¿Son peligrosas las orugas que invadieron las plazas de Salta?

Aparecieron en las plazas 9 de Julio, Alvarado, Belgrano y el Monumento 20 de Febrero. Científicos locales contaron de qué se tratan.

25 Abr 2018
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IMAGEN DE LA GACETA

¿Qué tienen en común las plazas 9 de Julio, Alvarado, Belgrano y el Monumento 20 de Febrero? Además, de ser espacios ideales para el encuentro y realización de actividades diversas, actualmente se encuentran llenas de orugas, que muchas veces cuelgan de los árboles y terminan en la ropa de los transeúntes.

La Dra. Verónica Olivo, de la cátedra de zoología agrícola de la Facultad de Ciencias Naturales de la UNSa confirmó que se trata de larvas de polillas, las mismas que aparecieron masivamente en marzo. La especialista precisó que su nombre técnico es Halysidota steinbachi, de la familia Erebiidae, y recomendó "no tocarlas ni manipularlas".

Este fenómeno, que puede parecer una invasión, forma parte de “un proceso natural producto de las condiciones de humedad y temperatura” que enfrenta la ciudad, reconoce el Dr. Enrique Derlindati, biólogo y profesor de la Universidad Nacional de Salta.


El especialista asegura que “son inofensivas” aunque los pelos puedan causar reacciones alérgicas en algunas personas, debido a la existencia de histamina. La presencia de estas orugas se debe a las condiciones climáticas donde abundan las “lluvias tardías y no tan frecuentes”.

Las orugas forman la crisálida en el suelo, es por eso que son notadas por salteños y turistas que a veces se chocan con ellas. Este tipo de proceso se asemeja al que se dio en Salta hace tres años, con la aparición de miles de pirpintos que visitaron la ciudad

El proceso normal de vida de estos invertebrados consta de una etapa en la que habitan en la cima de los árboles, y luego se lanzan con hilos de seda hacia el suelo para formar la crisálida. Una vez que ésta cumple su ciclo, la oruga se transforma en una mariposa nocturna.


La población debe entender que estos procesos naturales “no cumplen ciclos anuales”, según afirmó Derlindati. Es decir que, estos fenómenos no se producen una vez al año, sino que pueden darse cada cinco o diez años y no tienen una duración predecible. Estos avistamientos “durarán lo que duren las condiciones climáticas”, aseguró el especialista en diálogo con LA GACETA.

El biólogo expresó que las orugas “no son un riesgo”, como sí lo sería realizar una fumigación. “Es más tóxico fumigar una plaza que dejarlas terminar su ciclo natural”, dijo para finalizar.

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