Un estudio reveló que los salteños con menos educación son más propensos a enfermedades graves

Quienes fueron menos años a la escuela tuvieron mayor prevalencia del Síndrome Metabólico. Conocé de qué se trata.

11 Abr 2018

Una persona con menos de siete años de escolaridad tiene casi el triple de probabilidades de desarrollar el Síndrome Metabólico (SM) que una que complete sus estudios secundarios. Esa es una de las conclusiones a las que llegaron Susana Gotthelf, Claudia Tempestti y Patricia Rivas, médica, trabajadora social y bioquímica respectivamente, e investigadoras del Centro Nacional de Investigaciones Nutricionales de Salta.

En 2014, el equipo participó de la Encuesta Nutricional de Capitales del NOA, en la que se estudiaron 620 hogares y más de 3000 personas, y una serie de variables que incluyeron, entre otras, el nivel educativo y la prevalencia de diferentes enfermedades.

A partir del análisis de los resultados, las investigadoras elaboraron un artículo que se publicó el mes pasado en la Revista de la Federación Argentina de Cardiología en el que estimaron la prevalencia del SM en relación con el nivel educativo en adultos de la ciudad de Salta. Se evaluaron 485 adultos de ambos sexos y este síndrome se encontró en el 18,8% de los casos, la mayoría de las veces en varones con menores niveles educativos.

"Tomamos como indicador el último nivel de educación (NE) formal alcanzado, sea primario o secundario, y de esta manera conseguimos que los resultados sean comparables con otros estudios", explica Tempestti. "Nuestro principio es que el NE indica tener mayor o menor cantidad de herramientas para tomar decisiones adecuadas en cuanto al cuidado de la salud, a tener oportunidades laborales o no, y acceder o no a una mejor alimentación", explica la trabajadora social en una charla con LA GACETA.

¿Qué es el Síndrome Metabólico?

El síndrome metabólico es un grupo de afecciones que incluyen el aumento de la presión arterial, azúcar alta en la sangre, exceso de grasa corporal alrededor de la cintura y niveles anormales de colesterol HDL o de triglicéridos, todas las cuales ocurren en simultáneo y aumentan el riesgo de desarrollar enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares y diabetes.

"Las enfermedades cardiovasculares están entre las principales causas de muerte en el mundo, y entre los factores que las propician están las predisposiciones genéticas y los hábitos de vida, el acceso a actividades físicas y la educación alimentaria", dice Susana Gotthelf y agrega que en la encuesta realizada en 2014 se conoció que el 65% de la población adulta muestreada en Salta tenía sobrepeso y obesidad.

"Lo que vimos en Salta es que aparecen estos indicadores en edades muy tempranas, lo mismo que sucedió en un estudio sobre la incidencia de la anemia en la población", apunta Rivas y agrega que esta enfermedad aparece incluso desde los seis meses de vida.

"Empezamos a ver mucha más obesidad y eso es preocupante, por todas las complicaciones asociadas", agrega Gotthelf y entre ellas señala la hipertensión, el cáncer, la diabetes.

Mal educados, mal comidos

Uno de los resultados que llamó la atención de las investigadoras fue que el 78,4% de la población estudiada tenía hasta 11 años de escolarización, es decir, menos que los que se necesitan para terminar el secundario. "Son muy pocos lo que superaron este límite o accedieron a estudios terciarios/universitario, dice Tempestti. En este sentido es importante tener presente que “superar los 15 años de estudios es una de las claves para contar con un capital educativo básico para romper con el círculo viciosos de la pobreza y la desigualdad”. En la población estudiada se pudo demostrar que a menor nivel educativo hubo una mayor prevalencia de síndrome metabólico", agrega.


Cuestión de probabilidades

El estudio de las investigadoras salteñas es, sin embargo, una estimación de determinadas tendencias y Gotthelf lo explica con cifras: "lo que se midieron fueron las probabilidades de presentar el Síndrome Metabólico, y en el caso de la población estudiada se comprobó que cuando el nivel educativo era de menos de siete años de estudios formales, la probabilidad de tener SM era 2,88 veces mayor que si hubiera tenido un nivel educativo mayor", dice.

De esta manera, el estudio demostró la influencia de los determinantes sociales y económicos en las condiciones de salud de la población. "Nuestro objetivo en este estudio, como en otros realizados, es interpretar la realidad sanitaria con una mirada social", apunta Tempestti.

La vida en riesgo

La incidencia del SM es además un indicador de los riesgos que aparecen en el mediano y largo plazo para las personas y hogares afectados. "En el caso de la prevalencia de la obesidad y el sobrepeso en los niños hay muchas probabilidades de que sean adultos con sobrepeso y obesidad. Vivimos en un mundo donde están mejorando las condiciones socioeconómicas y de morbi mortalidad, sin embargo hoy se habla de que estos chicos obesos en un futuro van a vivir menos que sus padres", dice Gotthelf.

La presencia del SM no está solo relacionada con la pobreza o la riqueza de la población, sino también con el conocimiento de las características de una alimentación saludable. A las familias con bajo nivel socioeconómico se les dificulta acceder a alimentos más caros, que son además los más ricos en proteínas como carnes y lácteos, o las vitaminas y minerales de las frutas y verduras. "En las familias de niveles más altos, sobre todo en las zonas urbanas, se observa un aumento del consumo de alimentos ultraprocesados, que son comidas rápidas, nada de elaboración casera, gaseosas y jugos envasados, todos ellos más caros y ricos en grasa, azúcares y sal, componentes asociados al aumento del sobrepeso, obesidad y SM", explica Rivas.

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