En una carpa y constantemente amenazados viven a la orilla del río: la historia de Carla y sus hijos

Junto a su pareja y sus cuatro hijos se quedaron sin hogar. Mientras los niños duermen en un iglú para una persona, los padres pernoctan a la intemperie.

13 Mar 2018
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“Nos vinimos aquí porque no tenemos más opción” relata entre preocupada y decepcionada Carla Merlo. Su cara todavía tiene las marcas que dejó el sol del día anterior, en el que se la pasó cortando los pastos en el lugar donde después pondría una carpa.

Esa es su casa, pero aunque la misma es prestada y para una sola persona, allí se acomodaron sus cuatro hijos para dormir. Mientras tanto papá y mamá duermen a la intemperie.

“Dormir es un decir, porque entre la policía que venía, entre los ruidos que se escuchaban, porque estamos desacostumbrados y la lluvia que te caía en la cara mucho dormir no pudimos nosotros” relata Carla quien junto a su esposo, Adrián García pasaron la noche sin un techo.

A partir de un problema familiar, Carla y Adrián se quedaron en la calle y tras buscar alquileres se dieron de frente con una realidad tan dura como el suelo frio en la zona de Atocha III en el que tuvieron que pernoctar.

“Es imposible que te alquilen con cuatro chicos. La única manera es que vos tengas plata y plata no tenemos” expresa la joven madre y agrega: “buscamos alquileres económicos dentro de lo que sabíamos que podíamos pagar pero en ningún lado te alquilan con cuatro chicos, está re complicado”.

A dormir a la calle

“Vivíamos con mi mamá en una pieza que me habían prestado, hubo una discusión familiar y  tuvimos que salir de ahí y vinimos acá porque nos dijeron que acá había campo, que me venga para acá para pasar la noche” cuenta Carla sentada desde un bloque de ladrillo que hace las veces de silla.

Ni bien llegaron se pusieron a la tarea de “acondicionar” el lugar para colocar la pequeña carpa donde duermen los chicos. “Tuvimos que limpiar los yuyos estaban altos, limpiamos un poco y pusimos la carpita que ves” apunta la mujer.

“Mis chicos durmieron en la carpa, nosotros dos en esta maderita, tiramos frazadas porque no tenemos colchón” agrega la madre de la familia.

El hostigamiento constante

“La policía vino cuatro veces, en un momento con itacas” cuenta Carla con el miedo aun presente en su mirada. En ese momento Sara de siete años agrega que “vinieron con escopetas”.

“Creo que fue una de las situaciones más horribles que tuve que vivir en mi vida. Vinieron a sacarnos como si fuéramos re mafiosos, me trataron como si fuera una delincuente cuando no lo soy, solo vine acá porque no tengo otro lugar” continuó la mujer.

Ante la posibilidad latente de que les quiten las cosas o que la policía los saque, Adrián dejó de asistir a su lugar de trabajo para cuidar de su familia “porque no me quiere dejar sola por la policía porque en vez de tenerle miedo a un chorro acá le tenemos miedo a la policía” dice Carla.

“Nos dijeron que si no nos vamos por las buenas nos vamos a tener que ir por las malas” comentó el padre de la familia, a lo que su mujer agregó: “todo esto es un asentamiento pero me quieren echar a mí que soy la nueva”. Es que la familia se instaló en una pequeña parcela en donde hay varios asentamientos desde hace algunos años en la zona cercana al río que cruza por Atocha III.


“¿Dónde duermen mis hijos esta noche?”

Miqueas de 12 años, Sara de siete, Benjamín de seis y Mateo de cuatro años no pueden ni siquiera asistir a la escuela, ya que sus padres se ven imposibilitados de moverse del lugar por miedo a que los saquen.

“La policía vino y me dijo que cuando me vaya de acá me van a levantar todo y me van a sacar entonces no los puedo llevar al colegio” cuenta Carla.

Ayer los chicos tuvieron que almorzar “sanguchitos de fiambre nomas porque no tenemos para cocinar” expresa la madre pero comenta que hoy pudieron recibir la ayuda de un comedor de la zona con el almuerzo y la merienda.

Pero antes de llegar al pequeño pedazo de tierra en Atocha III tocaron varias puertas, sin respuestas positivas.

“Fui a ver al intendente de La Caldera, fui a Tierra y Hábitat, fui al IPV, y hoy  la mañana la policía me llevó a la Municipalidad de San Lorenzo, me mandaban de un lado para otro pero en ningún lugar me daban respuestas” manifiesta Carla.

La mujer relata que en el despacho municipal le dijeron que se retire del lugar ya que es una “zona de desalojo” a lo que Carla respondió: “¿Dónde duermen mis hijos esta noche”.

Lejos de encontrar respuesta estalló en llanto. “La pasé muy mal en la municipalidad, ceo que nunca llore tanto como hoy” recuerda.

En busca de tranquilidad

La familia llegó hace casi tres años desde Buenos Aires escapando de la inseguridad y en busca de un lugar tranquilo en donde puedan crecer los chicos pero jamás se imaginaron terminar de esta manera.

Vinimos a buscar tranquilidad, porque era muy inseguro. No era un lugar donde queríamos criar a nuestros hijos. Mucha droga mucho robo y eso no está bueno. Vinimos a buscar un mejor futuro para ellos y acá estamos no sé cuál es el mejor futuro que le dimos” se lamenta Carla.

La madre de la familia admite que no le resulta fácil salir a pedir ayuda pero a la vez acepta que “necesito muchas cosas, frazadas, se me mojaron todas las frazadas con la lluvia de anoche, agua, no tenemos nada”.

Aunque la mujer asegura que si pudiera cambiar cualquier ayuda por un pedazo de tierra en donde pueda construir algo lo haría sin dudarlo.

“Necesito mucho, pero quiero un lugar donde tener a ellos en paz” sentencia Carla.

Benjamín de seis años es alérgico y necesita Difenhidramina, por lo que la familia solicita colaboración con ese medicamento
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