“Spielberg inventó la manera de comunicar con el ‘niño eterno’ que hoy somos”

En esta entrevista, el autor del libro Steven Spielberg, una vida en el cine nos ofrece claves para abordar la filmografía del célebre director norteamericano. Afirma que el cineasta es uno de los realizadores mejor sincronizados con su época y contexto: “Sabe qué busca o desea el público en cada momento”

03 Jun 2018
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EXPECTATIVA. D’Espósito espera del gran cineasta un refinamiento constante. planetadelibros

Por Matías Carnevale - Para LA GACETA - Buenos Aires

- ¿Qué te motivó a elegir a Spielberg en lugar de otros directores de los 70 como Scorsese o Coppola?

- Lo interesante del caso Spielberg es que, si bien pertenece a esa misma generación -que puede sumar con creces a De Palma, Bogdanovich, Friedkin o Schrader- es que tenían una mirada absolutamente pesimista -o, para decirlo con un término más adecuado, apocalíptica- sobre lo que había quedado de la utopía americana. Aunque Spielberg también realiza películas apocalípticas -Reto a muerte, Loca evasión y Tiburón lo son sin dudas- también tiene, y mantiene con ciertas reservas, una mirada totalmente optimista de lo que fue la experiencia americana (no como espacio político, sino como espacio utópico, la América de los pioneros, de la libertad y la segunda oportunidad, no “los Estados Unidos”). Esa mirada optimista es completamente inusual para las últimas décadas del cine estadounidense, en particular porque no es una mirada cínica, aunque sí a veces el realizador ejerce la ironía (es clave el plano final de Munich, por ejemplo). Eso por un lado; por otro, porque redefinió las reglas del cine de gran espectáculo para público amplio, algo que los otros realizadores, con la probable excepción de Bogdanovich, donde tal cosa era programática, no lograron. Para decirlo de otro modo, mientras que sus compañeros de generación eran profetas, Spielberg era un predicador, aunque las palabras suenen más despectivas que mi intención.

- En uno de los capítulos de tu libro señalás que “Spielberg es, sobre todo, un cineasta de aventuras”. ¿Creés que esa tendencia les resta profundidad a los temas que trata en sus películas?

- Para nada. Hay algo en el cine, y creo que el primer Godard por ejemplo lo comprendía muy bien, que es clave: dado que se trata de un arte de lo visual, de la imagen y de la mirada, lo que importa es lo que vemos que hace el personaje por encima de lo que dice. Entonces, la aventura funciona como una especie de “lupa”, de magnificador de ese accionar que es tanto físico como ético y moral. Por otro lado, Spielberg no es un cineasta “profundo” tal como se entiende el término en cierta crítica. No hay que “interpretar” algo, sino que todo está precisamente a la vista. Pero esas ideas surgen de una superficie meramente visual y siguen funcionando en la memoria del espectador. De allí que, para mí, sea mucho más efectivo que otros cineastas donde la “profundidad” es un programa y se confunde con quietud y solemnidad. Spielberg es un contrabandista: las grandes ideas pasan de contrabando en las grandes escenas.

- ¿Qué podrías comentar sobre la relación cinematográfica de Spielberg con la niñez?

- Es clave. Para mí, y por eso creo que el cineasta paralelo a Spielberg es Truffaut, todas sus películas narran la penosa separación de la infancia. Y sus personajes son todos niños, incluso en sus films más densos, realistas o trágicos. Hay dos clases de niño: el que se maravilla con lo que ve y quiere compartirlo con sus amigos y así descubrir el mundo real (el paradigma es Elliot en E.T., pero también Oskar Schindler, que empieza jugando a ganar el mayor dinero posible y después deja de jugar para, descubriendo el mundo real, salvar a otros, igual que Elliot con el extraterrestre) y el niño egoísta que quiere solo mostrarle a todos todo lo que puede hacer con sus juguetes, que no comparte. Esos son los verdaderos “villanos”, eso es Hook en Hook, eso es el ejecutivo de Ready Player One o el personaje de Max Von Sydow en Minority Report. Incluso es un niño monstruoso y egoísta que dispone de las personas como de muñecos el kapo Amon Goeth en La lista de Schindler. La infancia perdida y la posibilidad de recuperarla por el ejercicio de la fantasía o de la aventura es capital. Los dos niños son las dos caras de Spielberg: el que crea películas maravillosas para compartir con sus amigos/espectadores y el productor que quiere hacer mucho dinero. Todas sus películas tratan de cómo -y si es posible- reconciliar a ambas caras de la niñez.

- ¿Considerás que Spielberg ha sido consciente de la estrecha relación que hay entre cine y vida? Por ejemplo, en Encuentros cercanos..., para recobrar el equilibrio familiar, Roy destruye todo lo que tuviera que ver con extraterrestres, en particular una maqueta de la nave Enterprise, de Star Trek. Por otro lado, los reportes de avistamientos de OVNIs crecieron exponencialmente después del estreno de Encuentros…

- Me parece que eso fue creciendo con el tiempo, y se nota en sus últimas películas: Puente de Espías, The Post y Ready Player One, donde la vida real, las circunstancias del mundo ajeno a los personajes, tiene que ser descubierto y comprendido para poder seguir adelante y que la vida tenga sentido. Aquello de los OVNIs fue un caso interesante del peso que tuvo no el filme sino el éxito comercial de la película en el entorno. Y también de otra cosa notable: Spielberg es uno de los realizadores mejor sincronizados con su época y contexto, sabe qué busca o desea el público en cada momento. Hoy quizás no logra el éxito de antaño, pero creo que lo que mejor comprende del mundo es la preocupación de sus habitantes en cada momento.

- ¿Qué le deben los directores actuales a Spielberg?

- En principio, les deben toda una estética que sistematiza la tecnología aplicada al gran espectáculo. Luego, el descubrimiento de dos ideas: que el público cinematográfico surgido desde la segunda mitad del siglo XX y que fue formateado audiovisualmente por la TV, requiere relatos con clímax constantes. Mantener el relato clásico cuando uno debe tener una “gran escena” cada cinco minutos es un sistema que Spielberg perfeccionó y que casi todos sus contemporáneos tienen claro a partir de sus películas. La otra idea, que la niñez y la adolescencia duran cada vez más y que eso cambia las condiciones de circulación de las ideas y de las estéticas. La manera de comunicar con el “niño eterno” que hoy somos es un invento de Spielberg.

- Con una carrera tan extensa -y bastante heterogénea-, ¿qué podemos esperar de él en un futuro?

- Lo mismo que de los grandes maestros del cine: un refinamiento constante sobre sus ideas y estéticas, cada vez quizás más sutiles. Está en la etapa de la madurez expresiva, cuando los realizadores hacen lo que se les antoja y resuelven casi sin pensar todos los problemas técnicos o narrativos que sus ideas les proveen. Además, está cada vez más desprejuiciado y más ambiguo, menos seguro de su optimismo. Creo que vendrán películas más y menos divertidas, más y menos fantásticas, pero todas seguramente más ambiguas, con más preguntas que respuestas.

- ¿Habrá libros dedicados a otros directores?

- Espero que sí. En principio, mi sueño es escribir un libro similar sobre Disney, que es uno de los realizadores menos pensados y más defenestrados sin motivo de la historia de la crítica. Era un genio, aunque su genio se relaciona con una ideología que no suele ser la del canon crítico, y por eso y porque hizo dibujos animados se lo desprecia. Pero es esencial para comprender la relación del gran público con el cine. Y si eso fuera y pudiera seguir con directores, haría sobre el antípoda de Spielberg - John Carpenter, porque se complementan y son dos caras de la gran moneda fantástica de Hollywood.

© LA GACETA

PERFIL

Leonardo D’Espósito es crítico, periodista, docente y curador del Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires. Es crítico cinematográfico de la revista Noticias y autor de una serie de libros que dejaron su huella en la crítica nacional: Todo lo que necesitás saber sobre cine (2014), 50 películas que conquistaron al mundo (2015) y 50 películas para ser feliz (2016), todos por Paidós, donde además coordina la colección Cine Pop.

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