo XIX. En la segunda mitad del siglo XX, un contundente conjunto de versiones de los feminismos postularon un nuevo lugar para el “segundo sexo” del que habla Simone de Beauvoir, postergado por la sociedad patriarcal. Las mujeres del siglo XXI recibieron la herencia de esos movimientos, enunciados desde distintos ángulos, muestran una democratización y ampliación de los reclamos postulados por los feminismos. Este proceso nos enfrenta a nuevas realidades, que provocan adhesiones y rechazos. En esa dirección es importante no perder de vista los contextos de surgimiento.

El denominado movimiento Me too, transformado en Time’s Up por Oprah Winfrey, aparece en la enorme caja de resonancia de Hollywood, el mundo del espectáculo de un imperio que, curiosamente, ha puesto en la presidencia a un racista misógino. Apoyado por la prensa, este grupo tiene una enorme visibilidad en su demanda de respeto, de igualdad económica y de reconocimiento. La respuesta de artistas e intelectuales francesas, aunque polémica, llama la atención sobre la posibilidad de excesos. De forma no demasiado feliz pero valiente, advierten la importancia de no provocar una lluvia de acusaciones sin prueba y el resurgimiento de un puritanismo reaccionario -que ya tiene sus primeros caídos en los cuadros de Egon Schielle y Balthus-. Al mismo tiempo los grupos conservadoras aprovechan la coyuntura para iniciar campañas moralistas.

Sin maniqueísmos

Hay que resaltar la formación de colectivos en América Latina que hacen del género su centro: la importante y pionera campaña Ni una menos en Argentina y sus correspondientes en Chile, México, Perú. Forman parte de una larga lucha y apuntan contra la violencia material y simbólica. Entre sus reivindicaciones se incluyen las denuncias contra el abuso, la trata, la vejación, la violación y, por último, los femicidios.

Dinámicos y crecientes espacios sociales que se enfrentan con arcaísmos sociales ante el incremento de la muerte y trata de mujeres.

La victimización de la mujer por el mero hecho de ser mujer, así como la atribución al hombre de ser victimario siempre, por el mero hecho de ser hombre, obviamente imponen un marco preestablecido y rígido que produce rupturas. “Retejer comunidad”, dice Rita Segato. En estos tiempos de ebullición no es fácil leer las mudanzas y aparecen actitudes anacrónicas, cazas de brujas, etcétera. Los medios masivos se han hecho eco de estas reivindicaciones, aunque en muchos casos los incorporan como espectáculo.

El cambio está en marcha aunque, al ir en contra de conductas naturalizadas, produce un enorme escozor. Se trata de permanecer alerta ante dogmatismos, conservar la capacidad de pensarnos, no renegar de la crítica ni caer en el maniqueísmo. Son algunos de los gestos que permitirán que todo no quede en la superficie de las modas.

© LA GACETA

Carmen Perilli - Doctora en Letras

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